Cuando se piensa en los ángeles, según la Biblia, la mayoría imagina seres con rostro humano, alas blancas y un halo brillante flotando sobre la cabeza.
Pero lo cierto es que esa imagen está más cerca de un guion de Hollywood que de lo que describen las Escrituras.
Si abres una Biblia y lees con atención, lo que vas a encontrar es una serie de figuras celestiales tan misteriosas y complejas, que pueden causar más asombro que paz.
Desde criaturas cubiertas de ojos hasta figuras con múltiples caras y alas, la apariencia de los ángeles es un enigma que ha desconcertado a creyentes, estudiosos y artistas durante siglos.
¿Por qué nos enseñaron una cosa, si el texto dice otra completamente distinta?
Querubines y serafines, así describe la Biblia a los ángeles
No todos los ángeles en la Biblia son iguales. Hay categorías y jerarquías, y con ellas, descripciones que parecen salidas de otro mundo (y tal vez lo son).
Querubines
Olvídate de los angelitos regordetes. Los querubines bíblicos no tienen nada de infantiles. En Ezequiel, se habla de seres con cuatro rostros (de humano, león, toro y águila), cuatro alas y piernas como las de un becerro. Pero eso no es todo: junto a ellos se mueven unas ruedas entrelazadas, cubiertas de ojos que giran y se elevan. Son descritos como guardianes de lo sagrado, como el Edén, y su forma está cargada de simbolismo, no de ternura.
Serafines
En Isaías, los serafines son presentados como criaturas con seis alas. Dos cubren su rostro, dos sus pies, y con dos vuelan. ¿Por qué se cubren? Porque ni ellos se atreven a mirar directamente a Dios. Son los que proclaman constantemente “Santo, Santo, Santo”, y su presencia es tan impactante que hace temblar las puertas del templo celestial. No hablan, anuncian. No aparecen, irrumpen.
Ángeles mensajeros
Luego están los que más se parecen a lo que entendemos por ángeles: los mensajeros. Como Gabriel, que aparece a María, o los ángeles que visitan a Abraham. Tienen forma humana, sí, pero eso no los hace menos imponentes. En cada relato donde se presentan, la primera reacción de quien los ve es el miedo. No se presentan como figuras dulces, sino como enviados con una misión divina, cuya sola presencia intimida y transforma.
¿Por qué las películas y pinturas los muestran de otra forma?
¿Por qué todo esto suena tan distinto a lo que vemos en películas, pinturas o series? Porque durante siglos, la figura angelical fue modificada para hacerla más digerible, más estética y menos desafiante.
En el Renacimiento, por ejemplo, los artistas adaptaron los ángeles según la Biblia a formas idealizadas: rostros bellos, cuerpos humanos estilizados, alas suaves y doradas.
Fue una elección visual, no una traducción fiel. Lo mismo hizo la industria del cine: ¿cuántas veces hemos visto en pantalla a un ángel con túnica blanca, sonrisa apacible y voz suave?
Pero eso no es lo que dice el texto. Y lo más impactante es que muchos nunca han leído estas descripciones por sí mismos. ¿Por qué? Tal vez porque lo que encontrarían no se alinea con la imagen que reconforta, sino con una que sacude.
La diferencia no es un simple detalle estético. Habla de cómo hemos simplificado conceptos que, en su origen, estaban diseñados para transmitir misterio, poder y reverencia.
La imagen real de los ángeles, la que está en los libros de Ezequiel, Isaías y Apocalipsis, no es para adornar postales navideñas. Es para recordar que lo divino no siempre se muestra cómo esperamos.
Entonces, ¿qué representan los ángeles?
Quienes escribieron la Biblia no estaban interesados en describir seres agradables. Lo que hicieron fue intentar poner en palabras algo que no podía entenderse con lógica humana: la presencia de lo celestial, lo que está más allá de la materia. Por eso, la forma de los ángeles no sigue reglas humanas. Hay alas, ojos, fuego, movimiento constante. Nada está quieto, nada es estático.
Cada uno de estos elementos tiene un propósito. Las múltiples caras representan omnipresencia; los ojos, la vigilancia divina; las alas, el poder de moverse entre dimensiones.
La apariencia de los ángeles no es solo extraña, es una herramienta para comunicar ideas que no pueden explicarse de otra forma.
Entonces, cómo lucen los ángeles, no es una simple curiosidad visual. Es una forma de mostrar la distancia entre el cielo y la tierra, entre lo que entendemos y lo que no.
Y aunque el arte y la cultura pop sigan eligiendo una versión más “bonita”, la Biblia nos dejó un retrato completamente distinto.
CON INFORMACIÓN DE EXCÉLSIOR