21 abril, 2025

21 abril, 2025

Crónica urbana

Los micros, el cálculo de posibilidades

Crónica Urbana

Filósofo, científico, Ramón Hernández Manrique, líder del sindicato de microbuses, ha dicho que en el caso de la estudiante atropellada y muerta por un microbús «que de haber estado un elemento de Tránsito, tenlo por seguro que nada hubiese pasado». Ante todo, la evasión de la responsabilidad compartiendo culpas, y si no, se la echamos a Dios, por habernos creado.

En cuentas claras, hay que ver si a los microbuseros les pagan por vuelta rápida, lenta o porque llenan el pasaje en cada entrega. Lo cierto es que la mayoría de los choferes andan echos madre todos los días y checan echos madre la tarjeta y se van echos madre echando madres y valiéndoles madre el pasaje, sean de la primera, segunda y tercera edad.

Puedo decir esto porque soy un convulsivo usuario del transporte urbano. Con doctorado en París, Nueva York, Londres y los Estados Unidos. Con maestría en Buenos Aires y Colombia y una licenciatura en la Ciudad de México y otros muchos estados de la república.

Esto quiere decir que soy un hombre de micro, observador de la vida cotidiana. Escucha de charlas de microbús, música de microbús, chismes y noviazgo y cuernos libres y dientes largos. He trepado a esos elefantes laminados con aceite botado, sucios, picado en las nachas por los resortes, aceitado en la coliflor, apechugado y aplastado por el nacherío y soplado por todos los perfumes de mujer, los que «sulfureyan».

Así, a mí no me echen la culpa, los microbuseros son indomables en correteadas y mentadas de madre y música a todo tambor. Como también los hay, muy poquitos, que son respetuosos y amables con el pasaje.

Pero la mayoría atacan a los automovilistas, corretean entre sí por la disputa del pasaje, avientan a los ancianos a la fosa común, aplastan niños y niñas, se avientan pedos bolido y escupitajos a granel.

Son pocos los que respetan a los vejestorios, a las damas y a los pelados. Muy poquitos. Pero lo más grave, que el servicio público es de la basura. Salvo rigurosas excepciones, todos los vehículos son para venderlos por kilo, o regalarlos a una fundición de caridad. Sin seguro para pagar a los pasajeros caídos en la batalla urbana. Con pésimos salarios a los choferes. Tal vez sin prestaciones. Lo único que sabemos es que checan echos madre y se van echos madre. Por eso pasan los accidentes, porque no respetan para nada sus vías de circulación.

No respetan nada.

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