A nadie sorprende, pero cobra relevancia en el contexto de una elección que luce competida: a menos de tres semanas de la elección, en Tampico hay suficiente evidencia de que Úrsula Salazar está jugando sus cartas contra Mónica Villarreal.
En los cuarteles generales de Morena ya lo saben y no lo piensan dejar pasar.
La candidata de la coalición Sigamos haciendo historia a diputada local ha desplegado una estrategia para cruzar el voto en el Distrito 21 -el más identificado con la 4T de los dos que integran Tampico- para favorecer a Rosa González Azcárraga, la candidata del PRI y PAN a la presidencia municipal.
En sintonía con esta operación desleal, obviamente, está Juan Dionisio Cruz, rector de la Universidad Tecnológica de Altamira y esposo de Úrsula.
Son bien conocidos en la zona conurbada los desplantes de este personaje cuya sed de protagonismo no ha hecho sino perjudicar la carrera de la actual presidenta de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado.
No solo en el sur, también en la capital se ha hecho famoso el rector de la Universidad Tecnológica de Altamira por su hostigamiento constante contra personal del Poder Legislativo.
En los pasillos del recinto, es bien sabido que Dionisio se mueve a sus anchas como si tuviera alguna autoridad sobre los empleados del Congreso. El maltrato y los malos modos son la constante.
El enojo de la pareja, claro está, viene del proceso de selección de candidaturas en Tampico.
Úrsula y su esposo ya se imaginaban con el control del ayuntamiento porteño, pero las encuestas nunca favorecieron a la diputada.
Hacerla candidata a la alcaldía para Morena significaba rendir la plaza sin pelear.
La única oferta que le pusieron sobre la mesa fue salir a territorio como candidata de mayoría para intentar ganarse su lugar en el Congreso.
Y así lo ha hecho, el problema es que por debajo de la mesa, persigue otro objetivo: impedir que Mónica Villarreal gane la alcaldía de Tampico.
Para Morena el asunto es de la mayor relevancia, porque los esfuerzos de todos sus grupos políticos se han volcado para conseguir que el partido conquiste el único de los municipios considerados grandes que se le ha resistido.
La tarea no es sencilla, por eso, cualquier amago de traición como el de Úrsula y Dionisio pone en riesgo la ruta de navegación.
Por lo pronto, una vez más, a la diputada ya le han hecho llegar el mensaje de que su comportamiento y la operación de su grupo político está siendo observado con lupa.
Como en tantas otras ocasiones, los cómputos de la elección permitirán detectar si en el Distrito 21 se materializa el voto cruzado contra la candidata de la 4T a la alcaldía.
Todos los involucrados en el asunto saben que una vez concluida la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, la relevancia política de Úrsula Salazar y su esposo empezará a diluirse. Una traición sería el último clavo para su carrera.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES