La reaparición de Norma Leticia Salazar Vázquez en el escenario electoral, lleva a considerar que Matamoros podría registrar su octava alternancia en la alcaldía –desde que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), tras 52 años de dominio fue derrotado por un frente opositor, en 1981–, provocada ésta vez por al menos dos razones:
1) El posicionamiento que ella ha adquirido en esa localidad fronteriza, a lo largo de 25 años entre los cuales fue regidora, diputada local, diputada federal y alcaldesa; y
2) Por los pleitos intestinos que libran entre sí las tribus domésticas, de Movimiento Regeneración Nacional (morena) en su codicia de instalarse en la Presidencia Municipal; o controlarla, ‘tras bambalinas’.
La aportación del actual munícipe –Mario Alberto López Hernández (a) ‘La Borrega’–, en esta reyerta, es harto notoria porque no admite que nadie ajeno a su séquito de aduladores ‘se mueva’ en busca de la candidatura; ni menos su enemigo natural, el diputado José Alberto Granados Favila, pese a que ya le han enviado avisos desde los altos mandos del partido guinda a fin de que ya no meta las manos, ni desvíe recursos públicos para impulsar a su delfín Carlos Ballesteros Gálvez quien, por cierto, era su secretario del ayuntamiento y, hace cuatro meses (+/-), lo nombró secretario de Bienestar municipal con el objetivo de que se placeara en la ciudad para así aminorar la presencia del legislador.
En la contienda interna de morena aparecen otros prospectos, aunque ninguno ha externado aún estar interesado en la candidatura edilicia, como son la secretaria de Finanzas, Adriana Lozano Rodríguez; y el doctor Víctor García Molina, quien fuera dirigente municipal del PRI, pero es, ahora, uno de los defensores más férreos de la cuarta transformación.
Sin embargo, ante la reaparición de ‘Lety’ Salazar –así le llaman en su tierra natal–, y para evitar más golpeteo estéril entre las tribus locales quizá el alto mando decida jugar a cualquiera de ambos.
Sería una medida acertada, pues con ello acabaría con tantos pleitos y juego sucio que, lo único que han logrado (hasta ahora), es que el espectro de la alternancia le gane la partida a morena.
En más de cuatro décadas, repito, la localidad fronteriza ha registrado siete mutaciones de partido en la alcaldía.
La primera ocurrió en 1981. Cuando Jorge Cárdenas González (qepd), entonces abanderado de la coalición PARM-PPS-PST, hizo morder polvo a su contrincante priista (Francisco Covarrubias Covarrubias) tras 52 años de dominio tricolor en la comarca.
Luego acontecieron las otras seis alternancias edilicias:
+ 1984, al recuperar la plaza Jesús Roberto Guerra Velasco (PRI);
+ 1996, con el triunfo de Ramón Antonio Sampayo Ortiz (PAN);
+ 1999, la reconquista del voto, con Homar Zamorano Ayala (PRI);
+ 2013, ganando la elección Norma Leticia Salazar Vázquez (PAN);
+ 2016, resultado electo Jesús de la Garza Díaz del Guante (PRI); y
+ 2018, cuando Mario Alberto López Hernández (morena) salió airoso, merced al ya para entonces arrastre de morena.
Las derrotas en esos siete procesos electorales, obedecieron a errores de cálculo político, caprichos impositivos y cuestionable posicionamiento de los candidatos. Además de una mala administración municipal saliente que, admítase o no, influyó en el ánimo ciudadano.
Quienes se equivocaron al imponer candidatos perdedores durante los regímenes que ostentaron, fueron los mandatarios estatales, en turno. Y en parte los ediles salientes, aunque estos siempre han carecido de autoridad político-moral para designar a su propio relevo.
Así que culpables de las derrotas en Matamoros, ante la oposición que postuló candidatos competentes para la alternancia edilicia, fueron: Enrique Cárdenas González (1981), Manuel Cavazos Lerma (1996) y Egidio Torre Cantú (2013) del PRI; además de Francisco Javier García Cabeza de Vaca del PAN, en 2018, por su capricho de improvisar abanderados a munícipes, sin considerar que había mejores opciones para conservar la plaza.
Panorama actual
El control político de Matamoros, hasta hoy, se supone, lo conserva Mario Alberto López Hernández, pero esto no es suficiente para convencer al ato mando político estatal de postular a su ‘corcholata’ favorita con miras a relevarlo.
Él impulsa la candidatura de Carlos Ballesteros Gálvez, por intuir que la ‘carta fuerte’ del mandatario estatal es el doctor Víctor García Fuentes –quien mantiene fuerte actividad en las colonias de Matamoros–, y, por recomendación familiar, aparece en este juego José Alberto Granados Favila, aunque con un impedimento que puntualmente establece el órgano electoral: está obligado a saber leer…
Y él no sabe, como quedó constatado en sesión del pleno legislativo.
Por estrategia, el alcalde ‘les da cuerda’ a tres mujeres y tres varones: Silvia Burgos Sánchez, Yolanda Chavira Estrada, Larissa López Carrillo; al doctor García Fuentes, Ballesteros Gálvez e Isidro Vargas, aunque sé que está consciente de que la decisión se tomará en un nivel más alto.
Como sea, él hace su lucha, cuando demostrado está que ‘alcalde, no pone alcalde’
Y menos, cuando enfrente ha surgido una política que sí haría morder polvo a su proyecto.
Por cierto, lo que ‘La Borrega’ debe entender, es que los cacicazgos políticos ya son anacrónicos. Y así, como todo empieza, acaba, por lo que debiera recular en su pleito con el alto mando político estatal para imponer a su propio relevo, so pena de él, también, salir lastimado.
POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
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