TAMPICO, TAMAULIPAS.- Con una arquitectura sobria, la parroquia de Santiago Apóstol es uno de los sitios turísticos del municipio de Altamira.
Ubicada en la calle Capitán Pérez, entre Hidalgo y Morelos de la zona centro, el templo representa la opulencia que había en la localidad durante su construcción y rehabilitación.
El investigador de Historia Regional, Enrique Zúñiga Castillo relató que después de haber cumplido 200 años la fundación de Altamira en 1949, hubo el interés de feligreses y del párroco David Medellín de restaurar el templo católico, dedicado a Santiago Apóstol, debido a que no estaba en condiciones para ser usado.
“El párroco David Medellín llegó a escribir y publicar varios libros, fue un intelectual y ayudó a la feligresía en los años 50 ‘s. En ese tiempo, la sociedad civil como se le conoce y encausados por el padre David se abocaron a resolver ese problema que se tenía con el templo”.
Comentó que la iglesia de Altamira se encontraba muy derruida, abandonada prácticamente, ese templo que se conoce no se utilizaba porque estaba agrietado, algunas vigas no estaban bien soportadas y se metían animales como vacas para protegerse de la intemperie, además había presencia de murciélagos.
“No estaba convertida en un establo propiamente, pero que se metían animales lo hacían y que había nidos de murciélagos también, eso era una realidad y por tal motivo se utilizaba un lugar que todavía permanece”.
El espacio que se usaba para las celebraciones eucarísticas era una capilla que todavía se encuentra a un costado del templo, el cual estaba abandonado y los motivos se desconocen.
El padre David Medellín formó un comité y realizaron varias actividades y gestionaron recursos ante dependencias para los trabajos de restauración.
“Después en las siguientes décadas se le dió mantenimiento a la iglesia y fue hasta inicios del siglo 21 cuando se logró la restauración como la conocemos en la actualidad”.
Enrique Zúñiga Castillo, detalló que el rescate fue parcial porque la fachada se siguió deteriorándose, pero que el padre David Medellín fue uno de los impulsores de la restauración “y hay imágenes cuando los albañiles están trabajando”.
Reconoció que antes no había existido el interés de concretar el rescate de la iglesia, a pesar de ser un patrimonio nacional.
Considera que en Altamira se tiene una arquitectura austera en mucho de los casos, una arquitectura sobria y que en el municipio no existen muchos edificios históricos, es muy pobre la herencia arquitectónica.
Recordó que primero fue una iglesia rústica, tenía techo de palma , pero al poco tiempo de la fundación de Altamira fue erigida la nueva estructura y que su tamaño habla de la prosperidad que tenía la gente en ese momento en comparación a iglesias que se construyeron en otros municipios de Tamaulipas, cuyas dimensiones son menores.
“Los muros con que cuenta la torre y la cúpula hablan de que había cierta opulencia de la gente, mientras que otros pueblos tienen unas iglesias más pequeñas y la de Altamira es grande para la época en que fue construida”, concluyó Enrique Zúñiga Castillo.
Por Óscar Figueroa
La Razón