Dado que se trata del partido más joven del ecosistema político en México, y de muchas maneras, puede considerarse como un movimiento todavía en construcción, resultaría ocioso exigirle a los integrantes de Morena una pureza partidista a toda prueba.
Aún hoy cuesta encontrar entre sus principales referentes, políticos que no hayan militado antes en el PRI, el PRD, o en el peor de los casos -por aquello de la ideología- en el PAN.
Pero incurrir en excesos como los de afiliar a la familia Yunes al partido parece una aberración innecesaria, que da toda la razón del mundo a la militancia veracruzana para reclamar la ocurrencia.
Así reacción la gobernadora Rocío Nahle: “Pido a la comisión de honestidad y justicia de @PartidoMorenaMx que NO acrediten la membresía como integrante de MORENA a Miguel Ángel Yunes Márquez, por no representar ni contar con los postulados del movimiento de regeneración. ¡¡Los militantes de Veracruz merecen respeto!!”.
«En breve estaré haciendo llegar formalmente la solicitud por escrito a la presidenta @LuisaAlcalde con las pruebas correspondientes sobre la ‘carpeta azul’ donde está involucrado en lavado de dinero y otros delitos”.
La afiliación del senador Miguel Ángel Yunes Márquez forma parte de la campaña masiva que impulsan la dirigente nacional, Luisa María Alcalde y el secretario de Organización, Andrés Manuel López Beltrán.
El argumento del hijo del presidente es el mismo que esgrimió su padre en la campaña que finalmente lo llevó a la presidencia en el 2018, cuando formalizó una alianza con el vergonzoso Partido Encuentro Social, de corte evangélico, confesional, de ultraderecha pues.
Una suerte de pragmatismo que debería incomodar a quienes históricamente han defendido las causas de la izquierda desde diversas trincheras y ahora, legítimamente, lo hacen desde Morena.
Pero si se trata de ahondar en ese terreno, si quieren darse el lujo de obviar el asunto ideológico, tampoco parece justificable que la 4T le abra las puertas a cualquier adversario político, porque la historia reciente además ha demostrado que no ha sido necesario: López Obrador hubiera ganado la elección del 2018 sin el PES, o sin el “apoyo” de Lily Téllez.
La dinámica actual del Movimiento de Regeneración Nacional en Tamaulipas es un ejemplo de lo que pasa cuando se abarata tanto el derecho de admisión.
Pasa en todo el estado, pero en la frontera hay casos más evidentes.
En Reynosa para ser más precisos, coexisten en una incipiente alianza dos grupos a los que se les puede reconocer habilidad territorial, política y quizás otros atributos de ese tipo, pero ni Maki Ortiz, ni José Ramón Gómez Leal, ni sus cercanos, resistirían un examen de congruencia con los principios que defiende la llamada Cuarta Transformación.
Y como ellos hay muchos más que en un futuro, cuando no los favorezcan las decisiones partidistas en el 2027 o en el 2028, dejarán botadas las causas que ahora juran defender y volverán a la trinchera opuesta.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES