TAMAULIPAS, MÉXICO.- Tamaulipas sigue recuperándose de la sequía meteorológica, así lo registra el último reporte del Monitor de Sequía en México.
Y es que en esta reciente publicación emitida por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), ya lo sitúa como una de las ocho Entidades con mayor porcentaje sin afectaciones por esta problemática que todavía vive gran parte de la República.
Es el cuarto lugar con un 73.8 por ciento libre de sequía, solo por debajo de Nuevo León, quien es el tercero de ocho y que hasta hoy día tiene el 95.2 por ciento de su extensión territorial sin afectación alguna por aridez.
Antes del 19 de junio, cuando Alberto ingresó con sus primeras lluvias, Tamaulipas estaba con el 97.7 por ciento de su territorio seco, una situación nunca antes vista y que se había agravado desde el verano del 2023.
Pero todo cambio con los siguientes eventos meteorológicos que culminaron hasta los primeros días del mes de julio.
Hoy día Tamaulipas cuenta solamente 7 municipios con tres dirigentes intensidades de sequía en lo que es la región cañera, mientras que 11 anormalmente secos.
Mientras que 25 se encuentran sin afectación alguna, que son todos en el altiplano, gran parte del centro, toda la región norte y la zona conurbada de Tampico.
Hasta el 18 de junio el panorama tamaulipeco se describía de la siguiente manera:
Antes de Alberto, se tenía registro de un 97.7 por ciento de su territorio seco en diferentes intensidades, un hecho histórico.
De dicho porcentaje, el 53.0 por ciento tenía sequía extrema, y correspondía a 24 municipios tanto del centro hasta el sur de Tamaulipas.
Así también el 12.6 por ciento se encontraba con sequía severa o D2, lo que equivalía a casi todo el valle de San Fernando.
En sequía moderada estaba el 15.3 por ciento del territorio, que en ese entonces era la mayor parte de la frontera tamaulipeca.
Y por último, pero no menos crítico, en anormalmente seco ubicaba la CONAGUA al 9.1 por ciento, situación que se registró en algunas partes de Matamoros, Valle Hermosa, Río Bravo y Reynosa.
Por. Antonio H. Mandujano