CIUDAD VICTORIA, TAM, En una semana se inicia una nueva etapa política de México: el domingo 1 de septiembre asumirán su cargo los nuevos diputados federales y senadores y mientras Morena, el partido oficialista se consolida como primera fuerza política, la coalición PRI-PAN-PRD se colapsa y enfrenta los cuestionamientos de la militancia y sus liderazgos históricos, En San Lázaro, Morena y aliados tendrán una abrumadora mayoría calificada con más del 70% de los escaños, y en el Senado necesitarán solo tres votos más para consolidar una aplanadora que podrá reformar la Constitución. Y para ello tienen prisa.
Desde ahora están discutiéndose en comisiones las iniciativas presentadas desde principios de año por el presidente López Obrador, para que la próxima semana, tan pronto como se instale la próxima Legislatura, sean aprobadas en el Pleno.
Un mes después, el 1 de octubre, se consolidará la era de la 4T en el país. Claudia Sheinbaum asumirá la presidencia de la República, y con ella cientos de cargos de elección popular en diferentes entidades.
Ahí es donde inicia un nuevo ciclo político en Tamaulipas, uno donde el gobernador Américo Villarreal -con cuatro años todavía de gobierno por delante- tendrá en las manos todos los hilos del poder, con ello la posibilidad de consolidar su agenda de gobierno.
¿Cómo se llegó a este punto? Los resultados del 2 de junio lo pueden explicar muy bien, más ahora que han sido legitimados por las autoridades electorales.
En la jornada electoral, Morena y sus aliados obtuvieron 879,480 votos, una cifra superior a la que había obtenido la coalición en la elección del 2022 donde solo se eligió gobernador, y todavía mucho más grande a la del 2021, cuando se registró el último proceso concurrente.
Ese caudal de votos le sirvieron para apuntalar una apabullante victoria de Claudia Sheinbaum en territorio tamaulipeco, y ayudó para consolidara a Américo Villarreal como uno de los gobernadores más cercanos al próximo gobierno federal, pues en la ciudad de México además, no se ha pasado por alto que fue uno de los primeros mandatarios en pronunciarse abiertamente a favor de su candidatura, ganándose incluso la animadversión de los oponentes internos de la ahora presidenta electa.
La votación histórica de Morena en el 2024 alcanzó para arrasar en la elección por el Senado y
colocar sin problemas a sus dos candidatos y para barrer con siete de las ocho diputaciones federales.
A nivel territorial, las estadísticas lo dicen todo: Morena y aliados tendrán bajo su control municipios con un total de 3 millones 186 mil habitantes de los 3 millones 527 mil habitantes con que cuenta Tamaulipas, de acuerdo al INEGI; el resto se dividen entre panistas, priístas y Movimiento Ciudadano.
La oposición pasó de gobernar al 20% de la población a solo el 10%, tras perder todos los municipios grandes. Tampico y Mante, los últimos dos bastiones panistas, cayeron el 2 de junio y a partir del 1 de octubre serán gobernados por alcaldesas de Morena.
Acción Nacional perdió también la hegemonía que mantenía en las zonas rurales, con municipios trascendentales geográficamente como San Fernando. Se evaporó su control político de la Frontera Chica, donde Morena ganó los ayuntamientos de Guerrero, Mier y Camargo.
La región cañera es otro ejemplo de la debacle panista, y del ascenso político de la 4T que da al gobernador una hegemonía de cara a la mitad a de su sexenio.
Los panistas habían gobernado por años y sin cortapisas esa región que incluye los municipios de Llera, Gómez Farías, Ocampo, Xicoténcatl, El Mante, Antiguo y Nuevo Morelos, González. Ubicando la fortaleza panista más grande en los municipios de El Mante, González y Xicoténcatl que son los municipios que tienen más habitantes y que tienen las economías más fuertes al sostenerse de la agroindustria.
