18 abril, 2025

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Poesía en el Golfo

CATALEJOS/ MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES

En nuestro microuniverso, el fallecimiento de Mario Vargas Llosa sobre el cual ya se ha escrito mucho, sirvió de ocasión para recordar su visita a Tamaulipas.

Ocurrió en noviembre del 2002, cuando estuvo durante una semana en Tampico para participar en el Festival Letras en el Golfo.

Para quienes asistimos como público a aquellas veladas literarias resulta muy difícil reflexionar fríamente sobre la utilidad de aquel encuentro cultural, y su relevancia para la vida artística del puerto.

Imposible no recordar con cariño esos tres o cuatro años en los que por el Espacio Cultural Metropolitano y el Centro de Excelencia de la UAT, pasaron autores tan importantes como el propio Nobel peruano, o Carlos Fuentes, Breyten Breytenbach, Hans Magnus Enzensberger, Sergio Pitol,  Gonzalo Rojas, Alí Chumacero, Adonis, Enrique Elizalde, Raúl Zurita.

Para mí, un estudiante universitario que apenas unos años antes había leído con fervor las historias de Maqroll el Gaviero, quedó marcada para toda la vida la tarde en la que el colombiano Álvaro Mutis accedió a responderme unas cuantas preguntas a modo de entrevista.

Por ello, insisto, corresponderá a otros el análisis sesudo y reflexivo sobre lo que implicó la realización de aquél Festival, el dinero que en él se invirtió, y lo poco o mucho que aportó para el desarrollo cultural de la región.

Nosotros, que por aquellos años éramos lectores y alumnos -malos, pero devotos- de la poeta tampiqueña Gloria Gómez Guzmán, aún recordamos aquella gala literaria en el Metro, en la que su ciudad la reconoció a la altura de cualquiera de los autores internacionales que aparecían con letras más grandes en la cartelera.

No muy distinto a lo que ocurrió cuando en el Festival participaron otros escritores del puerto como Arturo Castillo Alva y Juan Jesús Aguilar.

Como era de esperarse, Letras en el Golfo, se terminó a la par de las dinámicas políticas de aquellos años, y más de dos décadas después, la muerte de Mario Vargas Llosa sirvió para que muchos desempolvaran, desempolváramos, los recuerdos de aquellos tiempos.

Si a pesar de todo, se impone la exigencia de una reflexión sobre aquellos días, permítase recurrir a Gloria Gómez Guzmán, que muchos años antes en “No eran la epopeya de estos años nuestros días” había escrito:

poesía no ha salvado a nadie
no resuelve insomnios
no sirve gritarla en pantallas de tv
o hacerla canciones y que traguen de ella
dulcemente los muchachos

poesía es un reluciente
bruto fragmento de náusea
un aullido están matando todo
la razón desvalida para seguir aquí

Por. Miguel Domínguez Flores

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