Una cadena de accidentes carreteros se han desbordado ante los ojos de las páginas amarillas. La Rumbo Nuevo, una vía que se presumía seria el equivalente de seguridad se ha convertido en un transformer de aparatosos accidentes de vehículos de gran embalaje, como camiones y tractocamiones, automóviles y hasta büeyes y carretas.
La carretera a Zaragoza también ha sido un sembradío de horripilantes choques que han dejado una estela de cadáveres y de personas medias locas ante los vuelos de sangre y rebotes en pavimento sólido. Total, que las carreteras son como vías de la muerte que se lleva a buenos y malos.
Los recientes accidentes en la Rumbo Nuevo es de preocuperse; pesadas unidades han sembrado a familias completas hasta cargar con lindos angelitos de apenas unos meses de nacidos.
Es algo triste y preocupante que en las carreteras se viaje para darse en la madre, para quedar planchados ante la oscura muerte por velocidad. Sí, por velocidad y el aceite que se impregna por las rúas federales. Algo se tiene que hacer para frenar estas cargas mortuorias que dejan a familas llorando y a seres indefensos. Algo se debe de estudiar y determinar, porque no es justo que por culpa de bandoleros del asfalto, por asesinos del sueño, por dormitarse o ir durmiendo la mona mueran tantos inocentes.
Porque hay muchas formas de dormir. Y esto es tema para otra crónica. Los que dormitan con el ojo medio pelón. Los que sueñan despiertos. Los que duermen acurrucaditos. Los que menean la boca y ensalivan al ron roneo, los que bostezan. Los que dormitan con los ojos cuadrados y los que cuadran el sueño para las tumbas de los inocentes.




