El gobierno mexicano se encuentra sumamente molesto por la opinión del Papa Francisco en la que expresa su deseo de que su país, Argentina, pueda evitar su “mexicanización”, refiriéndose al hecho de que en aquellas tierras la violencia y el narcotráfico van en aumento.
“He hablado con algunos obispos mexicanos y la cosa allí es de terror”, dijo el jefe de la iglesia católica en una misiva enviada a un representante de organizaciones civiles en la nación sudamericana.
Según la Secretaría de Relaciones Exteriores, con tales consideraciones se estigmatiza a nuestro país, lo que está completamente fuera de lugar y se anunció que se enviará a El Vaticano una nota de protesta por tales expresiones papales.
¿Estará el Sumo Pontífice cayendo en el grave pecado de faltar a la verdad derivado del mandamiento no mentiras? Si es así debiera confesarse de inmediato y someterse a la penitencia más rigurosa.
Pero una personalidad así difícilmente caería en infundios. Como él mismo lo dijo, ha recibido testimonios clericales de la difícil situación por la que atraviesa México a causa de la ola de violencia que ha causado decenas de miles de muertes en los últimos años.
Pero tal vez el heredero de San Pedro podría tener mayores argumentos para sustentar su dicho si supiera lo que piensa una inmensa mayoría de mexicanos que han sido testigos o víctimas de hechos de alta aflicción, como los padres de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa cuyo paradero hasta ahora se desconoce y cuya muerte oficialmente fue decretada en base a dictámenes altamente cuestionables.
El Papa seguramente vería confirmada su percepción si supiera el episodio de terror que vivieron la noche del sábado los pasajeros de un autobús de la línea ADO que cubría la ruta México=Tampico y que fue asaltado en las cercanías de Tuxpan por maleantes que pistola en mano los despojaron de sus objetos de valor, en otro de los muchos incidentes similares que se dan en nuestras carreteras.
Ante todo ello, habría que preguntarse si realmente se está estigmatizando a nuestro país o que sólo se está describiendo una realidad que en los altos estratos oficiales se trata neciamente de ignorar.
Hace años, aquí los gobiernos se jactaban de que no permitirían la “colombianización” de México, en referencia al predominio que en Colombia ejercía el crimen organizado. No tenían el menor escrúpulo en etiquetar de esa manera a aquel país. Ah, pero hoy que las cosas se revierten, a nuestro sector oficial le causa prurito que se hable peyorativamente de la “mexicanización”.
Y, como dijo un antiguo conductor de televisión, aún hay más. El director cinematográfico mexicano que ganó tres “Oscares” otorgados por la Academia de Artes Cinematográficas de los Estados Unidos, ALEJANDRO GONZÁLEZ IÑÁRRITU, dijo en una proyección de alcance mundial que “reza porque México construya el gobierno que se merece”, en lo que fue interpretado como una clara crítica hacia nuestras autoridades.
Así, ¿las expresiones escritas del Papa sobre la “mexicanización” como adjetivo inherente a la violencia y el dicho del cineasta de que no tenemos el gobierno que nos merecemos son en el fondo ofensas que debemos condenar con energía?
¿Serán sólo parte de la presunta campaña internacional que se ha desatado contra el actual gobierno mexicano que incluye la revelación de la adquisición de costosas mansiones por parte de la esposa del presidente y del mismísimo secretario de Hacienda?
Que alguien lo explique




