Si usted pertenece a esa pandilla de afortunados que ya recibieron la bendición del PRI para atrapar alguna diputación federal, lo menos que debe hacer es leer y practicar las lecciones y recomendaciones que contiene el presente manual y que son las siguientes:
1. Afronte su candidatura como una aventura de pirata, o como un saltarín de circo sin red y sin colchón.
2. Iniciadas las hostilidades de la campaña, aborde el carrusel de la intriga con todo el poderío de un búfalo, y atropelle y maltrate a quien se encuentre a su paso sin contemplación alguna. Arremeta sin piedad contra sus adversarios, y sométalos con el resplandor de la intriga o la fórmula de la corrupción.
3. Regale promesas todos los días como lo hace el presidente Enrique Peña Nieto, agreda a sus adversarios con la furia perdularia del “Peje” López Obrador, y organice conferencias de prensa para discutir sus errores, con el lenguaje cantinflesco, modoso y coquetón que usaba Doña Elba Esther Gordillo.
4. Busque un protector o mecenas y encuéntrelo. Si no cuenta con un buen apoyo financiero no va a lograr ni siquiera que un perro callejero lo orine. A los pobres no les gustan los candidatos pobres.
5. No administre los encantos de su lengua. Sea tan rudo y terrible como un cólico en ayunas, o un dolor de muelas en la madrugada. Nunca desperdicie una oportunidad para ser peor, y destroce a sus rivales con más escándalo que un carnicero cuando acuchilla a un marrano.
6. Conviértase en el experto en el arte de la intimidación. El respeto y el miedo son indispensables entre los hombres de honor. Procure que sus enemigos le teman tanto como sus amigos. Imite a Francisco García Cabeza de Vaca, Bladimír Martínez y Alejandro Guevara Cobos.
7. Cultive a fondo a su padrino político y aprenda a festejar con entusiasmo sus chistes y bromas sin exagerar, pero sin menospreciar la gracia. Si ya le escuchó algún chiste un millón de veces, ría payaso, ría, hasta morir a carcajadas. Imite a Carlos Flores Rico, Ramón Garza Barrios, Héctor López y Marco Antonio Bernal, que nunca abandonan a un padrino hasta que éste abandone la vida.
8. Conozca a quien convenga y úselo, pero pague los servicios. Es mejor comprar un cómplice que conseguir un enemigo. El triunfo lo justifica todo. Sólo el ganador sigue vivo. Cada vez que se gane se renace. Siempre que se pierde se muere un poco.
9. No se contagie del “Síndrome de Nazaret”, no se puede caer al suelo para que lo levanten. Todo mundo sabe que usted es capaz de intrigar en seis idiomas, y comportares como un perro en dos o tres más. Pase a la ofensiva y combata a sus enemigos hasta que se sientan como un mingitorio de mercado.
10. Si la campaña marcha bien y las encuestas lo favorecen, simúlelo. No se puede pasear una felicidad tan grande como esa en un mundo de rencorosos y desesperados. No espere ningún milagro para ganar las elecciones, porque algunos los orina el diablo, y luego hay que llorarlos después.
11. El político que no arriesga, que no lucha y que no se juega el todo por el todo en una batalla política, jamás podrá ser un autentico vencedor y menos un líder. Podrán las veleidades de la fortuna, los errores de los enemigos o los imprevistos que a veces ocurren, situarlo en el cargo de sus ambiciones, pero no habrá demostrado a nadie que mereció ganar y que fue el mejor luchador en la batalla.
12. El poder político es el éxtasis supremo de la vida. Un individuo no puede dormir, comer o fajar durante 24 horas al día, pero si puede sentirse poderoso todos los minutos de todos los días.
13. Si después de tantas batallas, vergüenzas y desfiguros, logra conseguir la diputación de sus sueños, compórtese como un vencedor. Usted merece todo lo que soñó, más todo lo que le pongan enfrente. Disfrute con cinismo y descaro su trienio de felicidad. ¡Salud y mucha suerte patrón!.