16 abril, 2025

16 abril, 2025

El lenguaje del gallo mojado 

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

La lluvia nos habla desde la intemperie, el mismo lugar donde se originó el lenguaje de los seres humanos. Se le habla al alma más que al cuerpo que escucha mojado. 

Los orígenes del lenguaje aún están en la naturaleza: el sonido de las ramas, el río que huye de nosotros, la respiración de una bestia que acecha, el ronco estruendo de un volcán, el fulgor encima de las bugambilias el rumor nocturno de la calle, el canto de un gallo. Se dice lo que se ha visto alguna vez y otros lo repiten. Como la lluvia, gota a gota el lenguaje se escribe 

Dentro de una lengua, existen otras que siendo la misma son distintas: cada cultura tiene la propia, por ello cada región, cada ciudad, cada colonia, cada barrio, incluso cada hogar tiene identidad con determinadas palabras y frases .

Cada profesión, cada edad buscan un lenguaje con el cual identificarse. En la ciudad de México, un tiempo la Literatura de «La onda» encabezada por Parmenides García Saldaña, José Agustin, Carlos Bracho, Eduardo Villegas, entre otros, desde Ciudad Nezahualcóyotl causaron un boom en el país. Destacaba la forma de vivir en la pobreza, el estilo de vestir y la manera de ser viviendo sobre el asfalto. Otro ejemplo fue estrepitoso estruendo del estrudentismo originado en Veracruz. 

El caló fue una manera romani de hablar de los jitanos para diferenciar su español , algunas variedades podrían ser : 

El  argot o jerga, a menudo asociada a grupos marginales. Y es utilizada en algunas frases de diálogos vistos en películas. 

A la vez se utiliza un caló como lenguaje secreto para guardar un secreto entre un grupo de individuos afines. 

En fin en cada grupo se encuentra una manera distinta de expresar un mismo idioma : en los cocineros, los mecánicos, los médicos, los profesores, los abogados, los albañiles, chóferes de transporte público, políticos, periodistas. En todo hay un espacio donde se puede expresar una identidad. 

El registro del sonido de la lluvia tiene la misma historia que el español que se habla por la calle. El chaz chaz, el golpeteo sobre la lámina. La prisa de las palabras por ser escuchadas hacen un minuto y después se olvidan. 

El habla de una persona es ancestral, está en el inconsciente, se escribió en los personales genes, tal cual los gustos por el tomate y las ganas de multiplicarse, la afición por hablar muy fuerte.

Cuando la palabra se expresa estallan las imágenes, así como en la música estallan las palabras. En la imagen el cerebro tiene una idea brillante que al salir, si así lo quiere el escuchante, puede opacarse.

La expresión escrita o verbal viaja con el entorno. Se habla según la circunstancia en que una persona se encuentre: sea su estado de ánimo, las personas que lo acompañan o quienes le escuchan, también afecta el clima por ejemplo: en algunos interrogatorios se suele someter al interrogado a bajas temperaturas para crearle una circunstancia psicológica, o desnudo que sienta cierto desamparo. 

La palabra es signo y significado, y también símbolo. Cada palabra puede desplegar un mundo existente o inexistente. Pues alrededor de cada palabra hay personas y contexto, situaciones que pasan y no vuelven a verse.

El silencio siendo universal es el lenguaje más complicado. Se habla hasta por los codos y- pregunten a las maestras de segundo año de secundaria-  es difícil que un grupo de alumnos guarden silencio. Menos en estos tiempos. No existe el silencio así como lo quisiéramos. De lejos se escucha una máquina caterpilar, a no, es una motocicleta; se sabe a qué horas pasa el tren a muchas cuadras de la casa, un pájaro ronda emocionado el patio, un perro ladra y, cuando todos creen que hay silencio, vuelve a cantar el gallo. 

HASTA PRONTO 

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

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