TAMPICO, TAMAULIPAS.- Con 71 años de edad, el señor Polo Hernández Chávez es uno de los vulcanizadores más reconocidos de la zona conurbada.
Durante más de 50 años se ha dedicado al giro de las vulcanizadoras, inició desde que tenía 10 años.
“Inicié en estos menesteres entre el año 62 o 63, era un niño que estaba en la primaria todavía y solamente iba al taller que se llamaba Vulcanizadora Los Socios que era del señor Armando Márquez”.
En la vulcanizadora de Los Socios estuvo hasta agosto de 1979, pero señaló que a finales de los años ochentas, comenzó a devaluarse el trabajo de los vulcanizadores por la instalación de una gran cantidad de talleres en la región.
“Duré hasta agosto de 1979, trabajé muchos años de eso, en aquel entonces era un trabajo bien cobrado y a finales de los ochentas empezó a ponerse mucho taller y comenzaron a regalar el trabajo”.
Dijo que en una reparación de llantas en aquellos años alcanzaba muy bien para comprar varias cosas, “es como si ahora se cobrara entre 150 y 160 pesos una reparación, pero se vino para abajo y empezó a perderse dignidad”.
“Tenía como unos 10 años de edad, ahí estuve, pasaron los años y aprendí, pero mis condiciones físicas todavía no me daban y cuando ya tenía 14 años, ya podía realizar los trabajos grandes y fui enseñando a los que iban llegando”, apuntó.
Nos afectó -dijo- a todos los decanos del negocio, de cobrar 150 o 160 pesos, a cobrar 80 pesos, “porque un local tienes que pagar renta, servicios básicos y antes era bien cobrado”.
“Así es mi historia y en algún tiempo yo era muy rápido en esto, yo estudié hasta segundo o tercer semestre de preparatoria”.
Polo Hernández Chávez, explicó que fue un alumno becado, pero ante las carencias que había en la familia, tuvo que dedicarse a trabajar y ya no pudo continuar con los estudios.
“Era buen alumno, pero se atravesaban fuertes necesidades en la casa, yo era joven, pujante para trabajar y dije voy a salirme de la escuela, estaba becado y ya no volví, cuando quise volver ya no tenía ritmo”.
Se casó cuando tenía 28 años de edad y desde entonces se enfocó en su esposa y en tener un patrimonio, primero una casa y después un automóvil.
“Ya no pude estudiar, me dediqué al trabajo y desde el 62 hasta la fecha trabajando en este giro, toda una vida, más de 50 años como vulcanizador”.
A pesar de la edad, refirió que quiere seguir en el trabajo, “no quiero oxidarme, se deteriora uno, el cuerpo está acostumbrado después de tantos años de trabajar en esto y se conserva uno, tal vez no de la fachada, pero sí en el interior”.
“No tengo diabetes, no tengo hipertensión, solamente los achaques propios de la edad, la rodilla me duele un poco, pero dentro de lo que cabe estamos en muy buenas condiciones hasta ahorita”.
Recomendó a los jóvenes que estudien y si deciden no hacerlo, que el oficio que elijan lo hagan con empeño al cien por ciento o más.
“Es un oficio muy pesado y en algún tiempo era muy rápido en esto y fueron una pareja de españoles para pedirme que si podía quitar las llantas de un carro, querían ver la velocidad”, terminó.
Por. Óscar Figueroa
Expreso La Razón