Hablemos desde otra perspectiva, de un tipo de violencia poco visibilizada y que afecta a muchas trabajadoras en México, la laboral. De acuerdo con
la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, se entiende por violencia laboral a las acciones u omisiones que dañen a la salud, integridad, libertad y seguridad, basadas en el género, y que se presenten tanto en el ámbito público como privado.
Por ejemplo, en el centro de trabajo, este tipo de violencia la ejercen personas con un vínculo laboral como jefes, compañeros, clientes o usuarios; pero también se extiende al ámbito escolar como profesores, directores o compañeros. Las agresiones que se califican afectan la autoestima y el desarrollo de la víctima. Es por eso que la Ley para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, publicada en el Estado de Tamaulipas desde 2007, refuerza este concepto y además agrega el acoso y el hostigamiento sexual.
Esta ley, actualizada en 2018, también agregó entre otras: la negativa ilegal de contratación, la negación de licencia de maternidad, no respetar las condiciones de empleo, la descalificación del trabajo realizado, intimidaciones, humillaciones y discriminaciones por género, reforzando todas las anteriores a las desigualdades en los centros de trabajo.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) de 2021, 70% de las denuncias de violencia laboral son presentadas a las mismas autoridades del centro laboral o de los sindicatos. De este modo, solo el 4.6% llegó a formularse como demanda formal en la Procuraduría de la Defensa del Trabajo, probablemente por la desconfianza en las instituciones que deben proteger los derechos laborales o por el desconocimiento de éstas.
En Tamaulipas, según la misma fuente, 5.3% de las mujeres que sufrieron esta violencia han formalizado su denuncia. Sus motivos principales es
que perciben que el incidente no fue importante, además de la falta de conocimiento sobre cómo y dónde denunciar, sumado al miedo a las represalias de sus abusadores laborales tales como despidos, bajas de salarios, o empeoramiento de sus condiciones.
Las mujeres que tienen un perfil de mayor riesgo a sufrir este tipo de violencia son las jóvenes de 15 a 24 años, con educación media superior o superior y solteras. De acuerdo con la misma fuente, el 27.9% de las mujeres económicamente activas, han sufrido alguna vez violencia laboral que incluye discriminación, violencia sexual, psicológica y física.
Existe una teoría que explica desde los años ochentas este tipo de desigualdades, la teoría del Techo de Cristal.
Ésta hace referencia a las barreras que obstaculizan el acceso de las mujeres a mejores puestos dentro de la organización, cargos directivos, no porque no sean capaces, sino porque la estructura del centro laboral perpetúa las prácticas de desigualdad entre hombres y mujeres.
La violencia laboral no solo afecta directamente el bienestar emocional y económico de las mujeres, sino que limita sus oportunidades de crecimiento
laboral. Y, considerando que ellas son la mitad de la población nacional y mundial, es necesario reconsiderar la importancia de su participación en todos los ámbitos de la vida humana, incluso el laboral.
En Tamaulipas, si se desea interponer una denuncia por violencia laboral, algunas de las instituciones facultadas para recibirlas y procesarlas, dependiendo el ámbito del incidente son: la Procuraduría de la Defensa del Trabajo (ofrece asesoría y representación legal), la Fiscalía General de Justicia del Estado de Tamaulipas (investiga y persigue el delito aunque sea penal), el Instituto de la Mujer Tamaulipeca (ofrece asesoría legal y apoyo psicológico), la Secretaría del Trabajo del Estado de Tamaulipas (regula las leyes y brinda asesoría para presentar las denuncias) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (emite recomendaciones a las autoridades competentes).
Considerando que, próximamente tendremos un gobierno nacional y municipal liderado por mujeres, sería un logro que dichas barreras comiencen a desdibujarse para dar paso a una gestión que visibilice, apoye y erradique todo tipo de violencias. En el ámbito laboral, se puede trabajar con capacitaciones, sistemas efectivos de denuncias vía digital, y mayores protecciones para las víctimas.
Todas las mujeres, independientemente de su edad, estado civil, giro laboral o entidad federativa, deben tener la garantía de que su trabajo es valorado, respetado, promovido y remunerado igualitariamente. Combatir todo tipo de violencias es imperativo en estos tiempos, y es más oportuno hacerlo en época de gestiones políticas lideradas, precisamente, por mujeres.
Por. Dr. Dulce Alexandra Cepeda Robledo