29 abril, 2025

29 abril, 2025

Los niños son el juguete de los juguetes 

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA 

No está usted para saberlo pero los niños son los juguetes de los carritos. Los juguetes juegan con los niños y nosotros ingenuos que siempre hemos creído lo contrario. Las muñecas tienen su casa en sitios inesperados de la recámara y ahí reciben visitas frecuentes de la niña de casa que les trae un presente, que nada les haga falta. 

Pobrecito de un juguete sin niños, habrá que conseguir un niño que le otorgue vida, que haga un camino y lo lleve a una guerra en la montaña del patio trasero. Cuando terminan de jugar el niño guarda el juguete en la caja y los juguetes platican entre ellos a según les haya ido en el baile. Los juguetes como los niños ríen inexplicablemente. 

La casa donde hay niños también es de los juguetes que ocupan un lugar en el espacio, hasta que el niño comienza a olvidarlos y se van a donde nadie sabe, los niños a veces hacen lo mismo y vuelven ya grandes con la voz ronca, panzones y con una señora.

El señor de la casa recuerda su primer juguete, era un camioncito de volteo, hecho con lámina, mediante una manivela podía descargar una carga de grava a cualquier hora de la mañana. Su padre pensaba que el niño sería ingeniero, pero esto lo olvidó pronto en cuanto el niño vio el Nintendo en la mueblería citadina. 

Sin embargo el camión de volteo duró cientos de años y de sueños, fue pasando de un sueño a otro y perdió la idea de quién había sido su primer niño. Cosa rara, pues los juguetes todavía no se anunciaban en la Tele y aún no se había inventado Chabelo el de las espantosas «equis». Tiempos eran aquellos de un Santa Claus que no venía todos los años y de los Reyes medio desgarrados que algunos niños imaginantes decían haber visto pasar por la calle.

Sabemos que los niños no buscan, encuentran la dicha abajo de la mesa si así lo desean, y van por ella sin importar que ésta se encuentre abajo de la casa, en la alacena, en una cubeta con agua, en la cola de un gato, en Ia bañera chapoteando el agua, conduciendo una lancha. 

Como en todos los tiempos, en todo el mundo, los niños terminan jugando con un bote de lámina o un madero al cual le adaptan llantas con fichas de Coca cola. Hay ocasiones en que eligen lo rústico o se le acaba la pila al control remoto. Un carro nuevo no mantiene por mucho tiempo en esas condiciones un diálogo con el niño, tiene que chocar muchas veces con otros, se le debieron haber ponchado las llantas sin remedio, sacarlo y meterlo muchas veces al lodo hasta lograr un color neutro y con ello comenzar a contar su historia. 

Hoy por hoy el niño y la niña, la niñez, es el protagonista principal en su día, y en todos los días. Se le festeja con piñata y con pastel en su cumpleaños, se celebra su día con regalos y se le cuida con bastante esmero todo el año antes de que crezca sin darnos cuenta y sea bastante difícil darle alcance si nos ponemos a jugar carreras con ellos al rededor de la casa donde un día nos dimos cuenta que ya gateaba.

Es fácil notar cuando un niño está cerca o cuando se acerca. Se escucha el espectáculo sin anunciarse; se sabe, sin ver, la edad que tiene. Si la madre se separa, entre muchas no es imposible reconocer cual es, por su modo de caminar, por sus gestos, por el enorme parecido y hasta por su modo de llorar. 

No es por nada que los brazos de un padre sean musculosos y fuertes para protegerlos, los padres se vuelven muy valientes y fuertes, son capaces de protegerlos de cualquier riesgo llámese como se llame e ir por ellos. 

El niño es el muñeco en los brazos de mamá y la madre sabrá la diferencia y los años que hay entre su primera muñeca de trapo y este pequeño embarrado de frijoles, aguacate y plátano que hoy le pide los brazos después de un merecido almuerzo.

HASTA PRONTO 

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA 

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