En la actualidad, los mexicanos recurren a guardar sus ahorros en una cuenta de banco o a usar alguna tarjeta de crédito para hacer compras. Todos los días, son más las personas que se animan a utilizar los servicios financieros disponibles en el país, con la intención de mejorar la estabilidad del hogar.
Pero, en México, aún no es generalizado el uso de una cuenta bancaria, productos de crédito o servicios que permitan la administración eficiente del dinero y la opción de planificar el futuro económico. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 76.5 por ciento de la población entre 18 y 70 años cuentan con la menos al menos un producto financiero, ya sea una cuenta de ahorro, un crédito, un seguro o una cuenta para el retiro.
Esto significa, que en 2024 8 de cada 10 personas utilizan algún producto financiero. Aunque esta cifra es un gran avance, al hablar de inclusión financiera, aún hay brechas persistentes. Por ejemplo, si consideramos el tema de género, el porcentaje de hombres con acceso a este tipo de productos es mayor (80.9 por ciento) al porcentaje de mujeres (72.8 por ciento).
Además, si consideramos la región del país en donde vivimos, también se observan diferencias. Por ejemplo, la región centro-sur y oriente registró el mayor crecimiento en acceso a productos financieros, con un aumento de 14.1 puntos porcentuales desde 2021. En contraste, el acceso en comunidades de menos de 15 mil habitantes sigue siendo más limitado, lo que resalta la necesidad de ampliar la oferta de servicios financieros en zonas rurales.
Mientras que, en el noreste del país, el acceso a al menos un producto financiero aumentó 8.9 por ciento, lo que indica que 84.9 por ciento de las personas que viven en esta región cuenta con algún producto. No obstante, el grupo con menor acceso a productos financieros es el de hablantes de alguna lengua indígena, con 58.2 por ciento. Por lo que aun hay temas pendientes para los hacedores de política pública.
Ahora bien, la importancia de la inclusión financiera radica en la posibilidad de acceso para un manejo adecuado de recursos para las familias. Así que acceder a una cuenta de ahorro formal y el acceso al crédito ayuda a las familias a mejorar su relación con el dinero.
También, es importante dicha relación porque implica conocer y utilizar de forma adecuado los recursos financieros que existen en el mercado, lo que se traduce en unas finanzas sanas. Un dato más, según la ENIF 2024, el 65.3 por ciento de la población lleva un registro de sus gastos, lo que es fundamental para una buena administración financiera.
Recuerda que, entre las principales prácticas para mantener unas finanzas saludables están:
Presupuestar ingresos y gastos, de este modo es posible evitar endeudamientos innecesarios.
Ahorrar de forma regular, puesto que contar con un fondo de emergencia ofrece tranquilidad en caso de imprevistos.
Uso el crédito de forma responsable, lo cual ayuda a evitar deudas que superen nuestra capacidad de pago.
Planifica para el futuro, contra con una cuenta para el retiro o un plan para el futuro garantiza mejorar en la calidad de vida, a largo plazo.
La educación financiera es clave para mejorar la inclusión financiera y garantizar que las familias mexicanas puedan tomar decisiones informadas sobre su dinero. A medida que más personas acceden a productos financieros y aprenden a administrarlos, se fortalece la estabilidad económica del país y se reducen las brechas de desigualdad.