20 abril, 2025

20 abril, 2025

Victoria, semi vacía

La Semana Santa tiene ese efecto en la capital que la convierte casi en un pueblo fantasma

CIUDAD VICTORIA, TAM.- El Caminante repasó la lista de la despensa que su ñora le pasó por Whatsapp y aun sufriendo el “mal del puerco” enfiló hacia la zona centro, dispuesto a regatear lo que fuera necesario para surtir la canasta básica.

A bordo de su motito llegó al estacionamiento del Hotel Sierra Gorda y saludó al Tomy que en su calidad de encargado del changarro se disponía a reventarse unas flautas a la hora de su almuerzo.

Curiosamente el estacionamiento se encontraba prácticamente vacío casi al mediodía de ese viernes.
– ¡Que pasión mi Tomy! ¿Porque tan solo el ‘bisne’?

– Así se ponen estos días viejo, casi no hay chamba. – respondió el camarada dándose un festín de salsa verde en tortillas de harina.

El Caminante sonrió y continuó su andar en el primer cuadro de la capirucha. En las aceras seguía viendo poca gente, así como en los comercios de la Hidalgo y avenidas aledañas.

Con sus bolsas ecológicas en mano entró a Grand Obrero y notó que al contrario de otras ocasiones, las cajas no estaban a reventar como cualquier día de la semana.

Lo mismo se repitió en los pasillos del mercado y las calles que lo rodean.
– ¿Qué dice jovenazo, que le damos? – preguntó el tablajero de una de tantas carnicerías del Argüelles – si va a pecar rompiendo la vigilia pues de una vez aquí mismo.
– Buenas tardes jefazo, ¿qué tal de chamba?

– Pues ahí dos-dos ya ve que en estas fechas no se come carne, se puede uno tragar a chismes al prójimo, pero nada de romper las tradiciones – dijo el hombre rompiendo a carcajadas mientras afilaba el estilete con la chaira.
– No, si comer o no comer carne es lo de menos, frenar la lengua viperina es el verdadero problema. Pero por lo visto hay mucho católico practicante, porque marchantes veo muy pocos en todo el mercado – respondió el vago reportero.

– Así es cada semana santa joven, nomás los pobres nos quedamos en la ciudad, todos los pudientes se largaron a la playa – dijo el carnicero.

Y es verdad, bueno, al menos para la mayoría.
Cada semana mayor la capital se vacía de carros y peatones, dejando despejadas casi la totalidad de las avenidas, bulevares y calles de la urbe (aunque esto no necesariamente signifique que los percances viales disminuirán).

Arterias importantes como la calle 8, el Eje Vial Lázaro Cárdenas, los libramientos Porte Gil y Naciones Unidas, así como la calzada Tamatán y todas las callejuelas de la zona centro lucen semi vacías. Lo mismo sucede en cruces que se convierten en verdaderos embudos a la menor provocación como son los puentes sobre el rio San Marcos, los ferroviarios o en la Joroba.
Son estos los días en qué nadie batalla para encontrar un lugar donde aparcar (razón por la que el estacionamiento del Hotel Sierra Gorda y muchos otros mas están sin clientes).

Pero este panorama de soledad y cero estrés también se refleja en algunos negocios del día a día.
Ya sea en la fila del Pollo Feliz o en las Carnitas Mata o en cualquier establecimiento similar, la cosa se ha vuelto calmaaaada, como diría Clavillazo; es más en ningún puesto de gorditas y flautas le saldrá con la clásica frase de “tengo muchos pedidos por delante”.

Plazas públicas, centros comerciales, tiendas de chinos y salas de cine estarán escasas de público para beneplácito de quienes odian las aglomeraciones (a excepción de los asistentes al Sanmarcazo).

Y qué decir de quienes ‘de a fuercitas’ tienen que atravesar la zona centro en horas pico, en estos días pudieron hacerlo sin desesperarse o acabarse el claxon para apresurar a los demás automovilistas.

Eso sí, es un periodo muy crítico para los conductores de plataformas como Uber o DiDi, a quienes les asignan tarifas bajísimas, alejándose de su sueño dorado de 10 pesos por kilómetro recorrido, cosa que, siendo realistas muuuuy raramente ocurre y menos en esta temporada, pues muchos burócratas y maestros que están de vacaciones deciden ganarse unos pesitos de más entrándole a la chafireada, y que se convierten en “dedos rápidos” o “dedos de fuego” que a la velocidad de la luz aceptan cualquier viaje sea cual sea su importe.

Incluso en algunas colonias, solo el ladrido de los perros y una que otra Italika ruidosa rompen la tranquilidad que estos días de asueto proveen.

Habrá a quien le guste, y habrá a quien no, pero para quienes nos quedamos en la ciudad durante los días santos, el éxodo de capitalinos puede convertirse en un silencioso placer que se disfruta con mucho gusto. Demasiada pata de perro por esta tranquila semana santa.

POR JORGE ZAMORA

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