Un acierto, sin duda, el haber ubicado la amenaza delictiva como tema candente del tercero y último debate. Constituye el principal problema del país y merecía ser abordado en la fecha más cercana a los comicios. Hay 14 días de diferencia entre el domingo 19 de mayo y el domingo 2 de junio.
Aunque distintas interpretaciones del fenómeno, ya dichas aquí:
(1) A como lo entiende el PRIAN, la criminalidad debe ser enfrentada con mano dura y sin contemplaciones, empleando toda la fuerza del Estado y hasta dónde tope.
Tal esquema responde al reclamo del sector productivo hoy vulnerado por la extorsión, el cobro de piso, de paso y peaje, con secuelas como el robo con violencia y asesinatos cada día más brutales.
(2) A como lo entiende MORENA, el esfuerzo gubernamental debe focalizarse en el combate a las causas de la delincuencia. La desigualdad social, la injusta distribución de la riqueza, la falta de oportunidades, desempleo, marginación, bajos salarios.
En principio, ambas fuerzas esgrimen sus respectivas propuestas como si fueran excluyentes, sin ver que justicia social y justicia a secas, son complementarias. Poco aconsejable posponer una para privilegiar la otra.
Pensar en la ley y el orden sin combatir a fondo la pobreza puede ser tan malo como implementar programas sociales creyendo que la llamarada delictiva se apaga sola.
Ello, aunque por razones de propaganda, la señora GÁLVEZ añadió durante la campaña que su política de mano firme no cancela los programas sociales. La duda es qué tan sincera sea o si se trata tan solo de un ardid sujeto a reinterpretación, si XÓCHITL gana y asume.
CABEN PRECISIONES
Por igual es digna de apunte la discreta contradicción entre el modelo de la doctora SHEINBAUM y el esquema de AMLO en el trato a las organizaciones delictivas.
No parece hacer suyo el adagio de “abrazos no balazos”, si recordamos el desempeño de OMAR GARCÍA HARFUCH en la Seguridad Ciudadana de la capital.
Divergencia que, por cierto, solo se habrá de exteriorizar y hacer del todo visible si CLAUDIA resulta triunfadora y (también) hasta que asuma plenamente el poder. Cuando emprenda la inevitable tarea de cortar el cordón umbilical con su hacedor. Hasta entonces.
Hay un texto de JORGE ZEPEDA PATTERSON (amigo de ambos, CLAUDIA y ANDRÉS) publicado en febrero pasado con dos títulos diferentes. En MILENIO se llamó “Las Cuatro Claudias” (https://is.gd/6BOfK4) mientras que EL PAÍS de Madrid lo intituló “Las Cuatro Sheinbaums” (https://is.gd/yYMPRE).
El también sociólogo y economista ZEPEDA PATTERSON avizora una asunción gradual del poder en cuatro tiempos, o etapas que serían (1) La candidata, (2) La ganadora en las semanas previas a su toma de protesta, (3) la presidenta recién llegada al poder y (4) la mandataria una vez cumplido el primer año de su gestión (octubre del 2025).
Lo cual, para los impacientes, resulta demasiado largo. Un simpatizante de XÓCHITL podría decir que el relevo total del poder debe activarse a partir de que preste juramento la nueva jefa del ejecutivo federal.
CORTE FINO
Bienvenidos todos los escenarios, aunque el mensaje entre líneas de ZEPEDA tiene bastante miga. La separación exige gradualismo, al menos en la intención inicial. Como punto de partida, para que nadie salga lastimado.
Pero asoman los asegunes. Quienes han observado este proceso en transiciones como las de CALLES a CÁRDENAS; ECHEVERRÍA a LÓPEZ PORTILLO; el propio LÓPEZ PORTILLO a DE LA MADRID y ZEDILLO a SALINAS, suelen decir que el buen ánimo de dicho traspaso depende (sobre todo) de cómo se porte quien va de salida.
Hay temperamentos que no hacen ruido y por eso nadie los molestó: RUIZ CORTÍNES, DE LA MADRID y ZEDILLO, por mencionar tres ejemplos.
Pero también exmandatarios incómodos, protagónicos, expansivos, como ECHEVERRÍA, LÓPEZ PORTILLO y SALINAS, por citar otros tres casos, donde la ruptura no fue precisamente suave. ¿Qué veremos en el presente 2024 y en los años subsiguientes?…
Por principio habrá que esperar resultados, para aclarar, precisar, comprobar si efectivamente la abrumadora mayoría de las encuestas atinó al predecir el triunfo de CLAUDIA o la tumultuaria voz de la calle avizoró el empoderamiento de XÓCHITL.
ALTO TOTAL
Valga el detalle. Ningún presidente que se recuerde posee ese perfil de luchador social, acaso único en LÓPEZ OBRADOR. Tampoco su maratónica trayectoria en lides electorales.
En 1988, cuando estaba por cumplir 35 años, compitió tras la gubernatura de Tabasco por el Frente Democrático Nacional (FDN) contra el candidato del PRI SALVADOR NEME CASTILLO. La autoridad dio el triunfo a NEME y ANDRÉS protestó.
En 1994, rondaba los 41 cuando volvió a la palestra por el mismo cargo, abanderado entonces por el PRD, frente al priísta ROBERTO MADRAZO. La autoridad declaró ganador a MADRAZO y ANDRÉS protestó.
En 1996, a los 43, obtiene su primer triunfo como candidato a dirigente nacional del Sol Azteca, tras vencer al ingeniero HEBERTO CASTILLO y a la maestra AMALIA GARCÍA.
En 2000, a los 47, una nueva victoria lo convierte en Jefe de Gobierno capitalino. Después vendrán sus dos derrotas presidenciales, la de 2006 frente a FELIPE CALDERÓN y la de 2012 ante PEÑA NIETO.
Con luchas postelectorales muy tórridas, en especial, la primera. Finalmente, en 2018, obtiene un triunfo espectacular que lo catapulta a la silla presidencial.
Haciendo cuentas, entre 1988 y 2024 son 36 años de lucha ininterrumpida. Inercia poderosa, que a partir de octubre (según sus propias palabras) deberá hacer alto total y para siempre, tras casi cuatro décadas de movimiento incansable. Vaya reto, como detener de golpe una locomotora.
La pregunta es si ello es factible.
POR CARLOS LÓPEZ ARRIAGA
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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