Mañana será el último día del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, un periodo que cambió la realidad política del país, y en particular, instaló un escenario inédito para Tamaulipas. Hace seis años, antes de la elección con la que AMLO llegó al poder, el PAN y el PRI, gobernaban 40 de los 43 municipios del estado, y Morena ninguno.
El gobierno del estado se encontraba en manos de Francisco García Cabeza de Vaca y en el Congreso del Estado PAN y PRI tenían 32 diputados. La única representación de Morena era una diputación plurinominal.
En el 2018, en la elección concurrente en la que López Obrador arrasó para ganar la Presidencia de la República, el mapa político empezó a cambiar, pero todavía de manera incipiente.
Acción Nacional siguió gobernando 31 municipios, y el PRI sufrió una debacle política al ganar apenas seis ayuntamientos, mientras que Morena -de la mano del tsunami electoral obradorista- ganó sus primeras cinco presidencias municipales, entre ellas dos de relevancia, Matamoros y Ciudad Madero.
En la elección federal, la 4T le propinó al cabecismo su primera gran derrota, con el triunfo del entonces candidato al Senado, Américo Villarreal Anaya, sobre el hermano del entonces gobernador, Ismael García Cabeza de Vaca. Lo que vino después fue un periodo convulso para Tamaulipas.
La derrota política del régimen panista se tradujo en un clima de hostilidad desde el poder estatal hacia la oposición. Ya en los dos años previos, el cabecismo había avanzado contra los viejos adversarios del PRI. La creación de la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción sirvió para apuntalar campañas contra quienes consideraban adversarios.
El caso más emblemático fue el del ex gobernador Eugenio Hernández Flores, quien fue detenido en octubre del 2017 y actualmente se encuentra en libertad, luego de que los jueces desestimaran las acusaciones en su contra. El primer titular de la Fiscalía, designado por el Congreso, fue el ahora magistrado Javier Castro Ormaechea, quien ocupo ese cargo hasta el 2021 cuando presento su renuncia para incorporarse al Poder Judicial.
A su relevo llegó Raúl Ramírez Castañeda, quien antes se había desempeñado como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera y Económica de Tamaulipas.
Sus cañones apuntaron contra los políticos de la 4T. Su llegada a la Fiscalía coincidió con el final del proceso electoral del 2021 y el inicio del proceso del 2022 que culminó con la elección por la gubernatura. En ese periodo, la Fiscalía Anticorrupción abrió diversos procesos por los que tuvieron que solicitar amparos diferentes funcionarios y políticos ligados al partido Morena.
Entre ellos se encuentran los alcaldes de Reynosa, Carlos Peña Ortiz; de Matamoros, Mario Alberto López Hernández; de Nuevo Laredo, Carmen Lilia Canturosas; y de Victoria, Eduardo Gattás.
También se aceleró una indagatoria contra la diputada Úrsula Salazar Mojica. Es que los procesos electorales que vinieron después del 2018 fueron igual de negativos para el PAN -a excepción de la inédita elección legislativa del 2019 donde ganaron la mayoría en el Congreso local- y en contraparte consolidaron la fortaleza política de Morena en Tamaulipas.
En el 2021, de hecho, vino la debacle más grande para el cabecismo: perdieron municipios clave por su importancia política y económica, como Nuevo Laredo, Reynosa y la capital de Victoria; además Morena logró la reelección en Matamoros y Madero. Hasta ahí, los únicos bastiones que le quedaron al panismo fueron Tampico y Mante.
Pero acaso el golpe más doloroso para el régimen estatal fue haber pedido la mayoría en el Congreso del Estado. Morena ganó 20 diputaciones locales, que le permitieron controlar la Junta de Coordinación Política, aunque más tarde, debido a problemas internos en la bancada, la perdieron por unos meses.
Como sea, lograron que el último año del gobierno cabecista, tuviera que coexistir con un congreso controlado por la oposición.
En el 2022, llegó la consolidación del proyecto de la 4T en Tamaulipas: Américo Villarreal Anaya ganó la elección por la gubernatura con una votación histórica de 730,864 votos. Fue un proceso electoral lleno de tensión, en el que todas las instituciones de procuración de justicia del estado se metieron a la campaña para evitar el triunfo de Morena
Incluso, ya con la victoria en manos de Villarreal Anaya, hubo varios intentos de evitar su toma de protesta, como las órdenes de aprehensión que intentó liberar un juez contra su círculo cercano, y una ola de impugnaciones ante los tribunales electorales que no se resolvieron sino hasta un día antes de su asunción al poder. Dos años después, la elección más grande de la historia en Tamaulipas arrojó resultados en sintonía con la tendencia nacional: Claudia Sheinbaum arrasó con 1 millón 013 mil votos contra apenas 427,228 votos de Xóchitl Gálvez.
El sexenio obradorista concluiría con una realidad política muy distinta a la del 2018. Para que ello ocurriera, pueden analizarse muchos factores, uno de ellos la mala relación política que sostuvo el régimen de Cabeza de Vaca, con el gobierno federal de López Obrador.
El entonces gobernador de Tamaulipas encabezó los esfuerzos de los mandatarios de oposición por confrontar a la llamada Cuarta Transformación, primero a través de la Asociación de Gobernadores de Acción Nacional y después con la llamada Alianza Federalista, un organismo en el que confluyeron gobernadores del PAN, del PRI y el PRD, que sesionó varias veces en Tamaulipas, y que terminó por extinguirse cuando sus integrantes fueron perdiendo elecciones y dejando el poder.
El punto más álgido de la relación del gobierno de Cabeza de Vaca con el del presidente López Obrador, fue cuando la Fiscalía General de la República solicitó el desafuero del gobernador, acusado de malversar fondos públicos.
Desde ese momento arreciaron los reclamos del panista, y la acusación de ser víctima de una campaña de persecución política. Los puentes con la Federación estaban rotos y no se reconstruyeron hasta que llegó Américo Villarreal al poder. Desde entonces, el presidente López Obrador visitó más de diez veces el estado para realizar diversas actividades públicas.
Él mismo ha dado señales del cambio que ha significado para su relación con Tamaulipas, la llegada de Américo Villarreal a la gubernatura: “yo felicito al pueblo de Tamaulipas por el gobernador que tienen, porque el doctor Américo Villarreal es un hombre recto, íntegro, trabajador, humano, honesto, es lo mejor que ha habido como gobernante en Tamaulipas en décadas, un estado que ha tenido no muy buena suerte en cuanto a sus gobernantes”. A juzgar por la relación que mantiene el gobernador con la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, se especula que la coordinación entre el estado y el Ejecutivo federal se mantenga por buen camino.
“El triunfo electoral que hemos conseguido nos garantiza la sostenibilidad del proceso histórico de transformación que arrancamos en el 2018 y que hoy tiene un horizonte brillante y positivo, que renueva nuestra esperanza hacia el futuro y que nos invita a todas y todos a dar lo mejor y a compartir sus valores y sus causas”, expresó el gobernador luego de conocerse el triunfo de Morena en la elección de junio del 2024. A partir de este martes, iniciará una nueva etapa política: la de Claudia Sheinbaum.
Por Staff