Al perder César Augusto Verástegui la candidatura al gobierno del estado también perdió parte del poder que ejercía en los municipios y al elegir los candidatos para el proceso electoral que acaba de finalizar, optaron por la reelección de los alcaldes de Mante, González, Gómez Farías y Ocampo, ya que tenían la posibilidad de conservar el territorio panista más grande.
Pero los resultados del proceso electoral no fueron favorables para el Partido Acción Nacional. Además de El Mante, González es otro de los municipios grandes que perdió el PAN en esta región, alcanzado Gabriela Verlage apenas 5,604 votos mientras que el morenista Miguel Zúñiga se llevó 10,634 votos. Otra región donde la oposición perdió presencia fue el Altiplano, donde Morena obtuvo victorias en Tula, Jaumave y Palmillas.
En conclusión, Morena y aliados gobernarán 25 municipios, los suficientes para poder modificar la Constitución de Tamaulipas. En ello radica el triunfo más importante de Américo Villarreal Anaya: con la victoria en más de la mitad de las alcaldías, y la mayoría calificada en el Congreso, tiene en sus manos la llave para abrir los candados que dejó la administración cabecista.
Pero además, en términos políticos el gobernador se consolida como el único factor de poder en Tamaulipas. Después del 2 de junio, sus principales oponentes -los panistas y priístas aliados con el ex gobernador Cabeza de Vaca- quedaron huérfanos.
Su grupo político naufragó desde que a su líder se le cayó la candidatura plurinominal a la Cámara de Diputados- y su presencia en el estado luce más debilitada que nunca.
La participación de Acción Nacional en la próxima legislatura local es un ejemplo de ello. Los siete diputados panistas que la integrarán tendrán una participación meramente testimonial, y difícilmente tendrán la cohesión para formar una bancada sólida que por lo menos pueda fijar una postura común contra el oficialismo.
A poco más de un mes de la instalación de la 66 Legislatura, todo hace indicar que Ismael García Cabeza de Vaca no asumirá la diputación plurinominal que ganó por su segunda posición en la lista de candidatos. En su lugar podría asumir otro miembro del equipo compacto de los cabecistas, Jesús Alberto Salazar Anzaldúa, ex Secretario de Administración estatal, quien se encuentra vinculado a proceso por presuntos casos de corrupción.
Además de ellos, en la bancada panista destaca otro operador cercano del ex gobernador, Gerardo Peña Flores, quien ya fue presidente del Congreso, y otros personajes que también se identifican con ese grupo, como la actual diputada Marina Ramírez, la ex secretaria del Comité, Rosario González Flores, y Patricia Saldívar Cano, ex directora de Recursos Humanos del gobierno, y esposa del magistrado Javier Castro Ormaechea.
Los únicos que llegan de otras corrientes panistas son Vicente Verástegui, hermano del ex candidato a la gubernatura; y Pepe Schekaiban, el único candidato panista de mayoría que ganó su lugar en las urnas, considerado uno de los personajes más cercanos al tampiqueño Jesús Nader, quien fue el único candidato de su partido en ganar la elección para una diputación federal.
Ambos grupos -el de ‘Truko’ y el de Chucho- parecen poco interesados por lo menos en estos momentos en disputar la hegemonía política que detenta ahora el gobernador.
Si sobre la oposición, Américo Villarreal logró una victoria incuestionable, al interior de Morena y la 4T los resultados del 2 de junio consolidaron su liderazgo, y sepultaron las aspiraciones de algunos cacicazgos regionales que han pretendido disputar el control del partido, de cara al 2028. Acaso el ejemplo más claro sea el de Maki Ortiz y su hijo Carlos Peña Ortiz, quienes más allá de haber retenido la alcaldía, quedaron encapsulados en Reynosa tras derrumbar los puentes políticos con el gobernador y con otros grupos morenistas.
A la ex alcaldesa de Reynosa, le alcanzó apenas para llegar al Senado por la vía plurinominal, tras obtener un lejano tercer lugar en su aventura electoral como candidata de mayoría por el Partido Verde.
