Emociona su recorrido por nuestra historia por sus calles y mitos , locuras y su historias de grandeza y tragedia. En días pasados volví a la ciudad que me envolvió en sus sueños c on los pasos de Efrain Huerta El Gran Cocodrilo en su poema por La Avenida Juárez y la sapiencia de gloria de Don Salvador Novo.
En mis tiempos de ciudadano de la gran capital vivi siempre en su centro histórico atraído por su fantástico dibujo del sueño – realidad y por la cercanía a la Escuela Nacional Preparatoria hoy Museo Naciona y que en 1968. su puerta centenaria recibió el Bazucazo que abrió las puertas al inicio del gran Movimiento de 1968.
A una ciudad se le conoce caminando palmando sus muros, sacudiendo el polvo de sus sueños construidos en sus calles, deteniéndose en los postes y las esquinas en el tumulto y bullicio que retrata su belleza y grandeza. La Región Más Transparente del Aire poética del extraordinario Alfonso Reyes que retoma Carlos Fuentes para llevarnos de la mano a las vivencias de México desde una ciudad amada por todos.
Para Manuel Payno, cronista, un par de zapatos desgastados por la curiosidad eran las únicas herramientas que los cronistas necesitaban para llevar a buen puerto ese trabajo y Salvador Novo, un par de zapatos blancos que le compraron en la calle de Madero según nos cuenta Hector de Mauleón en su excelente crónica de vivencias En La Ciudad Que Nos Inventa
. Si, la ciudad nos inventa en sus aparadores, en sus museos y restaurantes, en la orfebrería de sus muros contrastadas en el embalaje de la moderna arquitectura. Son vivencias las que dibujan el rostro de la ciudades, sus gentes, sus ricos y pobres, su arte y belleza de sobrevivir a los temblores de la naturaleza y a los temblores políticos.
Caminar por la Avenida Juárez en su gesto nocturno, apareado a las voces de los merolicos y los colores fraternos de los comerciantes ambulantes y de los locos y locas que bailan despojados de los prejuicios sociales. Avenida del rebane, donde se concentran los de cuenteros de fantasías en el festival de los libros, miles de libros que resbalan en las manos y en los ojos de todos con las muelas de elotes y churros. tortas ahogadas y dulces multicolores que se reparten el bailongo popular. con pozole y carnitas, panes de muerto y panes de los vivos, en La Alameda Central bajo custodia del grandioso Mural de Diego de Ribera, el Ojos de Sapo con que lo retrata su fiel Frida Kahlo.
UN DOMINGO en la Alameda tejida de los sueños de un país de gloria, tragedia como lo es México. Mural que lo vimos muchas noches en el antiguo hotel del Prado y casi sepultado por el sismo de 88, trescatado para ser colocado como custodio de La Alameda amparado por miles de miradas de visitantes de todo el mundo.
Caminar por una ciudad con un par de tenis se siente el poder y fantasía de una ciudad que nos conmueve. Me acompaña mi hija Tamara y su consorte Everardo, juntos paso de día y paso de noche, yo con mi bastón de mando, recorrimos el paseo obligado del primer cuadro histórico que es el perfil genuino de la gran Ciudad de México.
Por la Avenida Juárez, entre las farolas y as chillantes veces, con el Señor de los Gatos, con el ciego que no está ciego y cobra por su ceguera, por el vendedor de chucherías chinas y los rebozos de Santa María y los rezos y maldiciones,los brujos y brujas que curan a destajo entre saltos de la Malinche y quemadas de Hernan Cortés. Listones que farolear la mota, con la Hijas de la Cannabis con su fumarola que arrastrar el viento a los rincones de los lujosos hoteles y los restaurantes y tendajón de marca y Cuidado con el Perro de la perra ciudad.
Mujeres bonitas de nalgas vanidosas y coloreadas putas que a discreción clorian de gloria los callejones y los metrosexuales y la novísima generación del arcoiris y los saldos des las bicicletas que con su sonar de música del country mexucano entremezclan las voces en el circuito cultural urbano de la esplendorosa ciudad.
El Museo de Cera se desgasta de tanto manoseo por las miradas, por la ironía y la realidad en los políticos que se derriten al lado de la historia y de los que los relevan entre aplausos de miles de lambiaches que aflojan los glúteos ante el poder.
Las calles nos abrazan y la música rockera y los violines y guitarras del mariachi se juntan con las voces de los cantantes de música regional y la avispada luz de las cantantes de ópera callejera que alteran el ánimo en el tumulto de luz y oscuridad de la hermosa ciudad.
Esta de tanto mitos, leyendas y crímenes y guerra diaria, la ciudad de las obras de arte de nuestros mejores artistas y la ciudad placer de los cronistas que han rendido pleitesía y odio con sus letras. Poetas y escritores, pintores y danzantes, teatreros de la vida cotidiana que amanecen y vibran en la gran ciudad de México. Casco urbano tablero y crucigrama en los anales de la historia de nuestro país en su grandeza y tragedia, en el silencio, el clamor, la sangre y la gloria de los creemos en México
anexo fotografías.
Por Alejandro Rosales Lugo