CIUDAD VICTORIA, TAM.- La infancia de Claudia Gómez no fue fácil, pues al ser hija de un hombre con discapacidad tuvo que enseñarse desde muy pequeña a realizar trabajo pesado, desde cambiar una llanta de auto hasta instalar un tanque de gas; algo que años después le sería de gran utilidad al ser madre soltera de dos hijas, una de ellas Purita, con quien ha luchado por su salud durante 17 años, debido a la condición con la que nació la cual es muy poco común y difícil de tratar.
Con nostalgia Claudia recuerda el día de parto, aquel 12 de octubre del 2007, tras pasar 9 meses las condiciones eran óptimas para dar a luz, en un embarazo que fue sin problema alguno, sin embargo, este solo sería el preludio para una tormenta que de acercaba.
Tras concluir con la labor, la madre recuerda su alegría al escuchar el llanto de su segunda hija, pues pensó que, si era tan fuerte, seguramente es señal de que había nacido con pulmones fuertes.
Sin embargo, algo andaba mal, pues los doctores no se la traían para alimentarla, en su lugar discutían unos con otros, pues creían que se había herido de un labio la niña tras ser manipulada, lamentablemente no fue así, solo era uno de los síntomas de su extraña enfermedad.
Quienes han dado a luz o tengan conocimiento de las cesarías, saben que no es una herida que se cura rápidamente, es una “cortada” que se tiene que reposar correctamente, esto era un lujo el cual
Claudia no se pudo dar, ya que tras dar a luz si vida se convirtió en un recorrido infinito de clínicas, doctores y especialistas.
Pocas horas habían pasado de haber pedido alta voluntaria para acompañar a su recién nacido de un doctor a otro, incluso los especialistas del Hospital Infantil no sabían a lo que se estaban enfrentando “Yo lo vi, a mí nadie me lo va a decir, literalmente estaban los doctores buscando en la computadora, en internet en Google que es lo que tenía mi hija” ya que no se había dado ningún caso de este tipo en el estado.
Fue después de un tiempo de investigar, los especialistas pidieron apoyo de la fundación Micho Mau, de apoyo a niños con quemaduras, para que contactaran a un doctor que pudiera dar con el diagnóstico correcto.
No habían pasado ocho días del nacimiento de María Pura y ya recorría con sus progenitores las salas del hospital 20 de noviembre de la ciudad de México, en donde le diagnosticaron Epidermólisis Bullosa o piel de mariposa.
Fue así que la ciudad de México se convirtió en su hogar en los próximos 21 días, tiempo en que Purita fue internada y en el que los doctores capacitaran sus padres para manipular y cuidar a una persona con “piel de mariposa”.
Claudia recuerda que se entero de la noticia por su esposo, en un viaje dentro del Metro de la ciudad de México, un lugar en ocasiones claustrofóbico por la masa de personas, pero en ese momento se volvió el mas solitario del mundo, sin ruido o tiempo, solo un enorme reto por el cual tenía que por enfrente.
El destino de ese viaje en metro fue la Basílica de Guadalupe, en donde afirma camino de rodillas desde la entrada hasta el altar, en donde en cada cojeo realizaba un juramento a la reina de los mexicanos en el que con su ayuda divina ella siempre estaría en batalla para el bienestar de su hija.
En ese momento los doctores fueron muy claros, dijeron que a partir de ahí todo el mundo les iba a llenar el colmo de recomendaciones, de recetas, tratamientos e incluso productor milagros para tratar de darse solución a la los padecimientos de una forma mágica.
A lo cual los doctores fueron firmes en lo peligroso que seria el aplicarlos si no están dentro del tiramiento médico.
Pasaron seis años, aquella beba ya estaba en primaria y aunque con muchos cuidados la infancia de Pura corría con normalidad, sin embargo, aun en su cuerpo salían llagas y era propensa a enfermarse, por lo que un milagro termino por suceder.
Coincidencias divinas o señales, pero la maestra de inglés de Pura sabia de un tratamiento que mejoraría claramente la salud de la pequeña y le multiplicara su calidad de vida. Algo muy poco probable, pero que la teacher explicó es porque un familiar suyo padecía de “Huesos de Cristal” el cual había recuperado un poco de salud debido a un tratamiento de un doctor que estudio en Alemania.
Dicha eminencia contaba con una clínica en la ciudad de Tijuana, pero también atendía en un hospital de Morelia Michoacán, de inmediatamente la madre de comunico para agendar lo mas pronto posible una cita.
Tras ser esto se helo con el costo, ya que la consulta era de cortesía, pero el tratamiento costaba 15 mil pesos, el cual se tenia que suministrar durante meses seguidos.
El problema ahora era reunir los primeros 15 mil pesos, más gastos de traslados, para el tratamiento, un procedimiento que llevaría a la madre de dos hijas a descubrir el lado más bondadoso de las personas, pero también de el mas prejuicioso.
Fue en el primer boteo realizado donde pensó por rendirse por primera y única vez, pues algunas personas lejos de ayudarle la juzgaban, no solo con la mirada, sino también verbalmente al decir que porque no trabajaba en vez de pedir ayuda entre otras cosas irrepetibles.
Al ver su tristeza, los organizadores del evento deportivo a donde Claudia asistió a pedir dinero, detuvieron el espectáculo, la presentaron ante todo el público, así como su causa y tras esto, reunió sus primeros 8 mil pesos, de los 18 necesarios para el viaje.
El resto lo reunió con la ayuda de rifas, sorteos y personas bondadosas que donaban todo par iniciar el tratamiento de Purita y así fueron pasando los años en el que cada aplicación necesaria significaba docenas de acto para reunir una meta y que gobiernos apoyaron mas que otros o incluso retiraron este por lo que su madre tenia que buscar el medio necesario.
POR RAÚL LÓPEZ GARCÍA