Cuando reflexionamos sobre la democracia subnacional en México nos percatamos de la heterogeneidad de los procesos y dinámicas que conviven en el país y que en ocasiones cobran fuerza propia en el contexto de las discusiones nacionales. Es el caso del inesperado ascenso del Partido Verde Ecologista de México a la gubernatura de San Luis Potosí en 2021, cuando la fuerza de Morena atraía todas las miradas.
Desde sus inicios, el Partido Verde se ha caracterizado por su pragmatismo electoral y su dependencia de alianzas con partidos más fuertes; en su momento fue aliado del Partido Acción Nacional, del Partido Revolucionario Institucional y, recientemente, de Morena. Sin embargo, en 2021 logró ganar la gubernatura de San Luis Potosí, encabezando su propia coalición con el Partido del Trabajo, compitiendo contra Morena, y el PAN aliado al PRI y el Partido de la Revolución Democrática.
Para el Partido Verde pasar de un 4 % como máximo histórico de votación en el estado a un 32 % podría parecer un mero accidente electoral, pero en realidad es el resultado de una serie de factores que han transformado el escenario subnacional en México: la reconfiguración del sistema de partidos, los liderazgos personalistas, y las estrategias políticas.
La fragmentación del sistema de partidos y el contexto subnacional
San Luis Potosí se había caracterizado por tener un sistema de partidos estable con dos partidos grandes compitiendo por hacerse del poder estatal, el Congreso y los ayuntamientos. En 2015, en la elección a gobernador previa a la de 2021, el PRI junto con el PAN habían alcanzado más del 60 % de los votos, con un lejano PRD en tercer lugar y el Partido Verde jugando como partido bisagra del PRI, siendo este último el ganador de la elección.
A nivel nacional, la elección de 2018 significó un colapso del sistema de partidos que predominó desde la transición de los años noventa, con el PRI, el PAN y el PRD perdiendo votación frente al crecimiento vertiginoso de Morena. Sin embargo, las consecuencias de esta transformación han tenido efecto también en el nivel local, donde algunos actores y estrategias han profundizado el desgaste de los partidos tradicionales y otros han sabido capitalizarlo.
Así, la debilidad con la que PRI, PAN y PRD llegaron a la elección de 2021 fue un factor clave para el contexto general de la elección a gobernador en San Luis Potosí. La decisión de ir juntos puso a competir a un gran número de aspirantes a candidatos de cada partido por un menor número de candidaturas posibles, lo que generó gran descontento e inclusive fracturas en los partidos.
A su vez, Morena, un partido joven basado en el carisma de su líder —el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador—, con una dirigencia estatal conflictuada con el liderazgo nacional y los liderazgos locales, y una estructura incipiente, fue otro factor importante. El partido se fracturó tras un proceso errático de selección de candidato y la designación final de una militante priista en la candidatura.
Esto permitió que el PVEM encontrara una ventana de potencial éxito electoral en el estado, pues recién había atraído a sus filas a Ricardo Gallardo Carmona, un líder local joven, con carisma y una red de apoyo grande para construir una candidatura sólida.
La construcción de un liderazgo personalista
Ricardo Gallardo Cardona, “el pollo”, inició su carrera en el PRD siguiendo los pasos de su padre, Ricardo Gallardo Juárez, quien entre 2009 y 2012 fue alcalde de Soledad de Graciano Sánchez, municipio conurbado a la capital del estado, y segundo en relevancia poblacional, económica y electoral, por ese mismo partido. Gallardo Cardona le sucedió en la alcaldía para el periodo 2012-2015.
En el transcurso de sus gobiernos municipales, padre e hijo se apoderaron del PRD estatal y construyeron una red de apoyo a partir de políticas asistencialistas y clientelares que poco a poco fueron excediendo los límites municipales. Las claras ambiciones de Gallardo Cardona de competir por la gubernatura en 2015 se vieron truncadas por su detención a cargo de la PGR por delincuencia organizada y lavado de dinero; sin embargo, fue puesto en libertad por una mala integración de la acusación.
Con Gallardo Cardona en prisión, su padre, Ricardo Gallardo Juárez compitió por la alcaldía de la capital del estado para el periodo 2015-2018 bajo las siglas del PRD, y la ganó. Los escándalos de corrupción del padre y el hijo, así como las sospechas de vínculos con el crimen organizado no fueron suficientes para perder el control local del partido ni para detener a los Gallardo en sus ambiciones electorales. Así, en 2018 el padre buscaría la reelección como alcalde de la capital del estado, pero la perdería, mientras que el hijo, Cardona Juárez, ganaría una diputación federal bajo las siglas del PRD.
