El estupor y la incredulidad han sido las primeras reacciones de la humanidad en momentos clave que se han convertido en verdaderos parteaguas. Como en 1989 en que sucedió lo impensable, el colapso y desaparición de la URSS significó el fin de la Guerra Fría y la caída del comunismo y de todos sus aliados en Europa oriental: Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía, Estonia, Letonia, Lituania, y Yugoslavia, cambiaron de régimen político para abandonar por completo el socialismo e incorporarse, la mayoría de ellos, a la comunidad de países europeos, sumándose también a su modelo de desarrollo económico.
Surgió el modelo de la economía capitalista neoliberal, caracterizado por la globalización de los mercados y el libre comercio, que privilegió la concentración de capital en las manos de elites privilegiadas y en el caso de los Estados Unidos significó el abandono de una parte importante de su planta productiva y la fuga de sus capitales hacia la búsqueda de utilidades exorbitantes generadas por la mano de obra de bajo costo en China, México y Canadá, con la consecuente pérdida de empleos que condenó al empobrecimiento a millones de ciudadanos norteamericanos.
Ahora el estupor y la incredulidad han sido las primeras reacciones ante el colapso irremediable del neoliberalismo como ideología y modelo político y económico predominante durante los pasados 35 años. La razón principal del triunfo electoral arrollador de Donald Trump en la elección del 2024 tiene su mejor explicación en el voto y el apoyo incondicional de los millones de norteamericanos desempleados y pobres, agraviados por el abandono de sus gobiernos para favorecer el enriquecimiento de unos cuantos y el de sus aliados comerciales, por encima del bienestar de sus propios ciudadanos. El segundo mandato de Donald Trump inicia con la amenaza a todos los países del mundo de imponer tarifas económicas generalizadas para resarcir a Estados Unidos de lo que, en su visión, consideran abusos imperdonables por la forma en que ha sido tratados siendo la potencia más grande del mundo.
La reacción de los gobernantes, los economistas y los analistas especializados ha sido de incredulidad y de estupor ante la amenaza. Se discute ampliamente en medios de comunicación y redes sociales la inviabilidad de las medidas que pretende tomar Trump, se dice que está gobernando a base de decretos a su país y está afectando negativamente el equilibrio de las relaciones internas en Estados Unidos y las relaciones internacionales del resto del mundo. Se olvidan que Donald Trump gobierna a su arbitrio a los Estados Unidos de America que es la economía más grande del mundo, tiene el arsenal nuclear más importante, cuenta con el tercer ejército mas grande en número de tropas y el mejor preparado y armado de todo el mundo. Tiene además un gabinete de expertos de mano dura, dispuestos ejecutar hasta las ultimas consecuencias las medidas económicas anunciadas desde ayer, que tienen como fin retornar los capitales y renovar la planta industrial en su territorio para recuperar los trabajos y los capitales norteamericanos que todavía están distribuidos por el mundo, sin importar el costo que ésta reconversión tendrá en el corto y mediano plazo para la economía mundial.
El libre comercio es el enemigo a vencer del Presidente Trump y parece estar dispuesto a dar una pelea en toda forma para acabar con él en todas sus expresiones, incluyendo el Tratado Estados Unidos-México-Canadá TMEC. Quizá toda esta revolución en la economía del mundo encuentre su equilibrio en la firma de acuerdos comerciales que permitan por una parte el intercambio comercial y al mismo tiempo la generación de recursos para el desarrollo equilibrado de los pueblos por encima de la concentración de capital para unos cuantos.
Mientras tanto, el que duerme con un elefante tiene la necesidad de cuidarse a toda hora de no ser aplastado, incluso involuntariamente, por el enorme paquidermo. La relación de México con los Estados Unidos de América es muy semejante a ese ejemplo, los dos países comparten tres mil doscientos kilómetros de frontera y su camino ha estado ligado históricamente, en una relación asimétrica en la que ha habido altibajos, inclusive agresiones militares de quien detenta el mayor poder político, económico y militar del mundo.
Actualmente la tormenta económica y política está iniciando y México ha tomado las previsiones necesarias, tiene planes y proyectos propios para enfrentar la crisis y la postura de la Presidenta de México se mantiene sin confrontación, con disposición al dialogo, la colaboración y la contribución al logro de objetivos comunes con Estados Unidos, sin subordinación, ni sometimiento. Es una posición digna, sensata y firme, cuidando en todo momento el bien de la nación y no ser aplastados incluso involuntariamente por la gran potencia. Veremos si esos preparativos resisten el vendaval que está iniciando.
POR JESUS COLLADO MARTÍNEZ