Los amigos somos cuadernos donde escribimos nuestras propias historias, historias y tragicomedias. Amigos para siempre en las buenas y en las malas, eso dicen.
No obstante y en concreto la academia refiere respecto a este sustantivo que amigo es la Persona que, con respecto ha otra, ha desarrollado un vínculo de amistad, de fraternidad, afinidad o camaradería y con la cual, adicionamente, siente algún tipo de respaldo que podría obrar en su beneficio en situaciones calamitosas o difíciles. Cuya etimología «amigo», es de procedencia latina en «amīcus» (que en latín arcaíco fue «ameicus», «amecus») que, a su vez, es una variante del verbo «amare», que significa «amar», que a al mismo tiempo deriva de la raíz indoeuropea «am-«, con el sentido de «amor» o «afecto». La raíz «am-» también se encuentra en otras palabras como «amor», «amable» y «amistad». En latín, «amicus» se usaba para referirse a una persona a quien se le tiene afecto o amistad. Esta palabra se extendió por Europa y dio lugar a términos similares en varias lenguas romances, como «amigo» en español, «ami» en francés y «amico» en italiano. En fin.
No sé cómo se da una amistad pero cuando se da son uña y mugre. Amistades de infancia cuya coyuntura les permitió estar juntos, en el mismo barrio, como dice la canción en ia misma ciudad y con la misma gente.
Sin embargo la distancia no obsta para que conste. Los amigos sigue pendientes y conectados por una raíz invisible que no irá a romperse por un simple chisme, al contrario se fortalece.
Pocos son los verdaderos amigos, por eso dicen que se cuentan con los dedos de la mano y sobran dedos. Suele ser cierto. Es porque los amigos no se buscan, la vida los pone ahí como un obsequio.
El amigo no educa ni critica sino que entiende, empuja, acompaña, se asocia, estimula, cuida, divierte, entretiene, avisa, se adelanta y previene, ayuda, pañuelo de lágrimas, maestro, alumno, chalán, maistro, escalera, abismo, asesor financiero, brujo de cabecera, nahual, consejero jurídico, mascota, y cómplice.
Con el has estado en Ia barandilla cuando el juez preguntó: ¿ustedes se conocen?, no nunca lo había visto. Cayeron porque eran hombre no poque fueran bandidos. Dicen, y dicen bien, que en la cama y en la cárcel se conoce a los amigos.
En un mundo donde abundan los tiburones el amigo se hiergue como un salvavidas, un delfin oportuno y veloz que impide que otro amigo sosobre si no es que se ahoga con él.
La amistad no siempre se da entre hermanos o miembros de una misma familia, pero suele darse con singular alegría, primos que se quieren mucho, paruentes lejanos que se juntan para defenderse de los absurdos, incluso hay quienes en sentido contrario comienzan por ser amigos y llegan a ser marido y mujer.
Hace falta un amigo que llame a la puerta y pregunte por otro con un balón en la mano y una sonrisa sincera que más que en el rostro salga del alma. El que almuerza en casa y bromea en la sencilla mesa.
Hay en la pared la fotografía familiar en que aparece un desconocido, un prieto en el arroz y alguien pregunta: ¿ Y ese quien es? Es Tito, contesta el más viejo, aquel amigo con el que me volé de la tienda un gancito Marinela. No sé si todavía viva. Porque un amigo es memoria imborrable, forma parte de la estructura familiar y se habla de él con bastante alegría y nostalgia que a veces hace llorar.
Todos sin escepciones ocupamos un amigo según el apremio de nuestra existencia. Aunque sea uno basta para el desorden en la secundaria, parecen novios reflexiona la abuela, cuando ve que se abrazan y se van. Estos eran dos amigos que venían de Mapimí, de los enemigos después hablamos.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA