Debate segundo, igual que el anterior, a las 19 horas del domingo, fecha acertada, horario incómodo para los medios impresos que desde siempre han visto su edición del lunes como la más apreciada en términos noticiosos.
Nocturnal el evento. Carne de Internet, la opinión electrónica tiene tiempo de reaccionar, sube contenidos desde la noche misma y ofrece sus primeras impresiones del esperado encuentro de candidatas y candidato en las primeras horas de la madrugada.
No pasa así con los medios impresos cuya hora de cierre se empata con el debate. La cobertura exige tomar nota detallada, pero también contextualizar, interpretar, contrastar lo visto con escritos anteriores.
Sinceramente no hay manera, a menos que la rotativa nos espere hasta pasadita la medianoche, opción difícil que suele incomodar demasiado a los editores. Opción poco aconsejable.
En el primer programa del siete de abril pasado me dediqué a reseñar las expectativas, lo que se decía en horas y días previos. El resultado es un producto que (por ingenioso o imaginativo que sea el esfuerzo) resulta francamente flojo.
Las noticias del lunes avasallan a cualquier expectativa formulada en la víspera. Es mal negocio competir con la realidad. En particular si recordamos algunas observaciones peregrinas que suelen repetirse en esta columna. Ni la telepatía (ni sus hermanas, la precognición, la clarividencia, la profecía) pertenecen a las Ciencias de la Comunicación.
Habrá quien lo crea (y hasta lo escriba), pero (mire usted) el autor omnisciente, el que todo conoce de sus personajes, hasta lo que recuerdan, sienten y piensan, es propio de la literatura, la ficción, la novela y el cuento.
Nunca del periodismo. El rigor noticioso es cruel, no le basta la verosimilitud, exige veracidad, es decir, verdad. Lo que realmente ocurrió, no lo que podría haber pasado.
Perdiendo batallas con la realidad es como el joven aprendiz de reportero se forma a través de los años, hasta que aprende a tenerle respeto a lo inesperado. Los canijos imponderables.
Un viejo jefe de redacción, algo devoto, solía rezar para sus adentros una plegaria al santo de su devoción: “Cuídame de lo inesperado, que de lo esperado me cuido yo.”
ALGUNOS ATISBOS
Bien, si la experiencia fuera medianamente previsible, ¿en qué rango podrían ubicarse las expectativas del encuentro celebrado este domingo?.. Primera y más importante, la estrategia que aplicaría la candidata opositora (principal, sin duda única con posibilidades reales) XÓCHITL GÁLVEZ luego de su fracaso previo.
La crítica generalizada (que ella aceptó) es que su inefectividad como polemista (rigidez, nerviosismo, debilidad de argumentos) vino de la insoportable presión que ejercieron sus asesores de los tres partidos, que se cuentan por decenas y jamás lograron establecer una conducción integrada.
En días pasados, la señora GÁLVEZ anunció que esta vez no haría caso a sus operadores, tratando de recuperar lo mejor que tiene como candidata que es su espontaneidad, la frescura con la que asombró al mundo el verano pasado, cuando se catapultó como opción real, desplazando a los otros aspirantes (CREEL, PAREDES, DE LA MADRID, etc).
¿Lo logró o no lo logró?, es la pregunta que me hago horas antes, a sabiendas de que la lectura de este escrito se hará horas después.
Contra dicha meta conspiraba una recurrente falla en el diseño de este segundo programa. Demasiados temas a discutir, como son crecimiento económico, empleo, inflación, infraestructura, pobreza, desigualdad, cambio climático y desarrollo sustentable. ¡Todo eso!…
Exceso de contenido que nuevamente apuntaba hacia la fragmentación de la narrativa, lo cual suele conspirar contra la profundidad y el tratamiento extenso de los temas. Y esto favorecería (en principio) a la propia CLAUDIA SHEINBAUM.
Esta agenda recargada obligaría a XOCHITL a multiplicar sus lancetazos con más prisa de la aconsejable, sabedora de que en un tiempo muy corto la discusión cambia de capítulo, da vuelta a la página.
DEBATE ENTRE COMILLAS
Todo lo contrario de eso que han aconsejado expertos en la materia, más favorables a concentrar la disputa en tres o cuatro asuntos. Y también a reducir el desafío en los dos candidatos punteros, dejando fuera a las opciones sin posibilidad de triunfo.
De haberse aplicado este tónica en 2012, el debate final se habría negociado entre PEÑA NIETO y AMLO, dejando fuera a JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA y GABRIEL QUADRI.
Y de practicarse en 2018, los dos finalistas serían AMLO y RICARDO ANAYA, eliminando la participación de JOSÉ ANTONIO MEADE y JAIME RODRÍGUEZ CALDERÓN.
En el presente 2024, la dialéctica sería bastante más sustantiva de haberse fraguado entre CLAUDIA y XÓCHITL, prescindiendo de JORGE ÁLVAREZ MÁYNEZ.
Esto y una agenda básica con pocos temas le otorgaría una mayor consistencia a un ejercicio democrático que entonces merecería realmente el nombre de debate.
Por el contrario, demasiados rubros a discutir y demasiados candidatos dan por resultado las exposiciones fragmentadas de diagnósticos, proyectos y querellas, sin mayor espacio para discutir. El contraste es pobre, siempre a la carrera y con el tiempo en contra.
En fin, para cuando estas líneas estén circulando en tinta y papel ya se sabrá si tan sombríos pronósticos se cumplieron, o bien si XÓCHITL se sobrepuso a las desventajas estructurales del guion y logró colocar algunos golpes significativos.
Y. también, si CLAUDIA supo sortear la andanada de ataques que los expertos suelen aconsejar a quien marcha en segundo lugar. Lo ocurrido marcará la agenda periodística de toda la semana.
POR CARLOS LÓPEZ ARRIAGA
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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