8 diciembre, 2025

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La Ciudad Griega

Bitácora republicana

Los orígenes de la democracia no se encuentran, por cierto, en las grandes naciones imperiales ni en los conglomerados de países que logran estructurar instituciones supranacionales. La ciudad griega de la antigüedad es, por definición, el germen del Estado occidental, sustentado en la homogeneidad de valores y de intereses comunes. En un sentido contrario a la conformación de Estados que integran la Unión Europea surge en la Grecia contemporánea un movimiento político que reúne distintas tendencias de la izquierda histórica de ese país y derrota electoralmente las presiones ejercidas durante estos años para encarar los problemas financieros de Europa a través de la reducción de los niveles de vida de las naciones más pobres.

Durante mucho tiempo se preguntaron los teóricos y los políticos de la UE si el complejo entramado de reglas e instituciones que la conforman, establecía límites políticos insalvables. Surgieron así en algunos países, los llamados “neoliberalismos light”, integrados generalmente por los partidos socialdemócratas o por coaliciones convencionales que se ubicaban en el centro del espectro político. Ninguna formación partidaria que enfrentara las decisiones de las instituciones financieras y los intereses de los grandes países tenía posibilidad verdadera de llegar al poder.

La rotunda victoria de la coalición de izquierda radical “Syriza” en las elecciones griegas del pasado domingo, supone por lo tanto una gran novedad en la Europa comunitaria y pudiera marcar una tendencia comparable a la de los países latinoamericanos, que desde hace tiempo han adoptado regímenes políticos contrarios a las directrices neoliberales prevalecientes y a la potencia hegemónica de la región.

Pese a que en el pasado cercano de ese país se han enseñoreado la dictadura y la violencia, éstas han sido elecciones particularmente pacíficas, cuyos resultados finales dependerán en gran medida de la firmeza y madurez de sus dirigentes, así como de su capacidad de negociación de nuevas políticas que sean compatibles con la integración europea y que recuperen los principios de cohesión social que dieron origen a la organización. Por ello lo más importante de esta experiencia que inicia, consiste en la posibilidad de ensayar distintas orientaciones económicas y concepciones ideológicas dentro de la Unión.

Alexis Tsipras accedió al gobierno de Grecia rompiendo con un bipartidismo incoloro de 40 años, que es en parte responsable de la crisis actual. Es el primer ejecutivo de izquierda radical en toda la UE. Abiertamente contrario a las condiciones impuestas por la Troika —Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional— que han determinado el nulo crecimiento de su economía, la privatización de su industria y el incremento exponencial de la pobreza.

El país que asume la actual administración está económica y socialmente arruinado: más de un tercio de su población se encuentra al borde la pobreza (37.5%) y la tasa de desempleo es cercana al 26 por ciento. En cinco años ha vivido hasta siete elevaciones de impuestos, lo que representa casi un 42% del sueldo medio, propiciando un fuerte descenso del mercado interno. Una caída del 23 por ciento del presupuesto a servicios de salud. La deuda pública alcanzó los 319 mil millones de euros en 2013, casi un 175% del PIB.

Desde el primer día de su gestión, Tsipras adoptó decisiones soberanas tendientes a mitigar la situación de pobreza y mejorar el mercado interno. Decidió detener las privatizaciones ajenas al interés nacional, como la industria eléctrica y las vías de comunicación. Inició la renegociación de la deuda en términos responsables, aumentó el salario mínimo de 586 a 751 euros y revocó los despidos ilegales que se habían ejecutado en los últimos años.

La tarea es de grandes proporciones y exige sensatez de los actores políticos europeos y de las finanzas internacionales. El éxito de la empresa demostraría que es posible una Europa auténticamente plural, donde cuente la visión de la izquierda y se cumplan los principios igualitarios que le dieron origen. Grecia nos ofrece una lección única sobre las vías de la acción política para recuperar los objetivos comunitarios y resolver el viejo dilema entre David y Goliat mediante el establecimiento de un modelo económico flexible, que atienda las tradiciones nacionales y las visiones diferenciadas sobre el desarrollo.

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