CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Las afectaciones de salud en las escuelas de Victoria dejaron de ser un simple problema sanitario para alcanzar el nivel de crisis y obligar a sus directivos a aplicar acciones emergentes para tratar de controlar los casos epidémicos de gripa, tos e infestación de piojos, que atacan a 8 de cada 10 alumnos.
Las escuelas Edmundo Castro Núñez y Rosalinda Guerra, matutina y vespertina, se convirtieron en Victoria en las primeras en adoptar medidas extremas de contención al exhibir una cartulina donde condicionan la entrada a los alumnos que sufran esas enfermedades, luego de que de los 380 y 400 alumnos de ambos turnos, el 80 por ciento se infestará del insecto mencionado.
La situación, contó la directora, Bellanira López, del turno vespertino, puso de cabeza a las escuelas desde que arrancó el ciclo escolar, y causó problemas sociales entre padres de familia, discriminación entre alumnos, y provocó la intervención de asociaciones civiles humanitarias, como “La Mesa del Señor”, para contrarrestar el problema.
“Fue al iniciar el ciclo escolar cuando detectamos el problema. Ya habíamos recibido la alerta de la Secretaría de Educación en relación de esto, pero aquí, en estos sectores,
se carece de cultura sanitaria, y existen muchas familias que por la carga laboral, no pueden tratar muchos problemas”.
Dijo que el caso es que se infestó casi toda la escuela de piojos, y eso motivó a que emprendieran acciones extremas para contrarrestar el avance de la plaga que sufrieron, pues, hasta se les caían.
“Pues juntamos algunas 15 madres de familia y profesores, quienes se pusieron a limpiarles la cabeza a todos los niños con piojos; después, llegó apoyo de la gente de “La Mesa del Señor” con otro tanto y así en un par de semanas, habíamos disminuido el problema”, dijo.
Y es que, aseguró, de los casi 390 alumnos con que cuenta la escuela, un 80 por ciento se contagió de estos parásitos.
“La Mesa del Señor trajo un poco de champú chinos, y manos de obra para limpiarlos, porque hubo casos muy extremos, pero avanzamos”.
La situación, dijo, se caldeó muchas veces entre los padres de familia, pues, algunos orgullosos, no aceptaban que sus hijos portaran esa infección, pero tampoco hacían nada para solucionarlo.
También hubo fricciones entre los padres y los alumnos, que se acusaban, señalaban, y se discriminaban los unos a los otros.
“Para evitar este divisionismo, implementamos campañas donde platicamos tanto con padres, como con los niños, y nos escucharon; ya entrados, todos nos pusimos a controlar la situación, hasta disminuirla casi en su totalidad”.
El problema no sólo fueron los piojos; se descubrieron cuestiones críticas en el núcleo familiar; desatención en los menores por el trabajo excesivo, mucha pobreza que conllevaba a que durmieran juntos, y se generaran vicios, donde contraían nuevamente los bichos, ignorancia en el tema y la forma de contrarrestarlo, y falta de cultura sanitaria porque a muchos, sabiendo, no les importaba; entre otras cosas.
“Vimos también estos problemas, y decidimos unir más nuestros lazos, y es así como nos hemos venido apoyando los unos a los otros, hasta conformar la escuela que tenemos; muy unida.
Claro que hubo divisionismo; padres de familia protegían a sus hijos y pidieron que se limitara la entrada a aquellos que sus padres no atendieran debidamente; el turno de la mañana colocó la cartulina donde condicionaban la entrada.





