19 abril, 2025

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Desaparecidos: la tragedia y la perfidia

TRÓPICO DE CÁNCER / JESÚS COLLADO MARTÍNEZ

En 2006 Felipe Calderón declaró una guerra irregular contra el narcotráfico y el crimen organizado y sacó de los cuarteles a las fuerzas armadas, ejército y marina, para que conjuntamente con la policía federal iniciaran “la batalla” contra ellos. En los siguientes diecinueve años el número de muertos y desaparecidos aumentó exponencialmente en nuestro país.
Un desaparecido se diferencia de una víctima de homicidio porque en el caso de la persona muerta hay un cuerpo y se sabe que alguien le quitó la vida. Aunque no se sepa quién lo mató, los vestigios en su cuerpo, la autopsia y todos los elementos que la ciencia provee, permiten establecer que uno o varios lo convirtieron en una víctima fatal. Un desaparecido es una persona que no está, no se le localiza en ninguna parte y tampoco se puede determinar si fue asesinado, y de qué manera, o si murió por causas naturales, o si está vivo y en qué condiciones se encuentra.
Un desaparecido es una persona que pudo haber muerto por la violencia ejercida por las autoridades del estado, ejercito, marina, policía federal, guardia nacional, policía estatal, o la policía municipal, que ocultan los cuerpos de los desaparecidos para no dejar rastro de la acción ilegal cometida por la autoridad, que no lo detuvo para presentarlo ante el ministerio publico, una defensa y un juzgador para que tuviera un juicio justo, y una sentencia que definiera su culpabilidad o su inocencia.
Un desaparecido también es una persona que perdió la vida en un enfrentamiento entre grupos de delincuentes o en una acción subrepticia para asesinarlo y en donde se oculta su cuerpo como parte de la estrategia de violencia que se ejerce contra el enemigo o para ocultar la evidencia del crimen cometido.
Un desaparecido es una persona que emigra hacia otro lugar y que es víctima de secuestro para reclamar un rescate de sus familiares en su país o lugar de origen o en el país de destino y que muchas veces es privado de la vida para evitar que identifique a los delincuentes.
Un desaparecido es una persona secuestrada para pedir dinero o bienes de sus familiares o personas cercanas y que es privada de la vida para ocultar la identidad de sus secuestradores.
Los restos de los desaparecidos son ocultados sepultándolos en terrenos baldíos, en casas abandonadas o a veces habitadas, desmembrados, incinerados, disueltos en ácidos y solventes, hundidos en ríos, arroyos, lagos, lagunas, pantanos, esteros, ojos de agua, pozos vacíos, pozos con agua, también en las morgues de los hospitales, en los servicios médicos forenses, o en fosas comunes cavadas clandestinamente en cementerios públicos y privados.
Los desaparecidos son hombres y mujeres de todas las edades, niños, adolescentes, jóvenes, ancianos, que fueron víctimas de la violencia. Sus seres queridos los buscan con la esperanza recóndita de no encontrarlos para mantener abierta la posibilidad de que estén vivos en otra parte, pero lamentablemente, dolorosamente, la experiencia demuestra que en la mayoría de los casos ya no volverán.
A los desaparecidos los busca su gente cercana, casi siempre sus madres, para encontrar algún indicio de que ahí estuvieron y de que ya no van a estar más, los buscan para poder cerrar emocionalmente la terrible herida de haberlos perdido de esa manera siniestra.
Hay 120 mil desaparecidos en nuestro país que son 120 mil huecos en las familias. Es un hombre o una mujer o un niño o un adulto o una persona mayor que ya no están con sus madres o padres, con sus esposas o esposos, con sus hermanos o hermanas, con sus hijas e hijos, con sus nietas y nietos, con sus novias o novios, con sus amigas y amigos, es un saludo, un apretón de manos, una sonrisa, una caricia, un abrazo, un beso, que ya no, que nunca más, los desaparecidos son aquellos que ya no están, que ya no estarán más, ni con nosotros ni con nadie mas.
Los desaparecidos son un dolor agudo que llegó para quedarse, que no se irá más y que solo se mitigará un poco con el hallazgo de algún indicio que le de un poco de certeza y de alivio a sus deudos.
 
*La perfidia*
A este drama infinito de los desaparecidos se agrega un dolor más, el de la manipulación de los oportunistas, a quienes ni siquiera el dolor los hace detenerse, a quienes no les inspira un poco de compasión ni empatía la tragedia de sus semejantes, la tragedia de nuestro país completo, es otra vez esa minoría rencorosa llena de odio y resentimiento, son esos que fueron poderosos y en su momento dejaron correr la oleada del crimen y la violencia que provocaron, y por eso el voto popular los redujo a minorías vergonzosas, son ahora sus voceros en los medios y las redes sociales, los que con profundo cinismo acusan de ineficiencia al gobierno actual, de ocultar los homicidios detrás de los desaparecidos, son esos que juegan con las palabras y distorsionan la información de los hallazgos y producen más dolor a los deudos. Son esos pérfidos representantes de la miseria humana los que medran a costa del dolor de toda la nación.

POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ

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