Entre sábanas manoseadas y forcejeos interminables, transcurrió el miércoles, día de contabilizar votos para dejar en claro que los números arrojados por el PREP son insuficientes para resolver las elecciones de Nuevo Laredo, Ciudad Victoria y San Fernando.
Finalmente, en toda jornada electoral siempre hay casos que terminan en la judicialización y obligan a una larga y ansiosa espera para los protagonistas. Por lo pronto ha quedado en claro que la recuperación de la mayoría calificada en el Congreso Local y el triunfo en 25 municipios permiten al gobierno estatal iniciar las reformas necesarias para fortalecer la gobernabilidad, quebrantada con las reformas y enredos legales heredados por el panismo cabecista.
El reto ahora es asegurar que la abrumadora mayoría morenista cuente con un liderazgo leal, preparado para apuntalar al Poder Ejecutivo.
En pocas palabras, habrá que evitar los errores que en su momento cometieron Armando Zertuche y Ursula Salazar, quienes tuvieron la oportunidad de acabar con los entuertos cabecistas, pero la dejaron ir, tal vez sin siquiera darse cuenta.
¿Quién será el próximo líder del Congreso? Hasta ahora no se visualiza a la persona que será el coordinador de la facción morenista, pero queda claro que se han generado condiciones favorables para crear el andamiaje legal que el gobierno estatal necesita.
Por lo pronto, para saciar el morbo, habrá que ver qué pasa con tres personajes del panismo cabecista que llegarán al palacio legislativo en medio de la tormenta.
Ismael Cabeza de Vaca, Vicente Verástegui y Gerardo Peña tendrán que remar a contra corriente, en una atmósfera hostil que ellos mismos generaron.
Finalmente, cuando asuma funciones la nueva legislatura, se sabrá si actitudes que rayaron en la bravuconería se mantienen ahora que han quedado reducidos a una minoría.
La nueva composición del Congreso pone en riesgo a sus aliados incrustados en el aparato gubernamental, sobre todo los polémicos titulares de las fiscalías, Irving Barrios y Raúl Ramírez Castañeda.
Ambos inauguraron una temporada que pervirtió el papel de los contrapesos y de la impartición de justicia. Queda atrapado en la vorágine del cambio generado por la ola morenista, el regiomontano Raúl Ramírez Castañeda, quien convirtió la lucha contra la corrupción en un arma implacable contra los opositores al régimen.
Por el carácter faccioso y persecutorio del fiscal anticorrupción, todo indica que tendrá que enfrentar a una legislatura que esta vez sí está en condiciones de iniciar un proceso legal, como se intentó infructuosamente durante el liderazgo desafortunado de Ursula Salazar. Este y otros temas, incluyendo reformas constitucionales, podrán ser desahogados si la nueva legislatura se consolida como un instrumento que fortalezca las instituciones y abre paso a una nueva etapa en la vida pública de Tamaulipas.
El logro principal de Morena en estas elecciones es la mayoría legislativa que se vislumbra y por eso mismo el riesgo es que, entre los pataleos del panismo, se intente quebrantar a la fracción oficialista, aunque queda claro que quienes podrían intentarlo carecen ahora de la fuerza que les dio el poder y el presupuesto.