“Saliendo de México todo es Cuautitlán”
-Dicho popular-
En México de acuerdo con la Constitución tienen derecho a votar los ciudadanos mayores de 18 años que tengan un modo honesto de vivir. De acuerdo el INE 96 millones 939 mil ciudadanos tienen la posibilidad de votar en las elecciones el próximo 2 de junio. Es pertinente decir que en la elección de Presidente en 2018 la lista nominal de electores era de 89 millones de los cuales votó el 63 %, es decir, 56 millones.
De los casi 97 millones de electores actualmente 50.3 millones son mujeres y 46.5 millones son hombres y 58 son personas no binarias. Habitan en Estado de México 12.8 millones, en la Ciudad de México 7.8, Jalisco 6.5, en Veracruz 6.0, Puebla 4.9, Guanajuato 4.7, Nuevo León 4.3, Chiapas 3.9 millones, Michoacán 3.7, Baja California 3.1, Oaxaca 3.1, Chihuahua 3.0, Tamaulipas 2.8 millones, Guerrero 2.6, Coahuila 2.4, Hidalgo 2.3, Sonora 2.3, Sinaloa 2.3, San Luis Potosí 2.1, Querétaro 1.8 millones, Tabasco 1.8, Yucatán 1.7, Morelos 1.5, Quintana Roo 1.4, Durango 1.3, Zacatecas 1.2, Tlaxcala 1.0, Aguascalientes 1.0, Nayarit 0.948 mil, Campeche 0.692, Baja California Sur 0.609, y Colima 0.583.
Conocer la distribución de la población en el territorio ayuda a entender cuál es su situación económica, su modo de vida, su grado de preparación, y su cultura, entre otras cosas, lo que debería importar mucho a los políticos a la hora de hacer discursos y promesas de campaña con el fin de ganar votos para su causa. En 2023 en el país hay 46 millones 804 mexicanos pobres que habitan en las 32 entidades a diferencia de los 51 millones 890 mil que había en 2018.
Los jóvenes pobres de México, un gran número de ellos, de 18 años en adelante, no tienen trabajo ni van a la escuela, son padres de familia, viven en cuartos hechos con materiales de desecho en el terreno de sus abuelos o sus padres, el agua potable llega en pipas y se almacena en tanques de 200 litros, los sanitarios son letrinas o defecan a cielo abierto, en su colonia no hay pavimento, cordones ni banquetas, ni alumbrado público. Las escuelas y centros de salud son públicos.
Las políticas públicas para combatir y o paliar la pobreza atacan un frente común, una o varias características que están en cualquier parte del país en donde atiendan a una persona que carece de recursos económicos y de servicios básicos. En cualquier parte del país los beneficiarios de esas políticas reciben un apoyo que es igual de útil para todos y que agradecen bien en todas partes.
La atención de la población en pobreza puede darse en dinero a través de cualquier programa social, o bienes, como los materiales para la reparación o ampliación de la infraestructura escolar o de salud, materiales para la construcción de un camino en la colonia popular o la comunidad rural, mobiliario o enseres para sus casas. En todos los casos y en todas partes del país los apoyos del gobierno a los pobres son bienvenidos y agradecidos.
En el caso de las políticas públicas dirigidas a la clase media encuentran una dificultad mayor por la diversidad de intereses o aspiraciones según la región, el estado de la república o la ciudad o municipio de que se trate. El origen de sus recursos proviene de diversas fuentes y eso determina también la forma de sus aspiraciones.
Por ejemplo en Tamaulipas, los 2 millones 808 mil electores están distribuidos en 43 municipios, de los cuales el 90% habita proporcionalmente en ciudades de mas de 100 mil habitantes totales y 10% en comunidades rurales. En Altamira habitan 270 mil tamaulipecos, Ciudad Madero 206 mil, El Mante 106 mil, Matamoros 542 mil, Nuevo Laredo 425 mil, Reynosa 705 mil, Río Bravo 132 mil, Tampico 298 mil, Victoria 350 mil.
Los jovenes de clase media de Nuevo Laredo, Reynosa, Río Bravo y Matamoros, no piensan ni aspiran a lo mismo que los de Ciudad Victoria, El Mante, Tampico, Madero y Altamira, la vocación productiva de las ciudades en que habitan son distintas, su modo de vida y su cultura son muy diferentes, sus necesidades y aspiraciones también.
Esto podría ser una pequeña explicación de porque los resultados de las encuestas pueden variar en sus porcentajes, aunque no en las tendencias, quien va arriba, quien en medio, quien abajo, también podría contribuir a entender por qué los electores del norte de la república son tan distintos a los del centro o el sur. Los autores de análisis centristas tienen que aceptar que hay vida más allá de Paseo de la Reforma, el Zócalo y los restaurantes de Mazaryk y Santa Fé. Para ser precisos, 89 millones de electores de un total de 97, no habitan en la Ciudad de México.
La democracia del siglo 21 ya cambió, ahora los pobres votan y saben por quien quieren votar, el análisis también tiene que cambiar, los instrumentos de medición de los últimos 40 años han dejado de funcionar porque la forma de hacer las cosas esta cambiando. Se necesitan nuevos referentes y mucha disposición para aceptar que hay nuevos actores en la vida política.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