La suerte empieza a cambiarle a Carlos Peña Ortiz, que empieza a quedarse solo en su intento por competir por un periodo más al frente de la alcaldía de Reynosa.
Lo que busca, su obsesión, es mucho más que la reelección.
En caso de aparecer en la boleta y ganar en las urnas -algo muy viable si se considera la debilidad del candidato panista, Luis René Cantú- estaría asegurando un periodo de casi 12 años gobernando Reynosa para el clan familiar encabezado por Maki Ortiz.
Vale la pena recordar la historia: la ahora candidata al Senado por el Partido Verde, fue electa como alcaldesa por el PAN en el 2016, luego de quedar fuera de la interna azul por la gubernatura del estado.
En el 2018 logró la reelección, todavía como una figura preponderante del panismo estatal, aunque para entonces ya enfrentada con los Cabeza de Vaca.
La ruptura con su partido se concretó en el 2021 cuando le cerraron la puerta a su primogénito, Carlos Peña Ortiz a quien ya buscaba imponer como su sucesor.
En circunstancias poco transparentes, el joven que hasta entonces se desempeñaba al frente del DIF municipal, fue presentado por Mario Delgado como el candidato morenista a la presidencia municipal.
La cúpula nacional de la 4T pavimentó el camino para que los Peña Ortiz aspiraran lo nunca antes visto en la democracia moderna: más de una década de gobierno en la ciudad más poblada del estado.
Muy pronto salió a relucir el bien conocido carácter de Maki.
En el proceso interno de Morena para la gubernatura de Tamaulipas, fue la única aspirante que recurrió a los tribunales para intentar echar abajo la candidatura de Américo Villarreal Anaya, y desde entonces, ha intentado consolidar a Reynosa como una ínsula de poder, por encima de toda las dinámicas políticas del partido gobernante.
Por eso, su postulación como candidata al Senado por el Partido Verde no fue un premio sino una salida pacífica para no lidiar con ella en Morena donde ya rompió todos los canales de comunicación.
El posicionamiento del partido en torno a los problemas legales de Carlos Peña ha sido muy claro.
Primero fue el representante del Movimiento ante el IETAM, el abogado Andrés García Repper, quien -entre líneas si se quiere- advirtió que no representaría pérdida alguna para el partido una eventual sustitución de candidato.
Y ayer, la dirigente estatal, Yuriria Iturbe fue más más nítida que nunca: que Carlos Peña se rasque con sus propias uñas.
No habrá respaldo partidista para el alcalde porque los hechos de corrupción de los que se le acusa nada tienen que ver con Morena.
Si no los resuelve, perderá la candidatura y la Comisión Nacional de Elecciones de Morena echará a andar algún mecanismo extraordinario para postular a alguien más. Total, aspirantes para Reynosa sobran.
El tema, sobra decir, desatará un intenso debate jurídico sobre la viabilidad de su candidatura, pero algo queda claro: Carlos Peña ya se quedó solo.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES