De manera natural y conforme avanza el gobierno de la presidenta Claudia Sheimbaum, la construcción de los liderazgos políticos en el país se van dando de manera gradual que propician la emergencia de las mujeres para controlar sus espacios.
En Tamaulipas por ejemplo, los liderazgos que por naturaleza se dan en sus distintas regiones mantienen a la cabeza de su estructura a mujeres, y como siempre y nadando a contracorriente pareciera que Victoria es la única región que se aferra a la estructura patriarcal.
Por ejemplo, en la frontera son tres mujeres las que mantienen el control en sus respectivas plazas. En Nuevo Laredo Carmen Lilia Cantú Rosas ha concentrado el poder político de su municipio de tal manera que la apuntan en la carrera por la sucesión. En Reynosa por su parte, Maki Ortiz desde la era cabecista hizo de la ciudad fronteriza su bastión que después entregó a su hijo con el afán de lograr la perpetuidad en el poder.
En Matamoros, desde los tiempos de Mario López, de manera alterna a su gobierno la ex secretaria de finanzas Adriana Lozano mantiene presencia e influencia en la cúpula de sus elites que van más allá del bien y el mal. Al final cualquiera sea el partido se mantienen como los mandamases de la ciudad fronteriza.
En el sólido Sur, el epicentro político – económico del estado, a la cabeza de una alianza de facto entre los grupos de poder, le otorgaron el liderazgo de la alcaldesa de Tampico Mónica Villarreal Anaya. La presencia de las mujeres se fortalece con la influencia de la senadora Olga Sosa Ruiz y de la maestra Magdalena Peraza.
Incluso en la Huasteca, otrora bastión de la familia Verástegui, Paty Chío mantiene el control político o al menos así lo impulsa la 4T tamaulipeca para aumentar su presencia en una región compleja por muchas variantes.
Sólo Victoria, la capital del estado padece un duelo de elites patriarcales que han contaminado el ambiente y mantienen a raya una de las fases de la 4T que inició el ex presidente Andrés Manuel López Obrador y ahora impulsa por naturaleza y convicción la presidenta Claudia Sheimbaum.
Victoria además desde la desgracia priista que desmoronó un régimen octogenario y mandó a la orfandad a una militancia apegada al protocolo, su transición del tricolor a la periferia partidista o al oportunismo morenista, ha desatado una guerra sucia que el próximo año cumpliría su primera década y que no ha cesado hasta la fecha. La política se convirtió en una caricatura y el orden institucional pende de un delgado hilo que poco a poco cede ante la tensión de la violencia política.
Y es además la única ciudad del estado en la que sus elites entregan los puestos más importantes de la vida pública (de cualquiera de sus rubros) a hombres. En la capital urge que se abra el espectro a las mujeres y detone un relevo político indispensable para recuperar el orden político e institucional.
Aún a la lejanía, circunstanciales o por premura surgen dos figuras políticas que podrían en su momento propiciar la consolidación de un grupo que sea dirigido principalmente por mujeres.
La Secretaria de Bienestar Silvia Casas poco a poco se posiciona en un liderazgo que va a contrarreloj por el poco tiempo que lleva en el cargo, pero la relevancia de los programas sociales y su nivel de impacto representa una oportunidad de oro para el futurismo político. Pero falta un camino largo por recorrer y las circunstancia política exige un mayor presencia y tal vez el tiempo no será suficiente para lograrlo.
De una forma más compleja, tediosa pero al final que recae en concentración de poder, la aspirante a magistrada del Poder Judicial Tania Contreras aumenta su presencia por su candidatura y por todo lo que representaría su renovación. La naturaleza de una elección tediosa y la responsabilidad del cargo serían sus principales retos para el futurismo, pero al final se mantendría como la cabeza de un grupo de poder indispensable para el Estado, desde la trinchera jurídica.
La periferia partidista ha entendido que la única manera de aumentar su presencia en el electorado es mediante una total apertura de sus espacios a las mujeres y no sería extraño que sus candidaturas sean entregadas a mujeres.
A lo largo de la geografía tamaulipeca se aprecia una reconfiguración política que caería en manos de mujeres y si en Victoria no se abre el espectro de los espacios público para que sean controlados por mujeres podría padecer la condena de los recientes años de terminar en tierra de nadie y que la mantenga como la única ciudad del país que no parece capital.
Es urgente para Morena y los partidos en general que pongan cartas en el asunto o en su efecto padecer una sorpresa electoral que al final de cuentas reduciría sus espacios.
Al final de cuentas y como dinámica natural, prevalece la máxima del gobierno en turno: ‘Es tiempo de mujeres’.
POR PEDRO ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ
@pedroalfonso88