La carta enviada por la presidenta Claudia Sheinbaum a los consejeros nacionales de Morena no pudo ser más clara.
Se trata de un documento muy ilustrativo del muy particular tiempo político que vive México.
Igual de claro que el mensaje que quiso lanzar, fueron los destinatarios de la misiva, a los que no necesitó nombrar.
Desde hace meses, ha sido evidente el tono cada vez más rijoso de los grupos que, agazapados en el morenismo, buscan dinamitar el proyecto de Sheinbaum.
La lista es larga empezando por Adán Augusto López y sus seguidores, diseminados por toda la República, incluido Tamaulipas.
Por eso, es importante leer el subtexto de la carta que propone un decálogo para meter orden en los procesos internos de Morena, pero -más allá de eso- es también una advertencia desde lo más alto del poder: la presidencia ya no está en manos de López Obrador, sino de Claudia.
Y parece que a menos de un semestre, su sexenio está llegando a un punto de inflexión.
Vale la pena leer con detenimiento algunas de las frases más poderosas del documento.
Sobre SU llegada al poder: “El 2 de junio de 2024 el pueblo de México se expresó libremente en las urnas y tomó nuevamente una decisión histórica, la de continuar con la Cuarta Transformación de la vida pública y elegir por primera vez en 200 años de República a una mujer como presidenta de México”.
Sobre los resultados HISTÓRICOS con su candidatura: “Obtuvimos casi el 60% de la votación y la mayoría calificada en las cámaras de diputados y senadores. Morena y nuestros aliados, nuestro Movimiento ha ganado 23 gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y la mayoría de los congresos locales”.
Sobre la lucha interna: “No apostemos nunca a la división. No caigamos tampoco en el sectarismo, ni por el contrario, en el exceso de pragmatismo sin principios”.
Un mensaje para los caciques: “Que nunca se permita el amiguismo, el influyentismo y nepotismo. Es indispensable que aún cuando en la Constitución se estableció que no puede haber candidatos en el periodo inmediato de familiares en ningún puesto de elección popular hasta el 2030, Morena lo incluya desde 2027”.
Sobre los escándalos relacionados con el crimen: “No puede haber colusión con la delincuencia, ni organizada ni de cuello blanco”.
Para cerrar, el mensaje más claro: “No podemos olvidar de dónde venimos, de lo contrario olvidaremos a donde vamos. No es llegar al poder por llegar, no es la ambición personal lo que debe guiarnos, sino el bienestar del pueblo”.
Lo dicho, pareciera que con el paso de los meses, Claudia va soltando lastres en torno a su conducción política, y parece dispuesta a ejercer el poder que le otorgaron los más de 33 millones de mexicanos que votaron por ella.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES