Aristóteles, en “La Política”, distingue entre gobiernos puros (monarquía, aristocracia, democracia) y sus formas corruptas (tiranía, oligarquía, demagogia). Para él, la corrupción ocurre cuando el poder se usa en beneficio propio en lugar de buscar el bienestar general.
Por su parte, Montesquieu, en “El espíritu de las leyes”, señala que la corrupción surge cuando se rompe el equilibrio entre los poderes del Estado. Propone la separación de poderes como un mecanismo para limitar la corrupción y garantizar la libertad.
Traigo esto a colación porque el pasado 11 de febrero, Transparencia Internacional publicó el “Índice de Percepción de la Corrupción 2024”, el cual puede consultarse en [www.transparency.org](https://www.transparency.org/es/press/2024-corruptionperceptions-index-corruption-playing-devastating-role-climate-crisis).
Este índice, que mide la corrupción en 180 países desde 1995, arrojó una conclusión preocupante: los niveles globales de corrupción siguen siendo extremadamente elevados y los esfuerzos por mitigarlos han fracasado.
El informe revela que más de dos tercios de los países obtuvieron una puntuación inferior a 50 sobre 100. En promedio, las democracias consolidadas (24 países) alcanzaron 73 puntos, aquellas con una democracia deficiente (50 países) lograron 47, mientras que los regímenes no democráticos (95 países) apenas llegaron a 33. México obtuvo una alarmante calificación de 26 puntos.
Este reporte enfatiza el impacto de la corrupción en el medio ambiente. François Valérian, director de Transparencia Internacional, declaró: «La corrupción también puede profundizar la marginación de poblaciones vulnerables que sufren desproporcionadamente los efectos negativos del cambio climático…».
El informe destaca que: «A medida que la corrupción crece en escala y complejidad, más de dos tercios de los países obtienen puntuaciones por debajo del punto medio en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, lo que tiene implicaciones potencialmente devastadoras para la acción climática global.
La corrupción debilita las estructuras de gobernanza, socava la aplicación de la ley y desvía fondos críticos destinados a reducir las emisiones y aumentar la resiliencia. En los países donde la corrupción es generalizada, la transparencia en la toma de decisiones ambientales se ve comprometida, lo que conduce a resultados injustos y a la destrucción de recursos naturales.
Incluso en naciones con una percepción relativamente baja de corrupción, la influencia del lobby presenta desafíos adicionales: poderosos intereses corporativos a menudo moldean o bloquean políticas climáticas para favorecer beneficios a corto plazo sobre la protección ambiental a largo plazo».
Además, el informe subraya la violencia contra activistas ambientales. En los últimos cinco años, más de 1,000 defensores del medio ambiente han sido asesinados, casi todos en países con puntuaciones del IPC inferiores a 50. Durante el sexenio pasado en México (2018- 2024), se registraron al menos 123 asesinatos de defensores ambientales y 581 agresiones contra activistas, según datos del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).
La corrupción en México no es un problema nuevo, pero ha alcanzado niveles alarmantes en sectores clave. Casos como el de Segalmex, donde se desviaron más de 15,000 millones de pesos en fraudes y contratos irregulares, o el del INSABI, que dejó a más de 50 millones de personas sin acceso a servicios de salud en solo dos años, son ejemplos claros de cómo la corrupción afecta directamente la calidad de vida de los ciudadanos.
Lo más grave es que, contrario a lo que proponía Montesquieu sobre la necesidad de equilibrar los poderes del Estado para frenar la corrupción, el gobierno de la Cuarta Transformación ha roto estos equilibrios al someter al Congreso, debilitar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), controlar al Instituto Nacional Electoral (INE) y desaparecer al Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI).
Todo esto apunta a un futuro donde la corrupción siga en aumento, al igual que los delitos que más lastiman a la sociedad, como la extorsión y el secuestro. Habrá que ver qué acciones toma el gobierno a raíz de este reporte, si es que hace algo más que quejarse de él.