CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- En el cruce frente al icónico Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe se encuentra una obra que alguna vez prometió ser símbolo de progreso y seguridad para los victorenses: el Túnel del Beso. Hoy, sus accesos están sellados y el aire en su interior se ha vuelto denso por el abandono. Lo que fue concebido como una solución moderna para peatones y estudiantes es hoy un recordatorio de proyectos mal planificados y del olvido institucional.
Un proyecto con
buenas intenciones
Inaugurado durante el sexenio anterior, el Túnel del Beso fue diseñado con el objetivo de facilitar el cruce seguro entre el Santuario de Guadalupe y la zona conocida como “La Loma”, donde se ubican escuelas, clínicas y hospitales.
La idea surgió como alternativa a un puente peatonal elevado, que habría obstruido la vista del santuario, uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad.
El túnel, con iluminación LED y un diseño funcional, prometía no solo seguridad, sino también comodidad para estudiantes, adultos mayores y familias que transitaban diariamente por la zona.
«En su momento fue una buena solución. Evitaba que la gente cruzara a nivel de calle, donde el tráfico es intenso y peligroso», comenta Roberto Sánchez, comerciante que ha trabajado en la zona por más de una década.
El declive: de la
utilidad al peligro
Con el paso del tiempo, el túnel comenzó a deteriorarse. La falta de mantenimiento, vigilancia y apropiación ciudadana lo convirtieron en un espacio inseguro.
Entre los principales problemas que llevaron a su abandono destacan:
Acumulación de basura y malos olores: La limpieza irregular permitió la acumulación de desechos, generando fetidez e incluso plagas.
Grafitis y vandalismo: Las paredes, antes limpias, fueron cubiertas con grafitis sin orden ni mensaje, algunos con consignas ofensivas.
Inseguridad y delincuencia: Vecinos reportaron que el túnel se convirtió en refugio de personas en situación de calle y, en ocasiones, en escenario de robos y consumo de drogas.
Falta de iluminación: Varias lámparas dejaron de funcionar, creando zonas oscuras que ahuyentaron a los peatones.
«Al principio sí lo usábamos, pero luego empezó a dar miedo. Prefiero cruzar la avenida corriendo que pasar por ahí», relata María González, entonces estudiante de preparatoria.
¿Hay esperanza
de recuperación?
Algunos ciudadanos y colectivos han propuesto ideas para rescatar el espacio:
Convertirlo en una galería de arte urbano, con murales temáticos y vigilancia constante.
Rehabilitarlo con mejor iluminación y cámaras de seguridad, en coordinación con la policía municipal.
Demolerlo y construir un cruce seguro a nivel de calle, con semáforos peatonales y pasos accesibles.
Sin embargo, hasta ahora ninguna autoridad ha presentado un proyecto concreto.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON