Tropas de la Secretaría de Marina y efectivos de la Policía Federal, abatieron ayer a otro jefe de un cártel.
¿Le parece una noticia trillada?
Sí, estamos los tamaulipecos junto con muchos mexicanos más, tan acostumbrados a leer, ver o escuchar información de ese tipo, que se ha convertido en común en casi todo el país. Pero ahora ocurrió en la Ciudad de México. El capo apodado “El Ojos” cayó en la Delegación Tláhuac, al oriente de la capital mexicana. Y vaya usted a saber cuántos “Ojos” más medran en la llamada Ciudad de los Palacios.
No es que sea esa urbe una gema sin contaminantes, pero sus autoridades se habían cansado de repetir un día y otro también que la delincuencia organizada no operaba en la misma y que tenían todo bajo control. No entendieron o no querían ver que la CDMX no es una isla y que tenían que entender la magnitud de ese problema para enfrentar lo inevitable en ese sentido.
Este jueves –una disculpa por la frase cruda– marinos y federales “le bajaron los calzones” a Miguel Ángel Mancera.
El jefe mafioso fallecido operaba la venta de narcóticos en la Ciudad Universitaria y quién sabe en cuántos puntos más de esa megalópolis, para demostrar que ese feudo no tiene nada de paradisiaco y sí mucho de infierno. Igual que la mayor parte del territorio nacional.
Esa prolongada negación oficial a aceptar la realidad provocó que la Ciudad de México sufra ahora, por no reconocer a tiempo lo evidente, la mayor ola de asesinatos y otros delitos graves en su historia cercana. Muchos capitalinos se encuentran aterrorizados y con plena razón.
Los tamaulipecos conocemos en su mayoría esa postura gubernamental, que en nuestro Estado se mantuvo durante los casi seis años de Egidio Torre Cantú al frente del gobierno estatal.
¿Quién no recuerda la famosa y aberrante frase de “No pasa nada”?
Hoy nuestro Estado se aflige por sus graves problemas en materia de inseguridad. Ningún rincón del mismo se puede considerar a salvo, en gran medida derivado de esa obsesión egidista por rechazar que la violencia dominaba –y todavía lo hace– a la Entidad.
Ojalá que para la Ciudad de México no sea tarde para enmendar errores y rediseñar su estrategia anticrimen. Ojalá que su gobierno haya aprendido la lección, la ajena y la de en carne propia, para tomar las medidas pertinentes.
Ojalá, porque por la necedad que fue etiqueta invariable de un sexenio, casi todos los tamaulipecos ahora no podemos considerarnos seguros ni en nuestra propia casa…
Rayitos de luz
En lo oscuro la luz también aparece.
Es el caso de dos rubros sumamente importantes para el Estado, como el turismo y la producción agropecuaria.
En el primero, es muy satisfactorio observar que los destinos vacacionales de Tamaulipas registran un aforo que ya provoca sonrisas en los empresarios de ese ramo. Y algo fundamental, hasta ayer las autoridades respectivas informaban que seguía blanco el saldo del movimiento en carreteras y en los atractivos estatales.
La segunda es vital para el desarrollo de la Entidad. En una gira de trabajo el gobernador Francisco García y el Secretario federal de Agricultura, José Calzada Rovirosa, dieron a conocer que el campo de nuestra patria chica recibirá apoyos por más de 4 mil millones de pesos en este año.
Es una noticia tan buena como las lluvias para las tierras de temporal, porque significa sembrar a tiempo, cuidar en forma adecuada los cultivos, cosechas al tope y por lo tanto, una economía sana para los agricultores y ganaderos tamaulipecos…
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