«Cuando camines un camino y una mano te salude, te acordarás de mi». Dice la rola de los Brios.Y sí, baste una referencia, un simple contacto con algo- no se sabe con qué- qué lo relacione para que los recursos salgan del olvido e invadan el presente
Aquella vez un pájaro carpintero estuvo picoteando un árbol y cada que veo un árbol te recuerdo. Ya sabes, en Victoria hay chingos de árboles. Y en las noches y en las tardes por las que vagues solitaria, te acordarás de mi.
Dame hoy el recuerdo del últimos encuentro que tuviste con otra persona, la memoria intacta recordando los zapatos, el traje, la forma de verte. Sabrás la multitud de objetos, personas y escenarios que elegiste ver y sin embargo por extraña razón sólo conservas algunos, unos cuantos, quizás en orden los más importantes.
En alguna región se quedó, en Ia esperanza de volver a verla en otro turno del pensamiento, del sueño también. Nadie sabe a dónde va a parar el recuerdo, en qué bodega de la memoria se extravió.
Te has de acordar de la vergüenza que te dio hablar por primera vez en público, de aquella vez que caíste en un bote de pintura con el pantalón nuevo, del auto gol y la risa del equipo contrario, de la vez cuando niño te hiciste en la cama y toda la vida te lo recordaron.
Ultimadamente para qué deseamos recordar si la mayor parte de nuestra vida actuamos en automático. Lo que bien se aprende no se olvida, pero no, uno quiere sangrar por la misma herida y el tema de la conversación es de memoria que por lo general se vuelve abstracta si no la tienes documentada.
Cada recuerdo es un testimonio invaluable de la existencia, cada recuerdo es un documento como una fotografía, un acta notarial. Sin embargo la memoria juega a las escondidillas y por más interés que pongas en recordar un nombre, una fecha o una situación menos viene a la mente. Dicen los psicólogos que en realidad se trata de cosas que por alguna razón repudias, quien lo sabe. Luego llega otra psicología contradictoria.
Pero el olvido arroja cerpentinas y de pronto, mágicamente, lo que creemos olvidado viene a nuestra mente, y tarde por supuesto. Y entonces llamas a la persona ¿te acuerdas de aquello que no recordabamos? Y responde: no, no recuerdo. Qué gacho. Y cuando leas un poema, una frase con amor, tu llanto no podrás contener.
La memoria olvidadiza y todo es un recurso para seguir viviendo. Puedes hablar con las personas sabiendo como se llaman y si no les preguntas. Hay grupos de personas que reciben un nombre, tiendas cuya referencia es el nombre que muy adoc les corresponde.
La memoria tiende a recordar tal cual solo frases cortas y palabras expuestas en un lugar de interés personal, el resto lo olvidamos fácilmente. De manera extraña se cuelan en Ia memoria palabras que nada que ver. No sé si ese hecho provenga de un estímulo personal dado en otro tiempo. Y cuando mires esa foto donde estamos abrazados, tu llanto no podrás contener.
Si un día te fracturaste la rodilla- ojalá nunca ocurra- recordarás a aquellos a quienes les haya pasado lo mismo, en lo que otros ni siquiera lo vieron, cuando la identidad juega un papel definitivo. No por nada, inconscientemente nos juntamos con los pares, quizás en el fondo y en Ia superficie jugamos a lo mismo.
La memoria no olvida los actos que te marcaron, no olvida la vez que te asaltaron, la final aquella cuando fallaste un penalti horripilante, el rostro que pusieron aquellos que en ti confiaron, no olvida el primer beso, cuando te volteaste en Ia carretera vieja a Tula por venir jugando carreras,
De cualquier manera en cada gota que derrames, en cada gota que te seques….. te acordarás de mi.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA