El 1 de septiembre de 1928, Plutarco Elías Calles en su último informe declaraba de “la necesidad que creemos definitiva y categórica, de pasar de un sistema más o menos velado de gobiernos de caudillos a un más franco régimen de instituciones”, declaración donde claramente faltaba a verdad pues en ese momento el se convertía en uno, al que le llamarían el Jefe Máximo de la Revolución y al período del 1 de diciembre de 1928 hasta la madrugada del 10 de abril de 1936.
Con anterioridad, el 17 de julio de 1928, en el restaurante La Bombilla, había sido asesinado el presidente electo Álvaro Obregón a manos de José León Toral quien lo hacia responsable por la guerra cristera. Debido a ello, el Congreso de la Unión, nombro presidente interino a Emilio Portes Gil, con el fin de que organizara y llevara a cabo elecciones.
Contó con los secretarios de estado que le asignó Calles y lo condujo bajo la dirección del mismo Calles.
Durante su mandato, e impulsado por Calles, se fundo e Partido Nacional Revolucionario (PNR). Portes Gil organizó las elecciones y el PNR nombró a Pascual Ortiz Rubio como su candidato (nombrado por Calles por supuesto), quien de acuerdo con Portes Gil era “un hombre sin carácter, lleno de prejuicios, susceptible en grado sumo a la influencia de última persona con quien hablaba, un verdadero juguete de quienes lo rodeaban” y se enfrentó ni mas ni menos al popular ex secretario de Educación, José Vasconcelos apoyado por el Partido Nacional Antirreeleccionista.
La elección la ganó por un amplísimo margen Ortiz Rubio obteniendo el 93.55% de los votos (¿les suena?). Al nuevo presidente la voz popular le puso el mote de “El Nopalito” por lo baboso.
El pueblo de México no lo consideró merecedor de odio o simpatía, sino alguien solo digno de mofa. Ortiz Rubio tomo su residencia en el castillo de Chapultepec y Calles tenía una casa enfrente en la colonia Anzures.
Alguien pintó en una rampa del castillo lo siguiente “Aquí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente”.
Portes Gil fue asignado por Calles como secretario de Gobernación de Ortiz Rubio (le suena), originario de Cd. Victoria, Tamaulipas, alguien mal informado creía que era de Mante, y compuso este verso “Tener doble presidente/ Es cosa desconcertante/ Que nos dejen al de Mante / Y se lleven al demente”.
Dado que las cosas de importancia las decidía Calles y las ejecutaba Portes Gil, se volvió un inaugurador obsesivo. Así pues, en su primer informe de gobierno incluyo como una obra “trascendental” la inauguración de un pasaje subterráneo para peatones en la esquina de 16 de septiembre y San Juan de Letrán.
Durante la inauguración estuvieron presentes miembros del gabinete, hubo vallas de honor, toques de clarín y marchas militares. La gente lo bautizó como el “túnel del gran simplón”
La intromisión constante de Calles y las burlas de la gente hicieron insostenible la presidencia de Ortiz Rubio, por lo que, al cabo de dos años, presentó su renuncia al cargo en 1932 marchándose hacia los Estados Unidos.
Aún en este momento, la gente no dejó de hacer chistes a su costa. Se contaba que Abelardo L. Rodríguez, dado que hubo torrenciales lluvias esos días y la frontera se encontraba inundada, había enviado un telegrama a la frontera preguntando si había pasado vivo don Pascual, a lo que le respondieron que no, que había pasado igual de pendejo que siempre.
La presidencia de Ortiz Rubio fue la que probablemente tuvo mas humillaciones y escarnio durante el Maximato, período en que Plutarco Elías Calles ejerció su poder para gobernar el país.
El próximo 15 de agosto se dará el nombramiento de presidenta de la república a Claudia Sheinbaum a quien veo muy cómoda siguiendo las instrucciones del presidente, en un proceso que parece tener los visos de Maximato ¿Será la próxima Nopalita?