11 mayo, 2025

11 mayo, 2025

Medio oriente, caminando sobre espinas

Faljoritmo/Jorge Faljo

El mayor riesgo para el planeta se encuentra en el persistente conflicto en medio oriente. Trump anunció el martes pasado que los hutíes ya no querían seguir combatiendo, se rendían y el respetaría esa solicitud suspendiendo los bombardeos sobre Yemen. La noticia tomó por sorpresa a Israel que se sintió abandonado en una de sus múltiples guerras.

Hace un par de meses un oficial hutíe declaró que si Estados Unidos suspendía sus bombardeos ellos dejarían de atacar a sus naves militares. Tardíamente Trump le tomó la palabra. No fue de buena voluntad. Trump dijo que los hutíes son muy resistentes a castigo; más de 800 bombardeos desde mediados de marzo no consiguieron doblegarlos. Aparte de lo infructuoso de esos ataques la flota norteamericana está en dificultades.

En diciembre de 2024 un avión Super Hornet fue derribado por un misil de su propio país porque lo confundieron con un enemigo. A fin de abril otro de estos super aviones resbaló sobre la cubierta y cayó al mar cuando el portaviones hacia un viraje forzado para evadir un dron hutíe. Una semana más tarde se perdió otro Super Hornet por una falla al aterrizar sobre el portaviones. Cada uno cuesta 60 millones de dólares y cayeron por impericia, no en combate.

Además, en las últimas seis semanas los hutiés derribaron siete drones espías de 30 millones de dólares cada uno. Sin drones Estados Unidos bombardeaba básicamente a civiles sin impacto militar. En mes y medio el costo de la guerra en el mar rojo llegó a mil millones de dólares. Un gasto que amenazaba elevarse porque la flota norteamericana tuvo que alejarse de Yemen por temor a que le hundieran el portaviones.

La decisión de suspender los bombardeos ocurrió después de que el 4 de mayo un misil supersónico hutíe atravesó las barreras antimisiles israelitas y pegó en las cercanías del aeropuerto Ben Gurión, el más importante aeropuerto civil del país. Eso demostró un importante avance en la tecnología electrónica de los misiles hutíes que les permite evadir las defensas antimisiles. Es evidente que también se incrementó el riesgo para la flota norteamericana.

A partir de 2015 y durante cerca de ocho años los yemenitas fueron bombardeados por Arabia Saudita, con equipamiento militar norteamericano. Los ataques cesaron cuando los hutíes demostraron que podían atacar las instalaciones petroleras de ese país. Después de iniciada la guerra en Gaza los hutíes empezaron a atacar las naves destinadas a Israel en solidaridad con la población de Gaza. Yemen no es una potencia naval pero desde tierra pueden bloquear el estrecho de solo 26 kilómetros de ancho frente a sus costas. Por ahí tienen que pasar todos los barcos que van al puerto israelita de Eilat o que cruzan el Canal de Suez.

Cuando se estableció un cese al fuego en Gaza los hutíes suspendieron el bloqueo. Sin embargo a mediados de marzo Israel violó el cese al fuego e instauró un bloqueo total de Gaza. A la fecha impide la entrada de alimentos, agua, medicamentos y cualquier otra mercancía. El 5 de febrero Trump describió Gaza como un sitio de demolición; una descripción adecuada. Los sobrevivientes padecen hambre y sed y las fotos de los niños en huesos son terribles.

Ante el renovado ataque israelita los hutíes reactivaron su bloqueo naval. Atacan solo al comercio israelita pero el riesgo en la zona, y el costo de los seguros, ha hecho que la mayor parte del tráfico prefiera darle la vuelta al continente africano; algo costoso. Estados Unidos, con el argumento de la libertad de tránsito reinició sus bombardeos sobre Yemen.

Aunque Trump dio a entender que los hutíes suspenderían los ataques a todos los barcos. Los hutíes aclararon que el entendimiento de no atacarse entre ellos y la flota norteamericana no incluye a Israel.

Hace unos días los hutíes declararon un bloqueo aéreo sobre Israel mientras este siga atacando Gaza, Líbano, Siria, Cisjordania e Iraq. Mas de 15 líneas aéreas, las principales del planeta, cancelaron sus vuelos a Tel Aviv. Un objetivo hutíe declarado es provocar una reversión migratoria en Israel.

Israel nació como colonia europea desplazando a la población local y se encuentra en continua expansión. Hoy en día alrededor de 1 millón 771 mil judíos israelitas, el 23 por ciento de la población, nació en otros países; entre ellos hay 700 mil norteamericanos. En los territorios palestinos ocupados viven unos 740 mil israelitas con una alta proporción de inmigrantes. Vivir en guerra permanente, correr a refugiarse cuando suena la alarma de un misil y el deterioro económico interno podría efectivamente convencer a algunos a regresar a sus países de origen.

Israel anunció que se propone no solo destruir sino conquistar y colonizar Gaza. Su población hambrienta, diezmada, que apenas sobrevive entre ruinas no le representa ningún riesgo. Pero si es atacada por tierra se defenderá como pueda y habrá bajas israelitas. Nada comparado con las decenas de miles de palestinos muertos. Pero para sobrevivir políticamente el gobierno israelita se propone la guerra permanente. Dicen que tienen el mandato bíblico de destruir a sus enemigos y ocupar sus tierras y recursos. Eso les inculcan a los niños israelitas desde el kínder.

Israel, con el apoyo financiero y militar norteamericano es la gran potencia del medio oriente, capaz de reducir a ruinas a sus rivales. Pero tiene flancos débiles. Internamente se encuentra muy dividido a favor y en contra de su gobierno. Tiene un riesgo demográfico: del país salen los israelitas más educados y con formación científica. Cerca del 12 por ciento de sus soldados que invadieron Gaza sufre síndrome post traumático; son los que tienen algo de conciencia y culpa.

Las dificultades de la economía israelita se multiplican. No llega turismo; el ejercito recluta personal necesario a las empresas. El costo de la guerra es muy alto aunque sea subsidiado por Estados Unidos. Israel ha perdido todas las controversias jurídicas; en las Naciones Unidas, en la Corte Penal Internacional, en la Corte de Justicia Internacional. Su imagen moral está por los suelos y no se recuperará en décadas.

Las opciones son extremas. Israel y sus aliados dentro de Estados Unidos promueven la guerra con Irán, pero las consecuencias si lo hacen serán desastrosas. Si no pueden vencer a los hutíes menos a Irán. A menos que Israel ataque con bombas nucleares. Lo que Trump, la población norteamericana y el mundo entero verían con horror. Pero destruir a Irán no significa salir indemne; este puede contestar lanzando miles de drones y misiles contra Israel, las bases norteamericanas y las instalaciones petroleras del medio oriente creando un caos global.

Los hutiés y Yemen tienen al menos un punto de superioridad sobre Estados Unidos e Israel: una enorme capacidad de sufrimiento. La población norteamericana no aceptaría el hundimiento de un portaviones; la de Israel no aceptaría un alto costo en vidas en Gaza. Esto hace vislumbrar una pequeñita posibilidad en el otro extremo; la paz.

Es decir que privado del apoyo norteamericano Israel se podría ver forzado a: abandonar sus pretensiones de expansión territorial; suspender el genocidio; permitir la creación de un Estado Palestino y/o tener un gobierno democrático, no religioso, donde todos tengan los mismos derechos.

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