2 julio, 2025

2 julio, 2025

A medio siglo del 8M

La infiltrada

Hace 50 años en 1975, por vez primera se oficializó al mundo la conmemoración del 8 de marzo, aunque más de medio siglo antes, desde 1900 ya se intentaban hacer visibles las protestas femeninas, sobre todo por los derecho laborales; algunos estudios de género sustentan el origen de la efeméride a partir de una tragedia en Nueva York donde 123 trabajadoras textiles murieron en una fábrica a consecuencia de la falta de seguridad laboral para ellas y justo ahí, años antes de el trágico suceso, las trabajadoras ya hacían eco de las manifestaciones que empezaban a gestarse en la entonces Unión Soviética y Alemania. Otros estudios internacionales validan la idea de la conmemoración en Europa, antes de que desde Estados Unidos se anunciará para el mundo.

Hoy, después de más de cien años de lucha y cincuenta del reconocimiento de la ONU sobre la necesidad de visibilizar los derechos de las mujeres llegamos nuevamente al 8 de marzo, “8M” , así en un número y una letra es como se ha simplificado la fecha, la más global de todas las efemérides, la que debiera ser el centro de nuestras conversaciones todo el año, que debiera durar más que un día, porque un día no basta para hablar de todo lo que nos debe la historia formulada a partir del sistema patriarcal.

Vamos lentas, pero a pasos firmes. Y es que es apenas en el 2010, hace 15 años cuando los países reunidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas aceptaron la ONU MUJERES, una entidad creada para impulsar políticas públicas por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. En su creación se aseguró que los Estados miembros daban un paso histórico acelerando los objetivos de la Organización, relativos al cumplimento de los compromisos con más de la mitad de la población del planeta.

En la historia de la lucha por la igualdad de género, una Declaración y Plataforma de Acción, surge en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, China, en 1995; en ese momento las naciones se comprometieron con una agenda específica para apoyar la igualdad de género. Son doce los compromisos que desde hace tres décadas están en el tintero y que cada 8 de marzo vuelven a sonar, como exigencia para su cumplimento, estos compromisos los describieron como las“doce esferas de preocupación por las cuales debía trabajarse urgentemente: La Mujer y la Pobreza; Educación y Capacitación de la Mujer; La Mujer y la Salud; La Violencia contra la Mujer; La Mujer y los Conflictos Armados; La Mujer y la Economía; La Mujer en el ejercicio del poder y la toma de decisiones; Mecanismos para el Progreso de la Mujer; Los Derechos Humanos de la Mujer; La Mujer y los Medios de Comunicación; La Mujer y el Medio Ambiente; y finalmente en un apartado especial La Niña, en este último debían adoptarse iniciativas para garantizarles un desarrollo pleno, las niñas de aquel entonces, ya tienen 30 años.

Para la ONU llegamos con avances que se deben reconocer: La paridad en la educación de las niñas se ha alcanzado; la mortalidad materna se reducido en una tercera parte; la representación de las mujeres en los congresos ha aumentado el doble y las naciones siguen cambiando leyes discriminatorias; sin embargo, no se dice que muchos de los derechos y leyes alcanzadas son gracias a colectivas de mujeres que han salido a las calles a reclamar por lo justo para todas. En todas las naciones, la ola feminista ha insistido en el cambio para alcanzar la igualdad sustantiva.

*UNA CUARTA PARTE DE LAS NACIONES DEL MUNDO REPORTAN RETROCESO EN LA AGENDA PARA LA MUJER*

Este 2025, el Día Internacional de la Mujer se conmemora a cinco años de llegar a otra fecha pactada con el Plan de Acción Beijing +30; otra agenda, una adición a las anteriores, una nueva “hoja de ruta” para “completar las asignaturas pendientes”; en esta era, la preocupación se centra en la Inteligencia Artificial y la Innovación Digital, de nuevo el planteamiento para la Erradicación de la pobreza; la Cero Violencia; El Pleno poder de decisión; Paz y Seguridad y; Justicia Climática.

Aunque a ojos de muchos machos se ha logrado el empoderamiento femenino, la realidad se vuelve a gritar este 8M, la discriminación de género persiste y esto restringe los derechos humanos de mujeres y niñas.

Uno de cada cuatro países notifica un retroceso en los derechos de las mujeres, cita un titular de noticias de la ONU Mujeres.

Las mujeres nos enfrentamos a “un escenario sin precedentes de amenazas cada vez mayores en todo el mundo, desde niveles más altos de discriminación hasta protecciones jurídicas mas débiles y un menor financiamiento para acciones que protejan a las mujer”, según el comunicado para esta fecha, que además advierte que en lugar de ir a una igualdad de derechos globales, se esta generalizando la misoginia.

El sistema patriarcal que nos domina, también es paternalista y de ahí que se cree que la solución total se centra en la política pública, se invisibiliza así la responsabilidad comunitaria, el primer núcleo social, la casa propia.

*EL VIOLADOR ERES TÚ*

Los número no mienten, las estadísticas son claras, una de cada tres mujeres a lo largo de su vida sufre, ha sufrido o va a sufrir algún tipo de violencia.

Toda violencia contra la mujer tiene su origen en el machismo, los testimonios de las víctimas apuntan casi siempre a un hombre cercano: al padre, abuelo, padrastro, hermano, primo cuando se es niña; el novio, esposo, amigo, compañero de trabajo, jefe, vecino o ex pareja cuando se es mayor.

Se sufren muchos tipos de violencia: Emocional, Física, Patrimonial, Económica, Vicaria, Sexual, Obstétrica, contra los Derechos Reproductivos, Simbólica, Digital o Feminicida, por mencionar solo las que más se denuncian, pero también se pueden enumerar las que emanan de los micromachismos, que se perciben como costumbres sociales y van desde minimizar la inteligencia de la mujer, hasta acosar, intimidar e invadir el espacio de la mujer, tanto en lo público como en lo privado.

Hemos roto “el techo de cristal”, cada vez logramos más puestos de liderazgo; hemos soltado el “suelo domestico pegajoso” y aprendido a gestionar la administración del hogar y la profesión, con una doble o triple jornada; hemos derribado barreras de estigma social y roto con tradiciones matriarcales que nos oprimen. Pero aún no cae el patriarcado, el pacto entre hombres es más fuerte que cualquier otro lazo de comunidad.

Por eso gritamos las mujeres. Por eso se forman las colectivas que nos ayudan en la autodefensa; hermanas del mismo dolor; en una misma línea del combate contra el sistema que nos ceja en el intento de oprimirnos.

Entonces tenemos claro qué 8M no es una celebración, como el día de la madre, padre o de las infancias. Es una conmemoración que evoca la lucha de todas las mujeres por los derechos humanos de todas, lo que la historia nos ha negado. Y las consignas de este día duelen por que claman por la vida misma: “El violador eres tú”, “Hoy marcho por las que ya no están”, “Quiero vivir, no sobrevivir”, “Vivas nos queremos”, “Te parecemos muchas, nos faltan miles”. Y no, no somos “feminazis” al frente de esta batalla, somos mujeres sororas, con el anhelo de comunidades igualitarias, respetuosas de los derechos de todos y todas.

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