La maquinaria de Morena se encuentra en marcha, no sólo como una organización política, sino como un movimiento que busca perpetuar su hegemonía en el panorama político nacional.
Estamos ante el inicio de la campaña más importante para Morena en el país: La que pretende afiliar masivamente a 10 millones de personas.
En Tamaulipas, la meta es incorporar a 300 mil personas al padrón partidista, con lo que fortalecerán las estructuras para realizar el trabajo político necesario para su consolidación.
En nuestro estado, el movimiento transformado en partido esta en una etapa de franca expansión y se encuentra frente a un escenario en el que, independientemente de la campaña masiva de afiliación, se enfila hacia su afianzamiento como la primera fuerza política por un buen tiempo.
La estrategia de afiliación fue anunciada hace unos meses por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y es más que una jugada partidista de largo alcance: Puede considerarse como un esfuerzo titánico para construir los cimientos de una organización territorial, que asegure su permanencia y eficacia de cara al futuro.
Para estados como Tamaulipas, donde Morena apenas comienza a consolidar su gobierno, esta campaña no sólo es crucial sino que podría redefinir el mapa político estatal.
El plan de la dirigencia nacional, respaldado por los comités estatales y las estructuras territoriales, se despliega con una ambición que no deja lugar a dudas sobre sus intenciones.
Se trata de mucho más que sumar simpatizantes o entregar credenciales; se está diseñando un modelo organizacional que promete la creación de más de 70 mil comités seccionales en todo el país.
Esta cifra es resultado de un cálculo estratégico que busca penetrar hasta el último rincón de México, activando desde la base un entramado político que, de funcionar, será difícil de igualar.
Considerando el caso de Tamaulipas, este esfuerzo tiene implicaciones particularmente profundas y eso lo sabe la dirigencia que encabeza desde hace un par de meses Guadalupe Gómez.
Morena tomó las riendas del gobierno estatal en 2022, después de décadas de hegemonía panista y priista. Sin embargo, el partido aún enfrenta el reto de consolidarse como la principal fuerza política en un territorio históricamente adverso.
La afiliación masiva se convierte entonces en la herramienta para afianzar su presencia, fortalecer sus estructuras y convertir al movimiento en una opción no sólo de gobierno, sino de identidad política para los tamaulipecos.
¿Qué significa realmente esta campaña para el estado? Primero, se traduce en la posibilidad de estructurar un Morena que no dependa exclusivamente de liderazgos individuales, sino de una red de militantes comprometidos desde los comités seccionales.
Es precisamente en estas células donde se definirá el éxito de la organización territorial: los comités no son meras oficinas administrativas, sino espacios donde se articulan las demandas ciudadanas, se coordinan acciones y se construye el tejido social que dará sustento al partido en el largo plazo.
Además, el contexto geopolítico de Tamaulipas otorga un matiz particular a esta estrategia.
La cercanía con Estados Unidos, su importancia como corredor comercial y la complejidad de sus dinámicas sociales y económicas exigen un partido bien estructurado, capaz de interpretar y responder a las necesidades locales sin perder de vista los principios del movimiento.
Una afiliación masiva en el estado no sólo sumará números a la lista nacional, sino que permitirá a Morena arraigar su narrativa de transformación en un territorio clave para la estabilidad y el desarrollo del país.
La presidenta nacional del partido, Luisa María Alcalde ha dejado claro que 2025 será un año extraordinario, no sólo para Morena, sino para México. La afirmación, aunque optimista, refleja la visión estratégica detrás de esta campaña.
Con un padrón fortalecido y estructuras territoriales sólidas, Morena busca consolidar su papel como la principal fuerza política del país, no sólo en términos electorales, sino como un movimiento capaz de sostener y profundizar los cambios impulsados por la Cuatroté.
Sin embargo, este esfuerzo no está exento de desafíos, pues la afiliación masiva y la creación de comités seccionales requerirán no sólo de recursos, sino de un liderazgo que garantice la transparencia y la inclusión.
Un reto será evitar que estas estructuras caigan en dinámicas de clientelismo o en la reproducción de viejas prácticas partidistas que Morena prometió erradicar.
La idea es que esta afiliación masiva puede ser una oportunidad de que el partido marque una diferencia respecto a sus competidores.
La credibilidad del movimiento está en juego, y el éxito de la campaña será una prueba de fuego para la capacidad de Morena, de mantenerse fiel a sus principios fundacionales.
Aquí, en la entidad, la campaña podría marcar el inicio de una etapa de despegue para el partido, bajo la conducción de la nueva presidenta.
Si logra arraigarse en las comunidades y consolidar un proyecto que interprete las necesidades de la población, Morena no sólo habrá asegurado su permanencia en el gobierno estatal, sino que dará un paso crucial para consolidarse como la fuerza política dominante en la entidad.
La afiliación propuesta de 300 mil tamaulipecos es una declaración de intenciones, pues Morena no sólo busca crecer en números, sino en profundidad y arraigo.
Los comités seccionales serán el reflejo de un partido que aspira a ser más que un vehículo electoral, un partido-movimiento que conecte con las aspiraciones del pueblo y que sea capaz de construir un futuro desde las bases.
Tamaulipas, como otros estados, está llamado a ser protagonista de esta transformación. La oportunidad está en las manos de Morena y, sobre todo, en las de sus militantes y simpatizantes.
El camino hacia 2027 y 2028 apenas comienza, y con él, la oportunidad de consolidar un partido con estructuras sólidas, listo para el futuro.
POR TOMÁS BRIONES
abarloventotam@gmail.com