Como diputado federal, Gallardo Cardona logró ser nombrado coordinador de la bancada del PRD, sin embargo, la debilidad del partido, además de una relación cercana entre este y los líderes de Morena, llevaron a Gallardo a salir de la organización política. Sorpresivamente, en 2019 se adhirió al Partido Verde y no a Morena. A nivel local se dio un éxodo de las estructuras personales de la familia Gallardo del PRD hacia el Partido Verde.
Llegado el tiempo de las precandidaturas para la elección a gobernador, las negociaciones para ser candidato por Morena fueron echadas abajo por la inconformidad de los liderazgos morenistas locales, lo que le dejó como única opción ir por el Partido Verde y firmar una alianza con el Partido del Trabajo para utilizar el nombre de la alianza “Juntos Haremos Historia” que había utilizado Andrés Manuel López Obrador en 2018 y que seguía utilizando entonces la alianza Morena-PVEM-PT.
El transfuguismo como estrategia
La reconfiguración del sistema de partidos a nivel nacional y local, la estrategia de alianza que seguían PRI y PAN y las disputas internas de Morena dejaron a muchos inconformes con los resultados de los procesos de selección interna de los partidos. El Partido Verde y, en particular Ricardo Gallardo Cardona, supieron aprovechar este factor, pues atrajeron a muchos de esos políticos inconformes y, por tanto, a sus seguidores, debilitando aún más a los rivales.
Así, el Partido Verde, que hasta entonces no tenía estructura ni liderazgos suficientes para competir con posibilidades de victoria en las elecciones municipales y de diputados locales y federales, presentó como candidatos a figuras que habían construido sus carreras en el PRI, PAN, PRD y hasta en Morena. Con ello fortaleció la estructura territorial del Verde y dejó sin cuadros competitivos a los demás partidos. Además, la fragmentación del voto con nueve candidatos a gobernador, algunos probablemente impulsados por el mismo Gallardo Cardona, minó las posibilidades de que PRI y PAN siguieran dominando la votación en algunos distritos y se abriera la posibilidad de competir y de ganarlos. De esta manera, Ricardo Gallardo Cardona, encabezando la alianza PVEM-PT, logró alcanzar la victoria ante la alianza PRI-PAN-PRD, sacándole además cinco puntos de ventaja.
Conclusión: la sombra del neocacicazgo
La forma que toma la democracia en el nivel subnacional tiene sus propias dinámicas y condiciones. Treinta años de disputas competitivas —de 1991 a 2021— entre PRI y PAN vieron su fin con la llegada de un tercer partido al gobierno estatal. Desafortunadamente esos treinta años no bastaron para construir una cultura política lo suficientemente fuerte para resistir a esquemas tradicionales de poder concentrado. Un simple indicador de este estilo patrimonial de concebir y ejercer el poder es la forma en que el gobernador se autonombra y se hace nombrar en los actos públicos como “el padrino”, lo que genera una relación no de gobernante-gobernado o gobernante-ciudadano, sino de padrino-ahijado —con la subordinación que ello implica.
La canibalización interna que viven PRI y PAN, en lo nacional y en lo local, no les han permitido mantenerse como una oposición sólida ni convincente, además de que no tienen liderazgos competitivos en el horizonte. Morena, a su vez, vive atrapada en sus intereses con el aliado incómodo, el Partido Verde, lo que no le da margen de maniobra mientras trata de hacer crecer su estructura. Por su parte, el gobernador atrae a sus filas a los alcaldes elegidos por otros partidos utilizando como premio o castigo el presupuesto, con lo que fortalece su figura y su poder, y debilita aún más a los partidos opositores.
En este contexto, el proyecto transexenal de la familia Gallardo hacia la elección de 2027 está claro, con su padre, Ricardo Gallardo Juárez, como diputado federal por el Partido Verde para el periodo 2024-2027 y su esposa, Ruth González Silva, a quien promueve en cada acto público como “la madrina”, como senadora por el Partido Verde.
La reciente iniciativa de reforma presentada por la presidenta Sheinbaum para prohibir que los familiares de funcionarios salientes puedan ser candidatos en las elecciones inmediatas, conocida coloquialmente como reforma antinepotismo, puede ser el camino para evitar la consolidación de un neocacicazgo en tierras potosinas bajo el manto electoral pero dependerá de la oposición volverse una opción realmente competitiva y el tiempo corre. Mientras tanto, el Partido Verde en San Luis Potosí y su líder local replican viejas prácticas.
El futuro del sistema de partidos y de la democracia se está jugando a nivel nacional y en cada estado.
POR JAVIER CONTRERAS ALCÁNTARA