El control de los precios de bienes y servicios sigue siendo uno de los grandes retos para la economía mexicana, en particular para las decisiones de política monetaria del Banco de México, debido a que representa su referente más importante en la determinación de las tasas de interés.
Esta semana el INEGI dio a conocer que, para la primera semana de julio, la inflación se había incrementado 0.71 por ciento, siendo el incremento más alto de la última década, incluso en el periodo de pandemia la inflación en julio fue de 0.36 por ciento, casi la mitad de lo que actualmente representa.
El acumulado anual de la inflación se ubicó en 5.6 por ciento, muy superior al observado en 2023 el cual fue 4.8 por ciento. Este incremento, particularmente, fue impulsado por el aumento de los frutas y verduras, el incremento en el valor de la vivienda, renta de vivienda, colegiaturas, tarifa eléctrica, incremento en la gasolina, entre otros bienes y servicios. Aunque el mayor impacto en el crecimiento de los precios se le atribuye al aumento de frutas y verduras. Los productos que mayor incremento tuvieron fueron el jitomate, cebolla, chayote, aguacate, naranja, huevo; y, en el caso de los servicios, se destaca el transporte aéreo, gas doméstico y electricidad.
Como se podrá identificar, es notable que gran parte de la presión sobre la inflación la ejercen los bienes agropecuarios. Gran parte de esta presión es debido a los efectos retardados que ejerció la sequía en la mayoría del país durante el mes pasado. Pero también está ejerciendo un impacto importante el efecto de las tarifas eléctricas, las cuales se incrementan en un periodo de alta demanda, lo que provoca que el sector productivo ajuste sus precios provocando el aumento de la inflación.
Este escenario inflacionario tienes múltiples efectos en el sector social, productivo e institucional. En el caso del primero, reduce su capacidad de compra, afectando la demanda de bienes y servicios que se traducen en menor bienestar. El sector productivo se presiona los costos de producción, si bien el costo laboral al ser pegajoso no se ajusta inmediatamente a los efectos inflacionarios, sí lo hacen los insumos que demanda en el proceso productivo.
Sin embargo, el mayor efecto que se observa es sobre las decisiones de bajar las tasas de interés del Banco Central, ya que, ante el descontrol de la inflación, no hay elementos para disminuir dichas tasas, lo que se traduce en un escenario de estancamiento económico, es decir, la generación de inversión para la creación de nuevos negocios no aumenta y con ello las fuentes de empleo se ven limitadas.
Por lo anterior, resulta fundamental la intervención del estado a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Secretaría de Economía, para intervenir en el mercado de bienes y servicios, y emplear estrategias de acción inmediata en los mercados de alta demanda que está en riesgo por escasez, esto puede regularse a través de la importación de dichos bienes o servicios. Usted ¿qué piensa?
POR JORGE ALBERTO PÉREZ