En conclusión, el poder político de los Peña Ortiz salió reducido después de la jornada electoral. Caso similar al de Mario López Hernández, el todavía alcalde con licencia de Matamoros, quien también se creyó con la capacidad para encabezar desde la frontera una especie de revuelta interna en la 4T, llegando al grado de llamar al voto a favor del Verde, y en contra de Morena.
El resultado de esa fracasada aventura está a la vista de todos: la presidencia municipal la ganó el candidato al que pretendió descarrilar desde un principio, y “La Borrega” adoptará un papel secundario desde la Cámara de Diputados, como integrante de la bancada verde, obligado por su dirigencia nacional, a respaldar la agenda legislativa que dicte Morena.
Con un factor todavía más grave: en la Presidencia municipal de Matamoros abundan documentos y evidencias de presuntos actos de corrupción cometidos por López Hernández. El resto de los liderazgos locales, como el de los Canturosas en Nuevo Laredo, parecen tener clara la hegemonía política que ahora detenta -sin cortapisas- el gobernador.
Algo similar ocurrirá en el Congreso local, donde incluso los diputados que en el pasado obedecían a los intereses de algunos alcaldes, ahora actuarán en mayor sintonía con la agenda de Palacio de Gobierno. Desde el Legislativo, se operará la transición en los principales organismos autónomos del estado, en espacios tan relevantes como la Fiscalía General de Justicia o la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción, a la que se responsabiliza de entorpecer las denuncias contra ex funcionarios, y contra el mismo ex gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
Este reacomodo político de Tamaulipas, en el que hay claros perdedores y un ganador indiscutible, vendrá acompañado de la reacción desesperada de quienes han visto acotado su margen de maniobra.
Esa es una historia ya muy conocida en el estado, pero si el gobernador asume con destreza y convicción el control político que ganó en las urnas, muy pronto podrá empezar a cosechar los frutos de una lucha que fue desgastante desde el inicio de su campaña política hasta los primeros años de su gobierno.
En este nuevo contexto, Américo Villarreal ya puede empezar a pensar en el todavía lejano 2028 y las fichas que tiene en la mano.
El panorama empieza a cambiar, son los nuevos tiempos del poder El PAN sufrió una grave sangría de votos.
El cómputo total de la elección de representación proporcional revela una disminución del 24% de los votos que había conseguido en la última contienda, la de 2021 en la que obtuvo 515,765 votos, y el pasado 2 de junio apenas sacó 391,763.
Al PRI le fue todavía peor, pues pasó de132,947 a 69,296; es decir, se le fue un 47% de su votación. Además de las cifras, el PAN sufrió una derrota en lo simbólico pues perdió dos alcaldías que eran consideradas sus últimos grandes bastiones: Tampico y Mante.
Pero no solo eso, pues además perdió presencia en zonas rurales que controlaba con solidez. Ni hablar de las ciudades grandes de la frontera: Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo, donde radica más de una tercera parte de la población tamaulipeca y seguirán bajo férreo control de Morena. Acción Nacional también perdió el ayuntamiento de Tula, otro de sus enclaves en el Altiplano.
El PRI, por su parte, también sufrió una reducción del territorio que gobernaba, pues se quedó con solo uno de los cuatro municipios pequeños que tenía en su poder. Logró retener Güémez y perdió Abasolo, Guerrero y Jiménez. Además de la importancia poblacional y de territorio, ocho municipios de Tamaulipas ejercen casi el 90% del gasto de todos los ayuntamientos.
Se trata de Nuevo Laredo, Tampico, Victoria, Matamoros, Reynosa, Madero, Altamira y Mante, que en conjunto ejercieron presupuestos de egresos en el 2024 por 14,328 millones de pesos, y que estarán en manos de Morena.
En consecuencia, los partidos de oposición también verán reducidas sus prerrogativas para el próximo proceso, debido a las bajas votaciones que recibieron.
POR STAFF/EXPRESO-LA RAZÓN