Enrique Peña Nieto tuvo motivos suficientes desde hace mucho tiempo para correr a Luis Videgaray del gabinete, pero esperó a que lo obligara a hacer el peor ridículo de su gestión para echarlo.
Así es mis queridos boes, es cierto que Videgaray era el hombre más cercano a Peña Nieto, fue de hecho su coordinador de campaña, pero también era el artífice de una política hacendaria y financiera que tiene cuatro años dando tumbos, ajustando previsiones de crecimiento y provocando el enojo de una sociedad que ya le vomitaba.
La salida del Secretario de Hacienda tiene varias lecturas y obliga además a hacer futurismo, porque estamos hablando de quién era considerado como el cerebro del gobierno peñista y considerado uno de los más fuertes prospectos a sucederlo.
Por principio de cuentas hay que decir que Peña Nieto le perdonó a Videgaray los gasolinazos y las alzas a la electricidad que tanto han dañado a la economía de los más jodidos, lo que nos revela que al propio presidente le vale un cacahuate lo que a usted y a mí nos pase.
Videgaray se la pasó tapando sus ineficiencias afectado nuestros bolsillos y ajustando las perspectivas de crecimiento del PIB, pero eso no le importaba a Peña Nieto.
Pero un día Videgaray tuvo la ocurrencia de invitar a Donald Trump a que se sentara a platicar con Peña Nieto y entonces sin saber comenzó a cavar lo que a la postre sería su tumba política.
El resultado de la visita del candidato republicano a Los Pinos ya todos lo sabemos, terminó en el peor de los ridículos para el presidente mexicano, sumió al país en un conflicto diplomático por adelantado con el gobierno gringo que aún ni siquiera se elige y el repudio unánime de los ciudadanos que vimos a un presidente sumiso, torpe y gallina ante el magnate republicano.
Fue hasta entonces que Peña Nieto consideró la salida de Videgaray, seis días después de que la oposición hizo trizas a su gobierno y hasta los propios priistas se desmarcaron de la visita.
Ayer Peña Nieto dijo que le aceptó la renuncia a Videgaray, la verdad es que lo corrió porque no aguantaba la presión de adentro y de afuera.
Lo hace a un día de que se presente el paquete económico que se supone tendría que defender y promover ante el Congreso federal.
Seguro que el Presidente ya se habrá preguntado qué habría pasado o qué no habría pasado si desde hace meses o años hubiera echado a Videgaray del gabinete.
Quizá un titular de Hacienda hubiera logrado contener la debacle financiera del país, tal vez hubiera ensanchado el padrón de contribuyentes y con ello evitar algunos gasolinazos, quizá el país hubiera crecido decentemente.
Pero sobre todo, Donald Trump no hubiera sido invitado a México y ahora no estuviera envuelto en el escándalo en el que se encuentra.
La otra lectura que se le tiene que dar a la salida de Videgaray es que se estrecha la lista de posibles candidatos del PRI a la presidencia, de hecho ya sólo se nombraban dos posibles, él y Miguel Ángel Osorio Chong.
Con la salida de Videgaray se cancela para él toda posibilidad de ser el abanderado en el 2018. Entonces habría que especular sobre que le dejan el camino libre a Osorio o que EPN tendrá que sacarse de la manga a un tercero que por supuesto no es José Antonio Meade que sustituye a Videgaray en Hacienda, porque si en SEDESOL no creció que se la pasaba regalando despensas, apoyos y otras dádivas, con los gasolinazos y los recortes que ya se advierten en Hacienda pues menos.
Tampoco sería Luis Enrique Miranda, que llegó a SEDESOL en lugar de Meade, porque su perfil de porro y de mapache le van a perseguir tanto como su compadrazgo con Peña Nieto. Habrá entonces que esperar a que EPN dé luces sobre el tema.
El coletazo en Tamaulipas…
La patada con que fue echado Videgaray del gabinete federal pega hasta Tamaulipas, porque hay que recordar que el ahora ex titular de Hacienda era el principal promotor, contacto y punto de apoyo del ex candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, Baltazar Hinojosa Ochoa.
Era en esa relación en la que el candidato perdedor y su grupo basaba la posibilidad de convertirse en los dueños de los despojos del PRI una vez que se hiciera efectiva la transición; es decir, cuando el actual jefe político tricolor del estado dejara de serlo.
Hoy ante la desgracia política de Videgaray podría quedar cancelada también la posibilidad de que Édgar Melhem logre pelearle a Alejandro Guevara la dirigencia estatal del PRI, que Baltazar asuma otra vez la coordinación de los diputados federales del PRI de Tamaulipas y desde luego que vuelva por sus fueros en la comisión de presupuesto de la Cámara.
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