Ilegal en sí misma la sola pretensión de utilizar el espacio de la llamada Hora Nacional para apoyar la aspiración de la impuesta Claudia Sheinbaum, constituye una grave falta de respeto a la ciudadanía que aspira(ba) a encontrar en el referido espacio radiofónico de emisión obligatoria para concesionarios una suerte de resumen informativo y de comentario imparcial, ajeno a sesgos ideológicos o partidistas sobre lo ocurrido en el país. Un espacio, valga decir, que refleje el México que estamos viviendo…
En los últimos días, a partir del pasado domingo para ser exactos, y ante lo que algunos al interior de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), que lidera José Antonio García, y de un par de concesionarios identificaron como una reiterada inclinación de la histórica emisión a promover la persona y campaña de la exregenta eco, la industria, cuyo objetivo no es otro que “privilegiar la libertad de expresión y la equidad en las coberturas (durante el actual proceso electoral)”, comenzó a sopesar la posibilidad de dejar de transmitir el programa, aunque la autoridad federal —“ahora sí que al más puro estilo de la 4T”, diría un clásico— pudiera proceder a sancionarles.
Recurrieron entonces a la florería Bucareli, responsable de La Hora Nacional, de la que, como era obvio esperar, no sólo negó toda supuesta inclinación en apoyo del partido del gobierno y su candidata sino, incluso, con la acrecentada duda de qué es lo ocurriría si alguna de las estaciones radiofónicas no la transmitía, por lo que la representación gremial optó por dejar a sus afiliados en libertad para tomar la opción que mejor consideren para sus intereses y, claro, asumir las consecuencias si las hubiera…
POR ENRIQUE ARANDA