Tamaulipas está por ingresar a una nueva etapa política.
En menos de 30 días, Morena controlará la totalidad de los ayuntamientos grandes del estado, y tendrá una mayoría calificada en el Congreso.
Todo ello, apuntalado desde la ciudad de México por el gobierno federal más votado de la historia, y por una aplanadora legislativa en el Senado y la Cámara de Diputados.
La oposición en el estado queda relegada a un papel meramente testimonial, sin ningún peso específico que le permita subirse a la mesa de las negociaciones.
Los grupos panistas que hasta hace meses ser disputaban el control del partido, ahora parecen aletargados, como resignados a flotar lo que queda del sexenio, y quizás curarse las heridas antes del 2028.
Esa posibilidad parece poco probable si se observa el escenario político que les quedó después del 2 de junio.
El resultado no fue una obra de la casualidad: PAN y PRI pagaron muy caro en las urnas el descontento generalizado que construyeron al menos durante la última década.
Del tamaño de su catástrofe electoral son sus expectativas.
Un puñado de diputados locales y unos cuantos alcaldes en municipios pequeños con recursos limitados, es la representación que les queda en Tamaulipas.
Por ello, no es una exageración pensar que de ahora en adelante, más que poner atención en el comportamiento de estos partidos y sus liderazgos, valdría la pena observar lo que ocurra al interior de Morena.
¿Logrará el partido mantener la cohesión entre sus diferentes facciones?
Con el control absoluto del escenario político, la figura del gobernador Américo Villarreal cobra cada vez mayor relevancia, pues afianza su liderazgo en la 4T tamaulipeca, apalancado además, en una relación de cercanía y confianza con Claudia Sheinbaum y el círculo más cercano con el que llega al poder.
Pero, Morena deberá enfrentar sus propios dilemas, el primero será en manos de quién quedará la dirigencia estatal del partido, luego del paso de Yuriria Iturbe.
El perfil de quien al final ocupe esa posición definirá el rumbo que se busca para el partido de cara a las próximas contiendas electorales.
Otra pista para entender el futuro inmediato de la 4T en el estado será la designación del nuevo presidente de la Junta de Gobierno y de la Junta de Coordinación Política en el Congreso del Estado.
En el pasado reciente, hay múltiples evidencias de que diversas facciones morenistas intentaron sabotear la agenda legislativa de su propio partido, algo que difícilmente ocurrirá en la nueva legislatura.
Como sea, es verdad que la lucha por el espacio político no se detiene y está llena de posibilidades.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES