MÉXICO.- Este domingo pudo haber sido un día de campo común, pero para la familia Soto Gastélum, se convirtió en uno de los más amargos capítulos de su vida, pues la muerte de José María Soto Gastélum los dejó desgarrados y llenos de impotencia ante la indiferencia de médicos en el IMSS.
Severo Soto Gastélum, hermano del hoy fallecido, relató como el momento y lugar equivocado, llevaron a José María a darle un sorbo a un refresco Seven Up, en un hecho tan sencillo para cualquiera, pero que le arrancó la vida.
Desde hace tres semanas ambos hermanos y sus respectivos hijos acudían al Cerro Prieto con mentalidad de aventura, ya que lo hacían en bicicletas, pero este 17 de septiembre fue la última vez que José María, vería el Valle de Mexicali desde el volcán.
José ingirió aparentemente soda, fue sólo un trago para que empezara a intoxicarse, en menos de 15 minutos su cuerpo se encontraba entumecido, pero él empezó a moverse muy rápido para mantenerse en sus cinco sentidos, comentó su hermano.
Para cuando bajaron del cerro llegaron al Centro de Salud, el cual estaba cerrado. La clínica más cercana era el Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS), donde dice que tuvieron que tocar abruptamente la puerta hasta que les abrieron.
“Cuando nos abrieron nos hicieron la pregunta ‘¿Tienes Seguro Social?’, les dijimos que no, y nos respondieron que no podían atenderlo, les imploramos de favor que lo atendieran”, recordó Severo.
Los empleados del IMSS le trataron de tomar la presión, pero por los mismos movimientos abruptos de José María, no lo lograron, entonces la enfermera insistió en que no podían atenderlo.
El sobrino de José María, con tan sólo 15 años de edad, se arrodilló ante el personal del IMSS, implorando que atendieran a su tío, preguntándoles cuánto dinero querían para que lo hicieran. Sin embargo, sus súplicas fueron ignoradas.
“Nos dijo que nos regresáramos al Centro de Salud, le dijimos que estaba cerrado, entonces nos mandó al Centro de Salud del ejido 43, por la impotencia y lo que traíamos, le rogamos a la enfermera y a la doctora que lo atendieran, pero no quisieron”, dijo en tono molesto.
Aseveraron que la empleada del IMSS, Lorena Ruano Yáñez, fue quien omitió la emergencia. Explicó que se fueron a la Cruz Roja del Kilómetro 43, donde hicieron lo que pudieron.
“No sé si no supieron o no tenían los medios para darle auxilio, así que decidieron llevarlo a Mexicali, en el camino, lo más cerca fue el Issstecali, fue donde mi hermano falleció por tomar ese líquido que no es soda, sabrá Dios que será”, declaró.
Exigió que haya justicia para su hermano, señalando al IMSS, ya que él llegó con signos vitales y si hubiera sido atendido hubieran contado la historia de forma diferente. Probablemente una atención oportuna lo hubiera salvado.
“Ellos estudian por el dinero, no por la vocación o el amor a la profesión, no entiendo cómo es que pueden tener ese corazón”, aseveró con un semblante caído y al borde de las lágrimas.
Pasaron 25 minutos para llevar a José María al IMSS, quien entró caminando y salió caminando, y aunque la delegación de este instituto aseguró que sí lo atendió, Severo, calificó su comunicado como una vil mentira.
“No hicieron absolutamente nada, es una vil mentira, les pedí una ambulancia y me dijeron que no tenían ninguna, pues así como pudimos nos lo llevamos”, comentó Soto.
Añadió que su hermano no consumía drogas en un tono muy molesto, ya que al dictaminarse que la causa de su muerte fue una sobredosis, la opinión pública sugirió que trataban de relacionarlo a un caso de adicciones.
“La gente habla porque tiene boca pero no sabe lo que dice, mi hermano era una persona sana, siempre buscaba estar en comunión con su familia, sus hijos, drogas nunca, eso lo puedo decir delante de Dios”, aclaró.
La familia tiene planeado asesorarse con un abogado para que les digan como pueden proceder, ya que les gustaría interponer una demanda contra PepsiCo y el IMSS, pero aún no lo han definido.
“Yo creo que todas las personas estamos cansadas de hacer llamados a las autoridades, no nos queda de otra, no sabemos qué pasa con ellos, pero ellos sí saben lo que pasa”, comentó.
A José María lo recuerda su familia como un hombre activo, a quien le gustaba innovar y hacer cosas diferentes, por eso fue que empezaron a realizar recorridos familiares en bicicleta al Cerro Prieto, desde el ejido Xalapa.
“Nos pusimos de acuerdo y desde hace tres domingos íbamos al Cerro Prieto, porque nos gustaba la ruta, pasábamos muy buen tiempo, los hijos, sobrinos, queríamos repetirlo más veces”, explicó Soto, con voz entrecortada y un nudo en la garganta.
José María era originario de Sinaloa y tenía siete años viviendo en el Valle de Mexicali, dejó una joven esposa, tres hijos adolescentes y una familia destrozada por una pérdida irreparable, concluyó.
Con información de lacronica