El crecimiento económico de México se ha quedado atrás respecto a lo proyectado por el gobierno en el paquete presupuestario de septiembre del año pasado, que preveía un rango de crecimiento entre el 2.5% y el 3.5%. A pesar de una política expansiva, apoyada en el incremento del salario mínimo (que contribuyó a reducir la pobreza en el país), la pensión universal, el programa de becas y otros apoyos, junto con una deuda de 1.5 billones de pesos para sostener estas políticas, la economía ha perdido impulso. En agosto, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) registró una caída del 0.3%
Aunque la SHCP mantiene su estimación original, diversas instituciones han reducido sus expectativas: el Banco de México prevé un crecimiento de 1.45% en 2024 y de 1.2% en 2025; BBVA México ha ajustado sus proyecciones a 1.2% para 2024 y 1.0% para 2025; el FMI recortó su previsión a 1.5% para 2024 y a 1.3% para 2025, mientras que la encuesta de Citibanamex muestra un consenso en el sector financiero que proyecta un crecimiento de 1.5%.
El débil crecimiento económico se debe, en parte, a la falta de políticas de apoyo al sector empresarial. Como mencionó Rodolfo Sosa García, CEO de Galilei Consulting, en una entrevista para El Financiero, “El potencial de crecimiento del PIB ha disminuido debido a la falta de políticas que fortalezcan al sector empresarial. Incluso el ‘nearshoring’, que se plantea como una oportunidad, se ha visto afectado por la reforma judicial, reduciendo el interés de inversionistas”. En la visión de las administraciones de AMLO y Claudia
Sheinbaum, el foco principal no ha sido la creación de riqueza, sino la redistribución de la misma. Un ejemplo ilustrativo es el análisis de Gerardo Esquivel, exsubgobernador del Banco de México y profesor de economía en el Colegio de México y la UNAM.
En la conferencia “Mexico Addressing Economic Challenges”, mostró cómo desde 2022 la tasa anual de empleos registrados ante el IMSS ha disminuido, correlacionándose con la caída en la actividad económica. Esto indica la necesidad de empleos que promuevan la creación de riqueza y, con ello, un crecimiento sostenido. Esquivel señaló que la pérdida de empleo se ha concentrado principalmente en el norte y sureste del país.
Uno de los grandes retos para la próxima administración será buscar fuentes de financiamiento para los compromisos adquiridos y para nuevos proyectos, dado el déficit actual entre ingresos y gastos.
Esta diferencia ha generado un déficit del 6%, que deberá reducirse a un 2.5% según las metas del gobierno saliente. Sin embargo, Esquivel advirtió que este ajuste es muy difícil y arriesgado, y podría llevar a una recesión profunda.
A pesar de que los ingresos tributarios crecieron un 14.3% según datos de Hacienda, los ingresos no tributarios disminuyeron en prácticamente el mismo porcentaje, por lo que el aumento en la recaudación no se tradujo en mayores ingresos netos para el gobierno.
Es decir, se requiere una reforma hacendaria que permita en el corto plazo proporcionar al estado los recursos necesarios para salir con sus compromisos adquiridos y evitar el riesgo de una recesión.
En el largo plazo tiene que propiciar la inversión que genere empleos bien pagados y suficientes para cubrir las necesidades de los ciudadanos
Si no se logran mayores ingresos, existe el riesgo de una recesión, como advierte Alejandro Werner, exsubsecretario de Hacienda (2006-2010), quien estima un crecimiento de 0% para este año y de -0.5% para el próximo.
El crecimiento económico es un pilar fundamental para cualquier país que busque mejorar el bienestar de su población. No solo se trata de un incremento en cifras de producción o consumo, sino de una dinámica que crea oportunidades laborales estables, aumenta el ingreso per cápita y fortalece la cohesión social.
Para México, un crecimiento sostenido es esencial para enfrentar los desafíos estructurales de la economía, como la reducción de la pobreza y la desigualdad, y para asegurar una distribución justa de los beneficios económicos entre sus ciudadanos.