13 julio, 2025

13 julio, 2025

Comer queso antes de dormir puede provocar pesadillas, según la ciencia

Un estudio revela que comer queso antes de dormir puede alterar tus sueños y provocar pesadillas. ¿Te pasó? No es coincidencia, es ciencia.

Tú solo querías una rebanada de queso. Pero lo que vino fue un sueño extraño, oscuro… y tan vívido que aún lo recuerdas. No, no estás solo.

Una verdad incómoda para los amantes del queso
Un estudio reciente publicado en Frontiers in Psychology y liderado por el neurocientífico Patrick McNamara, de la Universidad de Boston, confirmó algo que durante años se consideró un simple mito urbano: el queso, especialmente si se consume antes de dormir, puede intensificar los sueños y provocar pesadillas.

Más de 300 adultos participaron en el análisis, y los resultados fueron claros. Quienes incluyeron queso en su cena o merienda nocturna reportaron sueños más intensos, extraños o emocionalmente perturbadores, y en muchos casos, directamente pesadillas.

¿Qué contiene el queso que impacta el sueño?
El responsable no es un ente maligno escondido en la nevera. Es un cóctel de compuestos naturales que forman parte de muchos quesos, sobre todo los más curados o fermentados:

Tiramina: un aminoácido que estimula el sistema nervioso central. Aumenta la liberación de noradrenalina, una hormona relacionada con el estado de alerta.
Triptófano: precursor de la serotonina, que regula el estado de ánimo y el ciclo sueño-vigilia. En exceso o en ciertos contextos, puede alterar la arquitectura del sueño.
Caseína: proteína de digestión lenta que libera opiáceos naturales llamados casomorfinas, los cuales pueden interferir con la calidad del sueño profundo.
Péptidos bioactivos: sustancias con capacidad de alterar neurotransmisores y, por tanto, afectar procesos cerebrales relacionados con la memoria emocional y los sueños.
Estos compuestos, aunque no son peligrosos por sí mismos, pueden provocar reacciones intensas en personas sensibles al estrés, con ansiedad o con un patrón de sueño alterado.

¿Qué dicen los investigadores?

El queso no causa directamente pesadillas, pero sí puede crear el ambiente perfecto para que ocurran. Estimula la actividad cerebral durante la fase REM, que es donde se generan los sueños más vívidos, con una alta carga emocional”, explica McNamara.

De hecho, el estudio sugiere que este tipo de actividad onírica podría reflejar procesos inconscientes no resueltos, que el cerebro intenta “digerir” durante el descanso nocturno. Al combinarlo con alimentos que estimulan el sistema nervioso, como ciertos quesos, la mezcla puede volverse explosiva… al menos mientras duermes.

Quesos más peligrosos para dormir en paz
No todos los quesos tienen el mismo efecto. Según los participantes del estudio, estos son los que más frecuentemente se vincularon con sueños alterados:

Cheddar curado
Queso azul / Roquefort
Gouda envejecido
Brie maduro
Parmesano añejo
En cambio, algunos tipos de queso menos fermentados o más bajos en tiramina, como el queso cottage, el requesón o el queso crema, no generaron el mismo tipo de reacciones.

Esto indica que la intensidad del efecto está relacionada con el proceso de maduración, el contenido proteico y la presencia de compuestos fermentativos.

¿Qué hacer si no quieres renunciar al queso?
No hace falta eliminar el queso de tu vida. Pero si eres de los que tienen pesadillas frecuentes, insomnio o sueños especialmente vívidos que te dejan agotado, revisar tus hábitos alimenticios nocturnos puede marcar la diferencia.

Aquí algunos consejos prácticos:

Evita el queso 2 o 3 horas antes de dormir.
Opta por quesos frescos o bajos en fermentación.
Combina tu cena con prácticas de relajación como respiración o meditación.
Lleva un diario del sueño y anota qué comiste antes de soñar intensamente.
Consulta con un profesional si las pesadillas son frecuentes o alteran tu descanso.

¿Es una coincidencia o un mensaje del cuerpo?
Durante siglos, los sueños fueron considerados un territorio del alma, de lo misterioso, de lo espiritual. Pero la neurociencia nos muestra que también son producto de reacciones químicas, impulsos eléctricos y hábitos muy concretos.

Sí, los alimentos tienen memoria, y esa memoria también llega al cerebro.

No es casualidad que algunas culturas antiguas evitaran ciertos ingredientes en rituales de sueño o en épocas de introspección. Ahora, con la ciencia como aliada, entendemos que lo que comemos afecta no solo nuestra digestión, sino también nuestros recuerdos, emociones y sueños.

Los sueños son el espejo más íntimo de lo que somos. Reflejan miedos, traumas, ilusiones y también… lo que cenamos. No, el queso no es un demonio disfrazado, pero puede ser un catalizador bioquímico de tus terrores nocturnos.

Así que la próxima vez que una pesadilla te despierte con el corazón acelerado y las sábanas revueltas, antes de echarle la culpa a tu subconsciente o al estrés del día, abre el refrigerador en tu mente. Tal vez la respuesta esté ahí, en ese trozo de cheddar que parecía inofensivo.

Y si el problema persiste, no lo ignores. Consulta con tu médico, un nutricionista o un especialista en sueño. Porque incluso las pesadillas tienen una raíz física. Y a veces, esa raíz… es deliciosa.

CON INFORMACIÓN DE EXCÉLSIOR

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