CIUDAD VICTORIA, TAM.- Desde que el viejo Nissan Sentra del Caminante pasó a mejor vida, no le quedó más remedio que trasladarse a pie y en bicicleta para los tramos cortos.
Pero cuando son excursiones más largas, ha tenido que moverse en DiDi y Uber. A decir verdad, le ha resultado más barato usar el Uber que gastar en gasolina en un auto propio; es más rápido, más cómodo y más práctico.
Por lo general son traslados de 5 a 7 kilómetros máximo, cuyas tarifas oscilan entre los 40 y 60 pesos.
El vago reportero se la pasaba repartiendo calificaciones de cinco estrellas y uno que otro monto extra para socios de la plataforma que se han portado a la altura, de manera cortés y atenta.
Todo iba muy bien hasta hace poco que solicitó un viajecito de no más de 3 kilómetros y 8 minutos de duración, al que la plataforma puso un precio de 40 pesitos y que el Caminante gustoso aceptó pagar.
Esa mañana aprovecharía al doble la corrida, para llevar a su esposa al trabajo a las 9 de la mañana y de paso comprar dos que tres chucherías y triques en la zona centro.
En punto de las 8:30 aceptó el viaje y en su celular vio cómo la aplicación buscó un conductor cercano, el cual rápidamente aceptó y el asunto se concretó: “en 4 minutos empezará su viaje” fue la confirmación.
Sin embargo, en el GPS se observaba que el auto no se movía. El chofer asignado empezó a tardar, pasaron 8 minutos cuando recibió un mensaje “estoy cargando gasolina voy para allá”.
El Caminante dijo a su esposa, “bueno con que lleguemos antes de las 9 no hay problema”. El auto llegó al domicilio del Caminante 18 minutos después de aceptar el viaje, y junto son su señora, ascendieron al coche, pero sucedió un detalle: la llanta trasera del vehículo quedó en un bache y el asiento le quedaba muy abajo al vago reportero, que con sus 1.85 de altura le fue complicado ascender al carrito: prácticamente tuvo que dejarse caer de ‘nachas’ para poder entrar y la puerta del coche se azotó levemente.
Apenas iba a disculparse con el conductor, cuando éste montó en cólera: – ¡Te voy a pedir compadre que no me vuelvas a azotar la puerta! – dijo muy molesto el hombre alzando la voz, y el Caminante trató de suavizar las cosas, primero ofreciendo una disculpa, y después tratando de explicar el porque del incidente, pero el chofer en vez de aceptar la disculpa subió el tono.
– ¡Pues a’i te encargo mano, porque yo vengo bien para aguantar chingaderas! – después de esta expresión el Caminante decidió no solaparle su lenguaje.
– Pues mira mano, bien así que tú digas bien, pues tampoco vienes, porque debiste llegar en 4 minutos y llegaste en casi 20, entonces desde ahí ya no vienes bien. – ¡Ah chingado¡ ¿y entonces por eso azotaste la puerta? – No, ya te expliqué que te paraste sobre un bache y el carro quedó chaparro y por eso tuve que dejarme caer un poco para entrar. – Si va a empezar con esas mamadas se me bajas a la ver… – dijo el chofer levantando la voz y frenando de golpe.
– Ah no – respondió molesto el Caminante – el que empezó mal fuiste tú, por tardarte mucho en llegar. – ¡Pero yo te mande mensaje de que estaba cargando gasolina porque casi no traía! – Entonces no hubieras aceptado el viaje compadre. – ¡Bueno pues bájale de huevos! – retó el chofer ante la mirada sorprendida de la esposa del Caminante y reiniciando la marcha.
– Tu también bájale a tus palabrotas que yo no te he ofendido. Nuevamente el chofer se detuvo y empezó a manotear y golpear el asiento delantero.
– ¿A poco tú crees que por pinches 25 pesos te voy a dejar hacer lo que se te hinchen los huevos? – gritó el conductor.
– Este no es un viaje de 25 pesos – respondió el periodista. – Por eso pero no por eso te vas a subir con mascotas o comiendo al carro… – Yo no subí ninguna mascota ni vengo comiendo, no me reclames a mi lo que te hayan hecho otros pasajeros. – ¡Pues se me bajan a la ver… yo no estoy pa aguantar mamadas! – dijo el hombre apagando el coche.
El Caminante y su esposa descendieron del Uber a solo tres cuadras de distancia y la plataforma inmediatamente preguntó porque el viaje había terminado tan pronto.
El vago reportero procedió a reportar con todo detalle la conducta del chofer, a lo cual la aplicación le dio trámite y respondió en un correo que esa conducta sería sancionada ‘de forma definitiva’.
Cabe aclarar que es el único detalle negativo que el Caminante ha tenido usando esta plataforma, y ojalá sea el último. Algunos conocidos le comentaron que probablemente sea un ex taxista que no se supo adaptar a la plataforma …¡quién sabe!. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA